La fe es confianza en Dios amor y creador

No hace mucho hubo una joven que me preguntó: “¿Existe Dios? ¿Hay un Dios creador de todo?” Mi respuesta fue muy escueta: “Hay uno que por Amor nos ha creado; de lo contrario ni tú ni yo existiríamos. Y éste, que nos ha creado, es Dios”. Nos ha creado por amor y ese amor está permanentemente como una nostalgia en nuestro corazón. Ya lo decía San Agustín: “Mi corazón está inquieto hasta que no descanse en Ti, mi Dios”. Hoy no está de moda hacerse explícitamente la pregunta sobre la existencia de Dios. No está presente en nuestra cultura, tan absorta en otras ocupaciones y preocupaciones, segada muchas veces por una guadaña relativista donde se critica a quien tiene fe como si fuera de otras épocas o incluso se llega a pensar que, el creyente, nada tiene que ver con el progreso, más bien todo lo contrario.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que el deseo de Dios está inscrito en lo más íntimo del corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará, el hombre, la verdad y la dicha que no cesa de buscar (Cf. C.I.C. Nº 27). La huella del Amor de Dios está en lo más íntimo del ser humano y en la belleza de la creación. Son muchas las experiencias incluso de aquellos, que se autodefinen ateos, que están en búsqueda de la felicidad y ésta transciende a sus propias opciones inmediatas o circunstanciales. Por eso nunca un creyente ha de ponerse en actitud de prepotencia y menos de autocomplacencia. La fe es un regalo que nos viene dado, gratuitamente, por Dios, en el momento que menos lo podemos pensar: de niño, de joven o de adulto. Por ello es un regalo que hemos de cuidar y custodiar.

[pullquote4]La fe es un regalo que nos viene dado, gratuitamente, por Dios, en el momento que menos lo podemos pensar: de niño, de joven o de adulto[/pullquote4] Estamos en unos momentos en los que se nos invita a procurar formar las conciencias y fomentar la experiencia y vida de los creyentes. El secularismo ha logrado influenciar en las conciencias de aquellos que pensaban estaban seguros en su fe. La fe ha de ir acompañada de las obras y por un estilo de vida (moral) que va de acuerdo con la enseñanza del Evangelio y de la Iglesia. El Papa Benedicto XVI advierte que hoy es necesario “recordar la exigencia de redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo… rescatar a los hombres del desierto y conducirlos al lugar de la vida, hacia la amistad con el Hijo de Dios, hacia Aquel que nos da la vida, y la vida en plenitud” (Porta Fidei, 2).

A la luz de estas ideas quiero y deseo que en nuestra Diócesis podamos meditar y reflexionar sobre el CREDO que recitamos, de modo especial, en todas las celebraciones de la Eucaristía, los domingos. Por eso propongo que, cada mes, reflexionemos sobre uno de los artículos de nuestra fe. Son doce los artículos de nuestra fe. Que durante los doce meses del año meditemos en uno de ellos. Este mes, de octubre, ahondemos en el primero: Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

[pullquote4]El secularismo ha logrado influenciar en las conciencias de aquellos que pensaban estaban seguros en su fe[/pullquote4] Hay teorías que vienen dadas por los que ponen la ciencia moderna como lo único y el último recurso fiable, para consecuentemente afirmar que la creación ni procede de Dios y ni siquiera es necesario que tal Dios exista. Estos científicos afirman que puesto que existe la ley como la gravedad, el universo puede y podría crearse de la nada. La creación es espontánea y es la razón de que se vale por si misma y no necesita de un creador.

Ante tales afirmaciones, nosotros creemos, por la misma razón, que el universo tiene un principio de causalidad eficiente, del que procede todo lo creado. Y este principio no tiene principio porque ni tiene comienzo, ni tiene fin. Y éste es Dios. Por eso decimos que Él es Creador de todo: lo visible y lo invisible. Y así afirmamos, con la certeza de la fe, que existe un Dios que nos ama y ha creado todas las cosas. Meditemos y ahondemos durante el mes de octubre en esta afirmación: Dios que nos ama es el Creador de todo. ¡A Él gloria y alabanza por siempre y en todas partes!

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