CONTRA EL HAMBRE, DEFIENDE LA TIERRA. (CAMPAÑA DE 2010)

              Durante este tiempo celebramos la campaña de ‘Manos Unidas’ que este año lleva por lema: “Contra el hambre, defiende la tierra.” En esta jornada nacional se nos presenta uno de los mayores daños que sufre la humanidad y es el hambre. Que en los comienzos del siglo XXI sigamos padeciendo el problema del hambre parece una contradicción tan grande que es para sentirnos horrorizados e inquietos por esta lacra social. Se nos debería caer la cara de vergüenza al constatar la cantidad de miles de personas que mueren al día y los millones al año. Se nos reclama mayor solidaridad a todos y esperemos que la tan proclamada globalización pueda cumplir con este objetivo fundamental y es el de que todo ser humano pueda alimentarse dignamente.

              Desde Manos Unidas nos piden mayor colaboración pues los proyectos que nos han presentado son muy importantes: Favorecer el agua potable de treinta comunidades de los municipios de Méngüeme y Nkolafamba (Camerún); primera fase de desarrollo de la base productiva para la seguridad de alimentos en la provincia de San Marcos en Perú; reducción de las vulnerabilidades ambientales, sociales y económicas, en ocho comunidades rurales de Quetzaltenango y San Marcos en Guatemala: participación ciudadana por una educación de calidad, en San Juan de Lurigancho en Lima (Perú);la construcción de una Escuela de grado medio en zona rural de la India y lucha contra el sida en Douala (Camerún).

             Si bien este es un programa excelente que se concreta en pequeños proyectos, no podemos olvidar que cuando hay fe se consigue, porque la actitud que Dios nos pide es la generosidad. La paz va unida al progreso humano en todas sus dimensiones. Jesucristo cuando dice a sus discípulos: “dadles de comer”, no lo presenta como algo imposible de realizar sino como una consecución de la puesta en común de nuestros bienes espirituales y materiales. El milagro que Dios nos pide a todos es la generosidad; aún los más pobres pueden ser generosos. Todos tenemos el deber de ayudar al hermano aunque sólo sea con una sonrisa. No olvidemos que la generosidad engendra más solidaridad y Dios se derrocha en bondad y nos concede la paz como regalo.

              Agradezco el bien tan grande que está desarrollando, en nuestra Diócesis, la institución de ‘Manos Unidas’. El grupo de mujeres que está al frente, es un equipo que durante muchos años han llevado con esfuerzo y fatiga, como buenas cristianas, la conciencia a nuestra sociedad para ser colaboradores con proyectos concretos de ayuda a los más pobres. Os ruego que sigáis siendo con vuestro servicio silencioso voz de las conciencias y que unidos con nuestras manos y gestos concretos ayudemos a los más desheredados de la tierra. El hambre en el mundo decía Benedicto XVI es el signo más cruel y concreto de la pobreza. No es posible continuar aceptando la opulencia y el derroche, cuando el drama del hambre adquiere cada vez mayores dimensiones. Los cristianos nos debemos proponer ser alivio y esperanza para aquellos que sufren la miseria, el hambre y la pobreza en todas sus formas.

 

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