Diario de vuestro Arzobispo (III) A los Colegios Concertados.

Estimados directores, profesores, capellanes, personal no docente, alumnos y familias que pertenecéis a las Comunidades Educativas de los Colegios Concertados:

En estas circunstancias tan especiales que estamos viviendo a causa de la pandemia del coronavirus, quiero expresaros que os tengo constantemente en mi corazón y en mi oración de Obispo. Rezo para que sea un tiempo fecundo en vuestras vidas. Tiempo de unión de los esposos, de las familias, de unión entre los diferentes miembros de la Comunidad Educativa, y tiempo de especial unión a Dios y la Virgen que nos aman sin medida.

Pido al Señor que viváis este tiempo desde la esperanza, la generosidad y la confianza de que todo es para bien para los que aman a Dios.

Os invito, también, como hijos de Dios a que acudáis a Él con la poderosa arma de la oración, pidiendo por las víctimas mortales que está provocando el COVID-19. Por los que están enfermos, por los sanitarios y tantos que están al servicio de los hombres y mujeres cuidando, estudiando y procurando remedios. Pedimos también por las autoridades civiles para que tengan acierto en sus decisiones, y así, entre todos podamos salir de esta epidemia fortalecidos en el cuerpo y en el alma.

Os ofrezco esta oración de súplica a la Virgen que ha compuesto el Papa Francisco para la ocasión, por si podéis hacerla juntos en familia:

«Oh María, Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y esperanza. Nosotros nos encomendamos a Ti, salud de los enfermos, que ante la Cruz fuiste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe. Tú, Salvación de todos los pueblos, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás para que, como en Caná de Galilea, pueda regresar la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos. Y ha tomado sobre sí nuestros dolores para llevarnos, a través de la Cruz, al gozo de la Resurrección. AMÉN.

Bajo tu protección, buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies las súplicas de los que estamos en la prueba y líbranos de todo peligro, ¡oh, Virgen gloriosa y bendita!»

Con todo mi afecto fraterno, mi agradecimiento y mi bendición.

+ Francisco
Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

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