La Iglesia colabora positivamente con la sociedad

Cada año la celebración del Día de la “Iglesia Diocesana” trae a nuestra reflexión temas muy interesantes y significativos. Este año, recién iniciado el Año de la Fe y el sínodo de los obispos para la nueva evangelización en Roma, la campaña pone el acento en la contribución que hace la Iglesia, para crear una sociedad mejor. No es ponderable, ni contable, el aporte de la Iglesia, a lo largo de los siglos, a la buena marcha de los pueblos.

La contribución es inconmensurable bajo el punto de vista material, moral y espiritual. Resalta más aún en los tiempos de crisis. La Iglesia, sigue siendo la samaritana de la humanidad. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en el corazón de los cristianos (cfr. GS 1) ¿De dónde nace todo? De la fe que mueve a la caridad. Al convocar el Año de la Fe dice el Papa Benedicto XVI que “profesar con la boca indica, a su vez, que la fe implica un testimonio y un compromiso público… y porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad social de lo que se cree”. (PF 10)

En sintonía con esta invitación está el lema de este año: “La Iglesia contribuye a crear una sociedad mejor”. En este sentido los cristianos cumpliendo los mandamientos y siguiendo el espíritu del Evangelio contribuyen a la buena marcha, a la feliz convivencia y bienestar de la sociedad. El Año de la Fe nos pide de una manera especial profesar públicamente la fe. Nos pide por lo tanto ser capaces de aparecer con aportes positivos en la vida pública. En el estilo de vida de esa implicación nos reconocerán que somos cristianos porque sabemos iluminar todas las cosas a la luz de Cristo.

[pullquote1] La Iglesia, sigue siendo la samaritana de la humanidad. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en el corazón de los cristianos[/pullquote1] Como fondo del cartel aparece la imagen de diversas familias y grupos que caminan animosos, decididos y alegres con una orientación común, iluminados por una gran cruz que se ve al fondo impulsando a todos. Es una imagen muy elocuente. La familia cristiana, los grupos comprometidos de iglesia, están urgentemente llamados a regenerar moralmente la sociedad. La familia es la base de toda renovación pues es la gestora de nuevas vidas.

Apostilla el lema central la invitación: “Ayuda a tu parroquia, ganamos todos”. El testimonio de la fe se hace práctico, visible y eficaz participando en la oración por la Iglesia Diocesana, viviendo en comunión con sus proyectos y ayudándola económicamente. La Iglesia de la que somos miembros todos los cristianos bautizados necesita para su desarrollo, en todos los ámbitos, de la colaboración económica. Con ello se ayuda a tantas realidades que engloban su acción evangelizadora y se atiende a los pobres que se acercan a las parroquias. De ahí que hemos de sentirnos orgullosos de pertenecer a esta comunidad cristiana que se siente vivificada, acompañada y amada por Jesucristo que ha prometido permanecer siempre en medio de ella.

Todos los momentos de gozo y de dolor aplacado vienen sustentados por Jesucristo a través del Evangelio, que es su Palabra y de la vida de los sacramentos, que es su Presencia. ¡Qué orfandad sentiríamos sin la presencia de las comunidades parroquiales! Nos desorientaríamos como ovejas sin pastor. Apoyemos a los sacerdotes y a los agentes de pastoral: catequistas, formadores de los niños y jóvenes, armonizadores de la belleza parroquial y a los visitadores de enfermos. Que los consejos de pastoral y de economía sean el reflejo de una comunidad cristiana que está bien atendida y organizada. Roguemos para que todos seamos files hijos de Dios y de su Iglesia. Pidamos al Señor por las vocaciones al sacerdocio, a la vida consagrada y a laicos comprometidos por el Reino de Dios.

Encomendando la diócesis a María, la madre de la Iglesia, y a todos los santos y agradeciendo vuestra generosidad, os saludo y bendigo de todo corazón en el nombre del Señor.

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