Pregunta: En más de una ocasión he escuchado que uno de lo movimientos de mayor incidencia, hoy día, es el de la “New Age” ¿Podría decirme qué piensa la Iglesia respecto a tal experiencia pseudo-mística y si está de acuerdo con su mensaje? Es un estilo de orientar la vida que está impregnando las mentes y hasta las formas de pensamiento moderno.

Respuesta: Comienzo por explicar que la palabra ‘New Age”, significa ‘Nueva Era’ y procede de la lengua inglesa. Es una corriente ideológica que tiene como idea fundamental que llegará un momento en que la humanidad será muy diversa y cualitativamente distinta a la actual. Este paso evolutivo traerá consigo una iluminación de la conciencia de los hombres. Desvanecerá nuestra percepción fragmentada de la realidad y, supuestamente, veremos al universo entero como es: un todo y único del cual nosotros mismos no somos más que una parte.

No es una secta, ni una religión. No es una organización única, ni sigue líneas unánimes y universales. No es ni ciencia ni filosofía, aunque se encubre en ideas confusas que combinan lo filosófico con lo teológico pero sin consistencia. Es un sentimentalismo pretencioso y difuso. No se puede definir por sí misma porque se mueve en la indefinición y en la falta de organización. Defiende exageradamente el ecologismo.

Del ecologismo exagerado nace una especie de espiritualidad planetaria que quiere “animar” a toda la realidad cósmica o dotar a la creación de una fuerza mágica. Se pierde la noción de un Dios personal que es distinto a la creación y por tanto defiende, dicho modo de sentir y pensar, en una especie de magma divino e impersonal que se mueve por todo el universo. Se podría aún profundizar más y ver que caen en el mismo error que los gnósticos (corriente filosófica que pretendían con el sólo conocimiento llegar a comprender de forma absoluta e intuitiva lo divino; por otra parte se basan en la pseudo-ciencia).

Es incompatible la ‘New Age’ con el evangelio por varias razones que sintetizo. La primera característica es el relativismo ideológico, espiritual y moral que se mueve en torno a esta teoría. Lo segundo que afirman es que “todo es dios” y por eso recalcan que “no hay ningún dios fuera de ti mismo”. Tercero, admiten que han venido muchos Mesías y rechazan que Jesucristo sea el único e irrepetible. Por tanto no lo consideran como el único que revela la vida de Dios, que es Hijo de Dios y que se ha Encarnado para salvarnos. Lo cuarto es que admiten la reencarnación o la transmigración del alma, es decir que el ‘yo’ personal del ser humano viva varias existencias en forma cíclica, cambiando sólo de cuerpo, a lo largo de centenares o miles de años hasta lograr su “iluminación definitiva” es algo totalmente irreconciliable con la fe cristiana. Y podríamos añadir muchas más de las teorías embaucadoras que teniéndolas como base desorientan a los ingenuos y faltos de formación. Juan Pablo II advertía en una ocasión, a los fieles cristianos, que sean conscientes de la “incompatibilidad de esas ideas con la fe de la Iglesia”.

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