Mensaje con motivo del inicio del curso pastoral

Una vez transcurrido el periodo estival, nuestra Iglesia Diocesana de Pamplona y Tudela se dispone a empezar un nuevo Curso Pastoral. En estos momentos, junto con el Obispo Auxiliar, deseo lanzar una apremiante y esperanzadora llamada a todos los fieles para continuar con los trabajos que hemos iniciado de cara al establecimiento en el desarrollo de nuestra tarea pastoral diocesana de una nueva dinámica evangelizadora.

Es necesario continuar asumiendo el compromiso de ser y vivir como cristianos católicos en todos los ámbitos, y en medio de las circunstancias que afloran en una sociedad que se esfuerza por superar sus profundas dificultades, favoreciendo y aportando – en la medida de nuestras posibilidades – una palabra y un mensaje de esperanza, de fortaleza y de luz, ante la situación tan complicada -a todos los niveles- que estamos viviendo y que muchos, ya entre nosotros, la están padeciendo con intensa dureza y dramatismo.

En estos momentos, nos viene bien recordar que la fe no es algo que tenga que ver, exclusivamente, con nuestra inteligencia; no es cuestión sólo de ideas o verdades que aceptamos en el ámbito de nuestra razón. La expresión de la caridad cristiana llega a su cumbre cuando se hace «misionera» o, lo que viene a significar lo mismo, cuando se propone llegar a lo más íntimo del ser humano, presentándole y acercándole su mayor bien: ¡la fe en Cristo, Redentor del ser humano!

Confesar la fe en toda la integridad y la vitalidad de su contenido es sólo posible cuando la experiencia interior del ser humano vive en actitud de humilde apertura espiritual y de voluntad de conversión al Señor.

La fe se define -por tanto- como encuentro, un encuentro que altera toda la persona y transforma toda la persona; transforma la cabeza y el corazón, las ideas y los sentimientos, las decisiones y la conducta misma.

Evoquemos -ahora- las certeras palabras de Benedicto XVI en su Encíclica (Deus caritas est»: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» (n. 1).

Eso es lo decisivo de la fe, el encuentro transformador e ilu-minador con Aquél que nos mira con amor y nos conduce con paso firme, a la tarea de la implantación del Reino de Dios en medio de este mundo.

Podemos concluir este pequeño mensaje, al comienzo de un nuevo periodo pastoral, con unas clarificadoras palabras de nuestro querido Papa, Benedicto XVI:

«La vida de los cristianos conoce la experiencia de la alegría y el sufrimiento. Cuántos santos han experimentado la soledad. Cuántos creyentes son probados también en nuestros días por el silencio de Dios, mientras quisieran escuchar su voz consoladora.

Las pruebas de la vida, a la vez que permiten comprender el misterio de la Cruz y participar en los sufrimientos de Cristo, son preludio de la alegría y la esperanza a la que conduce la fe: «Cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Corintios 12, l0).

Nosotros creemos, con firme certeza, que el Señor Jesús ha vencido el mal y la muerte. Con esta segura confianza nos encomendamos a Él: presente entre nosotros, vence el poder del maligno, y la Iglesia, comunidad visible de su misericordia, permanece en Él como signo de la reconciliación definitiva con el Padre’ («Porta fidei», n. 15).

Os deseamos a todos: sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, fieles laicos, jóvenes, niños y ancianos que la búsqueda continua de Dios, mediante la escucha de su Palabra, la celebración de la liturgia y el ejercicio evangélico de la caridad, os haga disfrutar -con profundo gozo y esperanza- de su presencia amorosa y amiga y sea fuente, búsqueda de paz interior y de impulso renovador de vuestras vidas.

Con la bendición y afecto, para cada uno de vosotros.

+ Francisco Pérez González Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela y+ Juan Antonio Aznárez Cobo Obispo Auxiliar de Pamplona y Tudela.

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