Todos los días son santos para quien vive en paz con Dios y lo busca con corazón humilde y sincero. Pero éstos lo son especialmente. En ellos vivimos la cercanía de aquellos otros días en los que Jesús, acosado por la envidia y la contumacia de unos dirigentes pervertidos, vivió hasta el final su fidelidad a la misión recibida del Padre celestial en favor nuestro: descubrirnos la verdad suprema de la bondad de Dios y dejarnos expedito el camino de nuestra autenticidad humana y de nuestra salvación eterna.

Todo es lo mismo. El gran regalo de nuestro Padre Dios. El verdadero fundamento y la orientación segura de nuestra vida.

El Jueves celebramos la institución de la Eucaristía, es el día de la intimidad, de la despedida, de las grandes confidencias. El día de la manifestación del Amor como centro de la vida y verdad del mundo.

El Viernes asistimos estremecidos a la dura agonía de Jesús. Es el día del arrepentimiento, de la gratitud. El día de la gran reconciliación. Jesús vuelve al Padre llevándonos a todos en los brazos abiertos de su amor engrandecido. En este día recordamos especialmente a los cristianos de Palestina que viven ahora mismo en condiciones muy duras. Hacemos colecta y recogemos limosnas para ayudarles.

El Sábado es el día del silencio, el día de la fidelidad, el día de la resistencia. Buen símbolo para estos tiempos en los que apenas se oye la voz de Dios. Aprendamos a ser fieles en la prueba del silencio y de la espera. La Virgen María está con nosotros. Ella, la Mujer de la fortaleza y de la fidelidad.

El Domingo será el día del gran gozo. El amor de Dios despliega su poder en favor de su Hijo, en favor del Justo. Cristo resucita y entra triunfante en esa vida perdurable de la resurrección. Desde entonces es el centro del mundo, el corazón escondido que vivifica al mundo con la sangre invisible que es el amor de Dios, la vida del Espíritu, que nos permite vivir ya más allá de este mundo y ser libres para vivir en la justicia y en el amor. Los cristianos del mundo entero celebramos el nacimiento de la humanidad nueva, justa y verdadera. La gran noticia permanente.

 

+ Fernando Sebastián Aguilar,

Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

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