Seminario sobre “Fe, razón y ciencia” en el ISCR

El Instituto Superior de Ciencias Religiosas “San Francisco Javier” de Pamplona ha ofrecido un seminario sobre “Fe, razón y ciencia”, que ha sido coordinado por el sacerdote diocesano Mikel Garciandia y en el que ha colaborado, entre otros, el profesor de Física en la Universidad de Navarra, Héctor Manzini.

Usted ha colaborado en el seminario “Fe, razón y ciencia: creación y cosmología”, ¿cómo ha sido la experiencia?
En el seminario organizado por el ISCR, mi participación se ha centrado, por una parte, en el origen y evolución de la materia en el universo y sus perspectivas futuras. Esto significa un rápido repaso de los aspectos físicos desde las primeras partículas elementales, pasando por la evolución de la materia inerte y luego de la vida, hasta llegar al ser humano. Por la otra, se procura observar todo ese panorama iluminado por las verdades de nuestra fe.
Siempre me ha producido un gran entusiasmo participar de este tipo de seminarios. A diferencia de la docencia universitaria, estos seminarios piden un mensaje muy claro, a partir de nuestra experiencia profesional y de nuestra fe. Un mensaje que sirva a quienes, con gran mérito, vienen a escuchar estas ideas luego de trabajar todo el día en sus actividades normales.
Suelen participar personas adultas de todas las edades, con distintas experiencias de vida y diferente formación profesional. Ello nos obliga a buscar un lenguaje universal y sencillo, accesible a todos, pero fundamentalmente, a poner en orden nuestras ideas científicas, y sin faltar a la verdad, presentarlas en un lenguaje que destaque su compatibilidad con nuestra fe. Y cuando vemos alguna diferencia, también nos obliga a plantearla con toda honestidad, dentro de la certeza que Fe y Verdad, provienen ambas de Dios y no pueden ser incompatibles. Aunque de momento no resulte  claro para nosotros.
Las preguntas suelen ser interesantísimas, y al responder a ellas debemos cuidar esos dos aspectos básicos: que la sencillez de expresión no disminuya el rigor científico, y que todo lo que se diga sobre la fe, no sea producto de la improvisación, ni de simplificaciones fuera de la riqueza de su contexto teológico. Por ello estos seminarios son siempre un desafío y una experiencia estimulante, es más lo que se aprende, que lo que se enseña.

¿Cuál ha sido el objetivo de este seminario?
A lo largo de nuestras vidas, todos necesitamos conocer a Dios, cada vez más profundamente, porque como es bien sabido, no se ama lo que no se conoce. Cualquier seminario como éste, procura ayudar en esa tarea. Por una parte aumentando los conocimientos en aquellos temas que más nos preocupan, y por otra, contribuyendo a superar dudas o conceptos oscuros que terminan por atenuar nuestra fe.
En la sociedad actual, hay un sucedáneo de la ciencia, el “cientismo”, que suele hacer mucho daño a la fe de aquellas personas que no se preocupan por su formación. En este seminario en particular, buscamos mostrar la compatibilidad profunda existente entre aquello que la ciencia ha descubierto sobre el comportamiento de la naturaleza, y los contenidos de nuestra fe, que desde el “cientismo”, muchos intentan presentar como incompatible y aún irracional.
El contenido racional de la teología católica, es uno de nuestros mayores tesoros, y por desgracia, vivimos en una época donde proliferan improvisaciones, repetición de antiguos errores o herejías, que se intentan hacer aparecer como “cuestionamientos novedosos”, en un grado que a veces llega al absurdo.

¿Qué aporta este seminario a los creyentes?
Como se ha dicho, el seminario pretende por una parte dar información filosófica, teológica y científica suficiente, para que cada asistente pueda formar su opinión sobre el tema, libremente. Intentamos ayudarle a completar aquellos aspectos de su formación que a lo mejor tiene olvidados, o quizás, que nunca tuvo oportunidad de adquirir. Entre todos los profesores, buscamos destacar aquellos contenidos que se deben tener presentes en una perspectiva católica sobre el tema cosmológico, que como sabemos, no puede ser sólo científica. Por otra parte, y como ya hemos destacado, es una buena oportunidad para plantear todas las dudas abiertamente.

