Nuevos mártires beatos navarros en el Año de la Fe (VI)

capuchinoEn esta publicación damos algunos datos de la vida de Lorenzo Ilarregui Goñi, capuchino que será beatificado el próximo 13 de octubre.

Capuchinos

32 mártires Capuchinos serán beatificados el próximo 13 de octubre, entre ellos un navarro.

LORENZO ILARREGUI GOÑI (FRAY GABRIEL DE ARÓSTEGUI)

Nació en Aróstegui (valle de Atez) el 10 de agosto de 1880. Tras un prolongado postulantado, vistió el sayal capuchino en el convento de Montehano (Santander), el 31 de diciembre de 1910, profesando en el mismo convento al siguiente año. Fue destinado después al convento de El Pardo, al cuidado de la huerta y el ganado. El agobio del trabajo no turbaba su ánimo invariable: siempre se le encontraba de buen humor, alegre y contento. Todo era fruto de la sólida formación espiritual y de su vida interior: se daba a la oración sin abandonar el trabajo. El reloj que marcaba las horas le daba la oportunidad de intercalar en el trabajo su devoción mariana y su recuerdo a la Eucaristía. Era humilde, sencillo y callado.

En el convento de El Pardo se encontraba cuando fue asaltado por los milicianos el 21 de julio de 1936. Quiso huir, saltando las tapias de la huerta; pero, apenas había puesto los pies en tierra, fue visto por los milicianos que tenían rodeada la huerta. Le conminaron a que se detuviese y, después de insultarle y maltratarle, le quisieron obligar a blasfemar, diciéndole que si no lo hacía le matarían allí mismo. Él, por toda respuesta, dijo: «Hagan de mí lo que quieran; mátenme, pero yo no blasfemo». Aquí comenzó su martirio y también su clara y valiente confesión de fe.

Conducido con los demás al pueblo de El Pardo y más tarde a la Dirección de Seguridad, fue puesto en libertad el 25 de julio. Pasó unos días en Madrid, refugiado en la casa del Dr. Úbeda, hasta que el 5 de agosto, temeroso por los registros, salió andando camino de El Pardo. Tras una semana deambulando por el monte, fue detenido y conducido de nuevo al convento, donde siguió trabajando en la huerta, siempre vigilado por los milicianos, que ni si quiera le permitían hacer sus oraciones y le herían en sus sentimientos, diciéndole que le iban a casar con una miliciana. Él, por toda contestación, se echaba a llorar y respondía: «Mátenme antes, pero yo no consiento eso».

Y así llegó el día 23 de agosto de 1936, día en el que, mientras cenaba, fue conducido a la puerta del convento, donde tres milicianos lo acribillaron a balazos. Tenía 56 años, 25 de religioso.

Santiago Cañardo Ramírez

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