Pregunta: Este es un buen momento para que la Iglesia proclame que la dignidad de la persona está sobre todo. Debe pedir, como acaba de hacer el Papa, el respeto a la libertad y a la cultura de la vida. Quiero preguntarle: ¿qué es la conciencia moral?, ¿todos estamos capacitados para tenerla?

 Respuesta: Sin duda que todos estamos capacitados. El Concilio Vaticano II afirma que “en lo más profundo de su conciencia, el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándole siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal…. El hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón… La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está sólo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella” (GS 16).

Cuando hablamos de libertad, de respeto a la vida, de armonía fraterna, de posturas éticas y de valores humanos, no podemos olvidar que la dignidad humana implica y exige la rectitud de la conciencia moral.

Toda ideología que rompa con esa “voz que resuena dentro de nosotros” puede afirmarse que está en contra de la dignidad humana. Los métodos sofisticados de hoy son medios, nunca fin en sí mismos. De ahí que, aun cuando el hombre pueda cambiar las mismas leyes de la naturaleza o los procesos reproductivos del ser humano, nunca podrá desoír la “ley inscrita en su corazón”.

Cuando uno debe decidir en conciencia, previamente tendrá que tener presentes algunas reglas para saber si la conciencia está en el camino recto o es errónea: “nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien. Buscar el bien de los demás como bien propio. Esta es la ‘regla de oro’ que consiste en querer para los demás lo que querríamos para nosotros mismos. El amor cristiano debe actuar siempre con respeto hacia el prójimo y hacia su conciencia”.

La conciencia recta es fruto de una buena formación, de que se ha buscado la verdad. Cuando no se busca la verdad y el bien, la conciencia va perdiendo visión objetiva. Los frutos no pueden ser sanos. Se descompone y se devalúa la propia dignidad de la persona, se va a la deriva. El sentido moral se corrompe.

Es preciso trabajar por liberar la conciencia moral de sus errores. La Palabra de Dios es la mejor ayuda para ver con nitidez lo que Dios ha escrito en nuestra intimidad y en nuestra conciencia. Si tenemos esta suerte, aprovechemos en toda ocasión la voz de la conciencia, que es mensajera de Dios. El hombre prudente cuando escucha la voz de la conciencia, puede oír a Dios que le habla.

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