Sacerdote y pintor místico, Fray Xavier de Eulate

Nos ha dejado para entrar en la Casa del Padre Fray Xavier de Eulate, un sencillo fraile franciscano que a su vida retirada de oración unió una sorprendente entrega a la pintura. Originario de Navarra, aunque nacido en San Sebastián, en 1919, fray Xavier de Eulate, en el siglo Javier María Álvarez Casi, estudió Bellas Artes en la Real Academia de San Fernando (Madrid), después de haberse dado a conocer en la exposición de artistas noveles de la Diputación Provincial de Guipúzcoa en 1949, tras la que dio un giro a su vida para entrar en la orden de San Francisco de Asís. Amplió sus conocimientos plásticos con Daniel Vázquez Díaz y con Jorge Oteiza, que ya en 1954 le definió como «un gran valor nuevo». Después de residir en Italia, Francia y Cuba, país del que saldría expulsado tras la revolución castrista junto con sus compañeros de regla, fue destinado en 1962 al convento de los PP. Franciscanos de Olite, donde realizaría prácticamente toda su obra pictórica en paralelo a su misión sacerdotal.

El afán experimentador de Fray Xavier de Eulate no le encasilló en una tendencia concreta, sino al contrario, fue capaz de pintar sencillas naturalezas, llenas de candor, al estilo de Darío de Regoyos, y fuertes paisajes imaginativos sobre tabla de madera que sometía a recortes e intensas coloraciones. Quizás la amistad con Basiano le empujó a ser tan adaptable como nuestro pintor murchantino lo era a los diferentes paisajes de nuestra tierra. El contacto con la pintura de pequeñas sensaciones cromáticas de Daniel Vázquez Díaz, le sugirió el camino de la abstracción que le condujo hacia la plástica de campos de color al estilo del ruso-norteamericano Mark Rothko. En ese tránsito estilístico no le fue ajena la complicidad artística de Oteiza, con quien le unió una gran amistad, después de haber colaborado con él entre 1950 y 1954 en la decoración interior de la Basílica de Arantzazu, de la localidad guipuzcoana de Oñate, en concreto con el diseño de sus vidrieras, en las que alcanzó la abstracción casi plena en la representación de los símbolos cristianos. De esta habilidad suya para trabajar el gran formato y materias opuestas con técnicas diferentes, nos queda el ejemplo elocuente de la Iglesia de San Francisco del barrio pamplonés de Iturrama, con sus murales sobre cemento, sus pinturas de gran formato y el impresionante Cristo escultórico de su ábside, que descuelga uno de sus brazos para ofrecerse a nosotros.

El Padre Xavier es considerado a nivel histórico como el primer pintor abstracto de Navarra, donde ha residido los últimos cincuenta años de su vida. Pero no redujo su indagación plástica al mero juego especulativo de las formas, como tantos pintores de nuestra época cansados de una figuración reiterativa, sino que aquellas, en sus más sutiles gamas de color, le ayudaron a expresar la necesidad de infinitud, de paz y encuentro luminoso que todo ser humano precisa llegado el momento de encontrarse con Dios.

Francisco Javier Zubiaur Carreño

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