CONTEMPLATIVOS PARA MOSTRAR EL AMOR DE DIOS 18-05-2008

En la Jornada dedicada a vosotros que tenéis la vocación tan hermosa dedicada a la vida contemplativa, quiero expresaros mi cercanía gozosa en este tiempo y daros las gracias por el gran bien que realizáis en la Iglesia y en favor de la misma sociedad. ¿Qué sería de la Iglesia sin este pulmón de la contemplación? ¿Qué aportaría la Iglesia a las gentes, que están faltas de esperanza, sin contemplativos? Hoy os necesitamos y os apoyamos. No es inútil la vida contemplativa. Con el oxígeno la vida corporal se revitaliza permanentemente lo mismo podemos decir de la oración contempla-tiva y de los que se consagran a ella.

Este año la Jornada dedicada a los que oráis y rezáis tiene un título muy sugestivo: “La Palabra en el silencio”. Si a alguien habéis de imitar es a la Virgen María que supo dar lo mejor de sí misma y se muestra como la puerta que deja paso a Dios hecho Hombre, el silencio que recoge y deja paso a la Palabra, la oscuridad que da fondo a la Luz del mundo y el vacío que da paso a la Plenitud. Cuando nos acercamos a vuestros Monasterios el silencio que en ellos se siente e impregna es la mayor expresión para manifestar que la Palabra está presente. El protagonista fundamental es Jesucristo que es Palabra de Vida.

En la sociedad actual hay muchas prisas, muchos ruidos y muchas actividades. Creo que estamos necesitando mayor silencio para que el corazón se pacifique y para que la vida sea permanente armonía del espíritu. Es muy común que existan momentos de aburrido trabajo, experiencias vacías, metas inalcanzables y frustraciones incontrola-das. Es la muestra concreta que nos hace ponernos a reflexionar que la vida necesita el silencio interior y exterior para que la única Palabra que llena y cumple sus promesas sea auténtica; las otras palabras son confusas, inexactas y faltas del poder de convicción que llene el corazón.

Nos sentimos muy orgullosos de vosotros y rogamos a Dios para que sigáis siendo reclamo de paz y esperanza en medio de un mundo a veces tan atrapado por las prisas, el materialismo y las solicitaciones vacías del hedonismo. Vuestras vidas ocultas y entregadas son el ejemplo más concreto de lo que hoy se necesita en el corazón de la humanidad. Si Santa Teresa del Niño Jesús vivió su vocación en la clausura sólo por un motivo que era el de ser testigo del amor en medio de la Iglesia hoy también vosotros haciendo esta experiencia nos reclamáis lo que es más esencial en la vida cristiana. No dejéis de ser lo que sois y no olvidéis que necesitamos vuestras plegarias y peticiones

 

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