Nuevos mártires beatos navarros en el Año de la Fe (VII)

sierva de maríaDaría Andiarena Sagaseta, miembro de las Siervas de María, será una de las religiosas beatificadas el próximo 13 de octubre.

Siervas de María

Entre las Siervas de María que fueron mártires se encontraba la navarra Daría Andiarena Sagaseta.

DARÍA ANDIARENA SAGASETA

Es una de las cuatro Siervas mártires, asesinadas juntas en Pozuelo de Alarcón en el verano de 1936, y que serán beatificadas el próximo 13 de octubre en Tarragona.

Nació el 5 de abril de 1879 en Donamaría, hija de Nicolás y Francisca, ambos naturales y vecinos del mismo pueblo. D. Miguel Goizueta le administró el bautismo al día siguiente, con los nombres de Josefa Engracia, aunque se le llamaba Graciana y así figura en la Congregación. Recibió la confirmación el 30 de agosto de 1881.

A los 23 años, el 9 de noviembre de 1902, ingresó en el instituto de Siervas de María, haciendo el noviciado en Madrid. Tomó el hábito el 19 de abril de 1903 y emitió sus votos el 4 de mayo de 1905. Su primer destino fue la casa de Zaragoza. En 1910 pasó a Ciudad Real y en 1911 fue trasladada a la Casa Madre en Madrid, haciendo sus votos perpetuos el 5 de mayo de 1913. No tardó en enfermar de una úlcera de estómago, dando muestras de humildad y mortificación. En la Casa Madre, como auxiliar de las hermanas coadjutoras, fue modelo de virtudes para las novicias. Su caridad para con ellas era la de una madre. Esta delicada misión la desempeñó durante ocho años. Su vida fue una referencia continua para las jóvenes que la conocieron. La entrega de la vida de Sor Daría, en el momento de su muerte, no fue vista por las hermanas que con ella habían convivido como algo casual, sino como la coronación de toda una vivencia, deseada por ella misma «Yo quiero el martirio del sacrificio diario y si Dios quiere, también morir, morir mártir por Él», había dicho.

El 30 de septiembre de 1930 fue destinada a la casa de Pozuelo de Alarcón en Madrid, para aliviar a aquella comunidad, formada por hermanas ancianas en su mayoría. Allí encontraría el martirio.

El 29 de agosto de 1936, las religiosas fueron expulsadas de su convento, aunque permitiéndoles instalarse todas juntas en una casa particular, hasta que el 21 de noviembre las obligaron a dispersarse. Cuatro de ellas fueron acogidas en casa de una familia amiga de la comunidad. Cuando un miliciano, al coger a una de ellas, le palpó el rosario grande que llevaba por debajo del vestido a una de ellas… fue cuando Sor Daría, con bastante entereza, dijo a los milicianos: «En efecto somos religiosas, pueden hacer lo que quieran de nosotras, pero yo les suplico que a esta familia no les hagan nada, pues al vernos sin casa y autorizados por el Comité de Pozuelo, nos recibieron en la suya, por caridad». Al poco rato otros milicianos se encaminaron derechos a la habitación de las hermanas, que fueron asesinadas esa misma noche. Era el 7 de diciembre de 1936. Tenía 57 años, 33 de religiosa.

Santiago Cañardo Ramírez

 

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