Estamos ya dispuestos a vivir el tiempo de vacaciones. Todos con gran ilusión nos movemos y, como dicen los sociólogos y sicólogos, realizamos una “ruptura de nivel”. Salimos de nuestra tierra y nos dirigimos a otros lugares para hacer una ausencia de lo que es ya habitual. No obstante siempre nos hemos de hacer esta pregunta: “¿Descansamos en las vacaciones?”. Sucede muy a menudo que la respuesta se contradice puesto que se vuelve más cansado. ¿Es tiempo de descanso? No caigamos en la cuasi magia de pensar que porque hemos cambiado de lugar, vamos a descansar mucho más. Si nuestra vida es complicada, también lo es a la hora de afrontar cuál debe ser la forma o actitud mejor para descansar. Los grandes místicos dan la solución de una forma muy sencilla y que es la más acertada: “El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa” (San Juan de la Cruz). Y lo dice porque a veces buscamos más en los trabajos cotidianos la forma de realizarnos y vemos que nos cansan. Los trabajos los hemos de medir a nosotros, y no nosotros a los trabajos. Tal es así que cuando tenemos la sensación de sobrecarga, desmotivación, incompetencia o un comportamiento disfuncional en el trabajo… el riesgo es de agotamiento emocional, problemas de stress y de tener sensaciones negativas.

La psicología en el campo del nivel psicosocial lo detecta de una forma muy clara. Y desde la misma ciencia psicológica se van programando objetivos a tener muy presente para prevenir los agotamientos profesionales y laborales. Se suele decir que conviene tener hábitos saludables y es cierto que se requiere romper con la anarquía de pasar la jornada sin programación. Llevar una adecuada planificación en el recorrido de la jornada es muy saludable. Cuidar la salud física, mental y espiritual es muy importante. Jesucristo invitaba a los suyos: “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas: porque mi yugo es suave y mi carga es ligera” (Mt 11, 29-30). La experiencia espiritual es muy importante a la hora de llegar a la serenidad y a la pacificación del corazón. “Cualquier otra carga te oprime y te abruma, más la carga de Cristo te alivia el peso. Cualquier otra carga tiene peso, pero la de Cristo tiene alas. Si a un pájaro le quitas las alas, parece que le alivias del peso, pero cuanto más le quites este peso, tanto más le atas a la tierra. Ves en el suelo al que quisiste aliviar de un peso; restitúyele el peso de sus alas y verás cómo vuela” (San Agustín, Sermones 126, 12).

Hay un punto muy necesario que ayuda a madurar en la vivencia de la armonía interior y es cuidar las relaciones interpersonales sin agobios y sin prisas. Hoy estamos acosados por los móviles que sustraen y roban las relaciones personales. Provoca inmediatamente un mundo tan virtual que degenera en una adicción perniciosa puesto que la persona pierde su propia realidad personal de interrelación. Los frutos son muy amargos puesto que conllevan un malestar intenso, baja auto-estima y baja auto-eficacia. De ahí la importancia de saber gestionar lo que es accidental de lo que es más importante: saber escuchar y atender a la persona que tenemos enfrente. Por eso Jesucristo dio en la clave cuando afirma: “Un mandamiento nuevo so doy: que os améis unos a otros. Como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor unos a otros” (Jn 13, 34-35). Y este modo de proceder no es una quimera o un sentimentalismo más o menos aceptable. Todo lo contrario es la mejor expresión de la experiencia humana. Sin ello todo se deprecia y se devalúa de tal forma que se cae en la despersonalización y nos convertimos en objetos de usar y tirar.
Por último si deseamos descansar previamente supone tener paz en la vida interior que se ha de cuidar, lo que denominan los especialistas, la asertividad. Y esta se va ejerciendo en la medida que uno sabe los límites que tiene y no lanzarse a realizar cosas que no tiene capacidad para ello. “No os ha sobrevenido ninguna prueba que supere lo humano, y fiel es Dios, que no permitirá que seáis probados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, con la prueba, os dará también el modo de poder sobrellevarla con éxito” (1Cor 10, 13). Este tiempo de verano donde podemos ejercitar, con la fuerza del amor, un período de descanso, no debemos olvidar que la vida tiene sentido si sabemos organizarla con motivaciones físicas, mentales y espirituales.

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