La Iglesia Diocesana abre sus puertas a la alegría del evangelio

Queridos diocesanos:

Un año más nos sentimos alentados a seguir profundizando en la razón fundamental de nuestra vida: la fuerza del amor de Dios que nos evangeliza y convierte. Tal vez nos sentimos tentados, al comenzar el nuevo curso, con la flojera del cansancio y de una cierta pereza para emprender una nueva etapa. Es comprensible cuando se contempla uno a sí mismo y bucea pensando que todo depende de uno mismo. Debe ser todo lo contrario puesto que en esta pobreza hemos de encontrar el motivo fundamental para el servicio que Dios nos pide cada día. “Cada obra de amor, no importa lo pequeña que sea, lleva a las personas cara a cara con Dios. No es la magnitud de nuestra acción lo que cuenta, sino el amor que ponemos en ella. No es lo mucho que hacemos lo que complace a Dios, sino el mucho amor que ponemos en lo que hacemos. El amor no vive en las palabras, ni puede explicarse con palabras, especialmente el amor que le sirve, que viene de Él y que le encuentra y le toca. Hemos de tocar el corazón, y para tocar el corazón, el amor se demuestra con hechos” (Santa Teresa de Calcuta).

1.- Un curso centrado en Jesucristo Señor y Salvador del género humano. No hay certeza mayor que ésta: Dios nos ama y ha dado la vida por nosotros. Este el camino de la misericordia que encuentra su fuente en el amor entregado de Dios presente entre nosotros. Nuestro ministerio sacerdotal y nuestra experiencia cristiana, como consagrados y laicos, ha de tener esta esencia fundamental. Es impresionante constatar la fuerza que muestra la Cruz de Cristo. Muchos piensan que Dios está fuera de la realidad y más allá de los problemas y dramas humanos. ¡No es verdad! ¡No absolutamente no! Dios no es solamente alguien que está fuera del mundo –decía San Juan Pablo II- feliz de ser en sí mismo el más sabio y omnipotente. Su sabiduría y omnipotencia se ponen, por libre elección, al servicio de la criatura. Si en la historia humana está presente el sufrimiento, se entiende entonces por qué su omnipotencia se manifestó con la omnipotencia de la humillación mediante la Cruz.

El escándalo de la Cruz sigue siendo la clave para la interpretación del gran misterio del sufrimiento, que pertenece de modo tan integral a la historia del hombre. En eso concuerdan incluso los críticos contemporáneos del cristianismo. Incluso esos ven que Cristo crucificado es una prueba de la solidaridad de Dios con el hombre que sufre. Dios se pone de parte del hombre. Lo hace de manera radical: ‘Se humilló a sí mismo asumiendo la condición de siervo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz’ (Flp 2,7-8). Este estilo y talante de servicio nos ayudará a vivificar el Plan de Pastoral diocesano. Nuestras capacidades y potencialidades serían inútiles si no las ponemos al servicio de los que se nos ha confiado.

2.- Un tiempo para alentar, potenciar y poner al día el plan de pastoral y organizar las Unidades de Atención Pastoral.- El proyecto de pastoral nos sirve como cauce unificador y para ejercitar la caridad entre todos. “Es muy importante para nosotros darnos cuenta de que el amor, para que sea auténtico, tiene que doler” (Santa Teresa de Calcuta, INT). Y digo esto porque no va a ser fácil mentalizarnos de lo que supone atender pastoralmente a las numerosas comunidades parroquiales. Para ser auténticos servidores, en la nueva encomienda que la Iglesia nos pide, no hemos de olvidar que lo primero de todo es la disponibilidad total. Y esto se va madurando en la íntima relación con Jesucristo que dice: “No he venido a ser servido, sino a servir y dar mi vida en redención de muchos” (Mt 20, 28). Ya San Agustín advertía que quien busca su propio interés y no el de Jesucristo no apacienta a los fieles que se le han encomendado: “Estas son las dos cosas que esperan del pueblo los que se apacientan a sí mismos en vez de apacentar las ovejas: la satisfacción de sus necesidades con holgura y el favor del honor y la gloria” (Sermón 46, 6-7). A la luz de este texto podemos deducir que nos van a tocar momentos de prueba espiritual que, como un termómetro, mostrará la altura de miras en la que nos encontramos.

Por otra parte las Unidades de Atención Pastoral requerirán vivir más en equipo y la fraternidad sacerdotal y eclesial será más evidente. No debemos dejarnos llevar por lo que siempre hemos hecho. Hoy las inercias no tienen fuerza suficiente para evangelizar. La creatividad evangelizadora va más allá de nuestras seguridades, se requiere recrear en nuestras comunidades parroquiales un ambiente de fraternidad que hace posible atraer a aquellos que están en las periferias.

3.- Seguir alentando y animando a los jóvenes que buscan su vocación bien por el camino del sacerdocio, por la vida consagrada o por el matrimonio.-Durante este nuevo curso invito a todos los sacerdotes, consagrados y agentes de pastoral para que realicen momentos de oración y encuentros de retiro a favor de las vocaciones. Desde los Seminarios se seguirán abriendo sus puertas para acoger a jóvenes tocados por la llamada de Jesucristo. Lo mismo invito a todos los consagrados para que o bien desde la vida activa o la vida contemplativa se invite a los jóvenes y les muestren la riqueza de su vocación. Desde la Delegación de la Familia se está preparando un libro titulado: “100 preguntas y respuestas para los que se preparan al matrimonio”. Servirá para la formación, que se imparte en los “Cursillos prematrimoniales”, como para la formación permanente de los casados. La formación es un reto importante en esta sociedad tan bombardeada de ideologías de diverso signo. El discernimiento actualmente es muy necesario.

Os deseo un feliz Curso 2016-2017 y que al amparo de la Virgen María caminemos, con alegría y gozo, por el sendero de la santidad.

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