Claudio Calvo: “Creo en una sociedad en la que se puede hablar con naturalidad de la muerte como de la vida”

José Ignacio Martín Badules, Delegado Episcopal de Pastoral de la Salud, entrevista al doctor Claudio Calvo, ponente de las Jornadas y Médico de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios.

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José Ignacio Martín Badules, Delegado Episcopal de Pastoral de la Salud, entrevista al doctor Claudio Calvo, ponente de las Jornadas y Médico de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios.

Claudio, nos podrías explicar brevemente qué son y en que consisten los cuidados paliativos?

Es el ámbito de la medicina que se dedica a cuidar de las personas al final de la vida, desde el momento en que la expectativa no puede ser la curación. Su objetivo fundamental es procurar la mejor calidad de vida posible (esto siempre desde la perspectiva de la propia persona), mediante el control de los síntomas que vayan apareciendo, el acompañamiento y la escucha, tanto del enfermo como de su familia.

Tu trabajo como médico, prácticamente esta centrado en la atención domiciliaria. ¿Puede lograrse lo mismo en el domicilio que en el entorno de un gran hospital?

En la gran mayoría de las ocasiones sí, ya que, como decía antes, el objetivo es un adecuado control de síntomas y una buena calidad de vida, y eso es factible en el domicilio. Para ello es fundamental que sus cuidadores (la familia) se sientan seguros en casa, y en eso influye mucho el apoyo que sientan de los profesionales que les atendemos, tanto nosotros desde San Juan de Dios como desde el (fundamental) ámbito de Atención Primaria.

¿Qué equipo de profesionales se encarga de aplicar estos cuidados a domicilio?

La referencia fundamental son los profesionales de Atención Primaria: médico, enfermera y trabajador social. Desde San Juan de Dios, el Equipo de Soporte de Atención Domiciliaria lo formamos médicos, enfermeras, una administrativa y un equipo de psicólogas que atienden en el domicilio.

¿Qué pacientes, además de los oncológicos, suelen beneficiarse de este tipo de cuidados?

Actualmente, el grueso de pacientes que atendemos son pacientes oncológicos en estadio avanzado de enfermedad. Además de ellos, también visitamos en domicilio a pacientes con Esclerosis Lateral Amiotrófica, dentro de un equipo multidisciplinar con otros especialistas, fundamentalmente de ámbito hospitalario.

¿Quiénes deciden que se deben aplicar los cuidados paliativos: los familiares, los enfermos o es decisión de los médicos?

A nosotros nos llaman desde médicos de distintas especialidades (oncología y atención primaria las más frecuentes), pasando por cualquier profesional que detecte la necesidad de que una persona sea atendida por un equipo específico de Cuidados Paliativos, hasta algunos familiares que buscan nuestro teléfono y nos llaman directamente. El inicio del proceso es muy diverso, pero el final siempre es el mismo: nosotros llamamos al equipo de Atención Primaria y, si ellos están de acuerdo, concertamos una primera visita, si es posible, conjunta.

¿Hay miedo a los cuidados paliativos a raíz de algunas noticias que puede confundirlos con la sedación y la eutanasia? ¿En qué se diferencian?

La palabra «Paliativos» o enfermo «terminal» tiene habitualmente claras connotaciones peyorativas, pero más que por lo que comentas, en mi opinión, tiene más que ver con que nos confrontan directamente con el miedo a la propia muerte. Y más aún en esta sociedad nuestra en la que todo lo referente a la muerte es tabú. Respecto a la confusión habitual entre sedación y eutanasia, la diferencia es clara: la sedación es un tratamiento médico, y la eutanasia no. La Sedación busca aliviar un sufrimiento intolerable mediante la disminución del nivel de conciencia, cuando no existe otra manera de hacerlo manteniendo a la persona despierta. Y en ningún momento se busca acortar la vida. En la Eutanasia, en cambio, aunque el objetivo también es aliviar ese sufrimiento, el camino elegido es poner fin a la vida.

¿Piensas que el mejor lugar para morir es donde el enfermo quiera y el cuidador pueda asumir?

Totalmente. Y añadiría que existe cierto «idealismo» alrededor de esto, que a veces puede resultar una carga (una obligación social) para la familia, incluso para el propio enfermo. Creo que es bueno reforzar la idea de que el mejor lugar es aquel en el que todos, enfermo y familia, se sientan seguros y bien cuidados. Y si esto puede ser posible en el propio domicilio, pues obviamente siempre será mejor. Pero siempre desde el esquema que planteas: lo que quiere el enfermo y pueden sus cuidadores.

¿Crees que nos falta impregnarnos de la cultura de los cuidados paliativos?

Creo que una sociedad en la que se pudiera hablar tan naturalmente de la muerte como de la vida; y en la que los profesionales entendiéramos la vital importancia de aliviar tanto como de curar; creo que esa sociedad seria un muy buen lugar para vivir … y morir.

«Atender el dolor total», ¿en qué consiste?

En aceptar que las personas somos una unidad, y que cuando algo en esa unidad no funciona bien, es todo el conjunto el que sufre. Por tanto, cuando me duele algo, sufre mi parte física, mi psicología, mis emociones, mi espiritualidad, mi ser social y todo el conjunto de mi persona. Y por ello, tratar el dolor es atender a todos estos aspectos de la persona.

Los cuidados paliativos, ¿se demandan más en casa que en el hospital?

En general, en Navarra, a día de hoy, muere más gente ingresada en un hospital que en su domicilio. Y todos aquellos que mueren, de una manera implícita o explícita, demandan unos cuidados al final de la vida de calidad, sean por un equipo específico de Cuidados Paliativos, o por su médico responsable allá donde esté. En nuestro caso de San Juan de Dios, sí es verdad que atendemos a más pacientes en sus domicilios que en nuestra unidad hospitalaria (casi el doble).

¿Piensas que «ayudar a vivir es ayudar a morir»? ¿Por qué?

Porque creo que morir es parte de la vida, y que uno muere – en la mayoría de las veces – como ha vivido. Desde el ámbito de los cuidados paliativos, nuestro objetivo es que «la vida sea Vida hasta la muerte».

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