Acompañamiento Espiritual en San Felipe Neri

Entrevista a Juan Carlos Elizalde, Vicario Episcopal de Pamplona-Cuenca-Roncesvalles y del Servicio Diocesano de Acompañamiento y Dirección Espiritual.

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¿En qué consiste este nuevo servicio diocesano? Se le ocurrió a don Francisco ante la necesidad que todos tenemos de ser escuchados y aconsejados. Un lugar al que poderse dirigir buscando un consejo personal garantiza esa personalización que exige la vida cristiana, la vida misma.

¿Una especie de consultorio? Sí, pero no de frivolidades. Se trata de preguntas sobre la vida misma, su sentido, la experiencia de Dios, el crecimiento espiritual, la resolución de problemas, crisis, dudas y conflictos.

¿Para persones dependientes, siempre necesitadas de un empujón? No, todo lo contrario. Para personas que valoran su propia vida como un tesoro. Para personas que no se pueden permitir el lujo de equivocarse. Para gente que quiere vivir la vida en plenitud sin resignarse ni acostumbrarse.

¿Quién lo está frecuentando más? La gente que lo está pasando mal, quien tiene que tomar una decisión importante, las personas con temas muy antiguos «aparcados» hace tiempo, gente a la que de pronto le entran muchas ganas de rezar, cambiar, decidirse y un sinfín de casos personales preciosos.

¿Y jóvenes? También. Normalmente por consejo de alguien o previa cita desde alguna parroquia o grupo. Creo que suelen buscar más un acompañamiento permanente que respuesta sólo a consultas puntuales. Como tienen todos los frentes abiertos les interesa contrastar muchos asuntos con una persona de confianza.

¿Qué es lo que más le impresiona? Las personas que de repente se encuentran ante un momento crucial en su vida. Me parece que cada página del Evangelio está escrita para ellas. Y que en esas circunstancias vitales la persona tiene una capacidad tremenda para entrar en el misterio de Dios.

¿Por qué ahora? Porque es una respuesta a una necesidad creciente. En la época de las mayores facilidades para la comunicación hay mucha gente que necesita contrastar, comunicarse desde el fondo, consultar, aconsejarse y curiosamente no es fácil encontrar personas adecuadas para ello.

¿Dónde está ubicado? En pleno Casco Viejo, en la Calle Nueva número 12, junto a la Plaza San Francisco, el Ayuntamiento o la parroquia de San Saturnino. Es el Oratorio San Felipe Neri, sede también de la Divina Misericordia. Es una capilla preciosa del siglo XVIII, restaurada recientemente por la parroquia de San Saturnino, a quien pertenece, y ahora recuperada para el culto y para este Servicio de Acompañamiento y Dirección Espiritual.

¿Basta con ir? Sí, en principio. Como la afluencia va siendo mayor es posible también concertar entrevista porque los 8 sacerdotes que atienden el servicio lo hacen en días y horarios fijos. Hay consultas puntuales pero muchas personas vienen buscando periodicidad y una atención a largo plazo.

¿También confesiones? Sí, aunque lo específico de este servicio sean entrevistas más pausadas que requieran más tiempo y tranquilidad. A veces la entrevista culmina en el sacramento de la penitencia y otras veces la confesión da lugar a una consulta más detenida.

¿Qué horario tiene este servicio? De lunes a viernes de las 16:00 a las 20:30 horas, excepto fiestas y vacaciones. Estamos 14 sacerdotes, 8 con días y horarios fijos y 6 más para poder suplir siempre. Se admiten más voluntarios porque se podría ampliar el horario y también evitaríamos algunas esperas. Cuatro horas y media ininterrumpidas con posibilidad de confesarse es una buena aportación.

Tan cerca del Servicio de Confesiones de la Adoración Perpetua de San Ignacio ¿No resulta reiterativo? Es un signo para toda la diócesis que indica la importancia de la confesión, la dirección espiritual y el acompañamiento personal. Es una manera de decir que el crecimiento de la vida cristiana incluye este trato personalizado. Este servicio pretende que la gente descubra la ayuda que supone la dirección espiritual para avanzar en el seguimiento al Señor. En algunas parroquias son los jóvenes los primeros en captar esta intuición. Constantemente la Iglesia está pidiendo a los sacerdotes que empleemos cada vez más tiempo en este tipo de atención.

¿Son los primeros beneficiados? Sí, desde luego. También nosotros necesitamos dirección espiritual y acompañamiento. Nos viene muy bien contrastarnos, relativizarnos y ponernos en tela de juicio. Si no, nos pasamos la vida «pontificando» y organizando. Asomarse a la acción sagrada de Dios en la gente nos hace humildes y agradecidos. Cuando alguien te pide ayuda vuelves a comprobar que Dios se fía de ti y te confía lo más sagrado, el corazón humano. No hay libros en los que se pueda aprender tanto. Ya me gustaría a mí tener los deseos que tiene tanta gente que se acerca a nosotros. Son un auténtico estímulo para nosotros. Es una invitación a vivir con más profundidad el propio sacerdocio.

¿Un consejo final? Si a alguien se le ha despertado el «gusanillo» del acompañamiento, que empiece. No es mal momento esta Cuaresma.

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