El Papa Benedicto XVI afirmó recientemente que la ciencia no tenía por qué estar reñida con la fe. ¿Cree usted que son compatibles?
El Santo Padre, como sus predecesores, nos recuerda con frecuencia que nuestra fe es racional. Desde aquella famosa conferencia en la Universidad de Ratisbona en noviembre de 2006, que tantos escozores produjo, suele destacar la importancia que tuvo: “la fusión del pensamiento filosófico griego con la fe bíblica de Israel”. En la encíclica “Caritas in Veritate”, nos pide integrar la experiencia de la Caridad con el conocimiento de la Verdad. Destacar esta unión es una de sus preocupaciones permanentes.
En mi opinión, el conocimiento de la Verdad, necesita de las dos perspectivas, científica y teológica, porque son complementarias. La ciencia nos dice aquello que las cosas son, mostrándonos cómo se comportan en la naturaleza. Ese conocimiento tiene reglas precisas que se deben cumplir para que sea “verdadero”. Sin embargo, la verdad que se alcanza por este método es incompleta. La ciencia no agota la realidad, que va más allá de aquello que se puede medir en un experimento. Ni el bien, ni la belleza, ni el amor o el altruismo, por citar unos ejemplos, se pueden medir.
Por otro lado, mediante la fe, alcanzamos otro tipo de conocimiento: aquello que las cosas son, en relación al plan de Dios. A partir de este conocimiento sabemos cómo obrar, cómo vivir, cuál es el bien, cuál es el sentido de la existencia…, entre todas las demás realidades que no se pueden medir en experimentos.
Sin este tipo de conocimiento, sin la fe, todo el Universo carece de sentido, como lo certifican, por ejemplo, las palabras de S. Weinberg, premio Nobel de Física, en uno de sus libros más hermosos y más conocidos. Allí concluye, luego de exponer la cosmología de los momentos iniciales del Universo: “cuando más sabemos sobre el universo, más absurdo nos parece”. Es la triste conclusión lógica a la que llega un científico que no quiere conocer a Dios, normalmente, por creer que en el universo sólo existe la materia.
Pero si logra conocer a Dios, en palabras de Pablo II, alcanzará a conocer “el esplendor de la Verdad”, de toda la verdad. Aún así, no basta con la ciencia y la fe. Necesitamos además de la filosofía para establecer los “puentes” que permitan establecer un diálogo fructífero.

¿Qué dice la Cosmología sobre el origen y desarrollo del universo y su relación con la fe cristiana?
La Cosmología actual dice muchas cosas. Por ejemplo, por primera vez, en el siglo pasado y desde la perspectiva de la Física se anunció que el Universo tuvo un origen, y ha demostrado con datos experimentales, lo que ha sucedido en los primeros momentos de su existencia, excepto aquellos demasiado cercanos al «origen».
Hasta entonces hombres de ciencia y filósofos, creían que el universo tenía que ser infinito y eterno. En esa misma línea, hoy nos encontramos con una legión de físico-matemáticos, tratando por todos los medios de buscar una alternativa que haga desaparecer la necesidad de un origen para el Universo.
Si la ciencia concluye que necesariamente hay un origen a partir de la nada, y no encuentra alternativas demostrables, aquello que dice la física, se parece demasiado a la “Creación”, como la describen los religiosos, y prácticamente no queda espacio para el ateísmo.

¿Coincide el Big-Bang con la creación?
La fe no afirma esto. Aunque nos resulte simpático que la física haya concluido que el Universo tuvo un origen, San Agustín ya nos aclaró, que la Biblia no dice como van los cielos, sino cómo se va al Cielo. La Biblia no enseña ciencia, ni la ciencia puede enseñar teología. Lo que dice nuestra fe, es que Dios es Autor del Universo, Causa Primera, Ser Necesario. En el Credo: “Creador del cielo y de la Tierra, de todo lo visible y lo invisible”. Y sobre este tema en particular, el resto son cuestiones nuestras.

A Mikel Garciandía

¿Cómo surgió la idea de implantar este seminario en el ISCR?
Dentro de la programación del ISCR entran los seminarios. Tratamos de organizar cada año uno con una temática o área pastoral específica (liturgia, enfermos, cáritas, familia…), junto con temas de interés que tienen que ver con la fe y la evangelización. En este caso, veíamos que era un tema nunca tratado la cuestión del origen del mundo y la creación, tan tergiversados generalmente cuando aparecen en los medios de comunicación y en el mundo académico. Para ello pensamos en que el peso lo llevaran dos físicos en el ámbito científico, Carlos Saenz de la UPNA y Héctor Mancini de la Universidad de Navarra. Junto a ellos, un filósofo, Andrés Larrambebere, un biblista de la casa, Koldo Esteban y un servidor para la parte teológica completaríamos las perspectivas del tema.

Usted ha sido el coordinador de este seminario sobre “Fe, razón y ciencia: creación y cosmología”, ¿cree que ha tenido una buena acogida?
En cuando a la matrícula, sin duda que 31 alumnos son una muy buena cifra. El interés mostrado y la hondura de las cuestiones en clase me hacen pensar que sí está teniendo una buena acogida. La asistencia es muy elevada y el ambiente que se respira hace ver que los temas que estamos tratando tienen una incidencia en el trabajo y las relaciones de la gente de cara a la propuesta del Evangelio y de la fe para el mundo de hoy.

¿Se volverá a repetir este seminario el curso que viene?
Habitualmente hacemos ciclos temáticos al menos para cada dos años. La idea es no ofrecer algo que se ha dado recientemente, y pensar en retos pastorales, espirituales, formativos que la diócesis precisa en este momento. Y la verdad es que no nos faltan ideas e iniciativas para el año que viene. La inculturación del evangelio y evangelizar la cultura son dos tareas que la Iglesia le ha asignado al ISCR “San Francisco Javier”, y en un futuro tal vez se considere que toca proponer de nuevo la cuestión sobre el origen del mundo y de cada uno.

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