El plan de Dios en el matrimonio

Cuatro matrimonios ofrecieron su testimonio en la primera Jornada de Formación «Familia y Nueva Evangelización».

«El matrimonio funciona. Para ello, Dios nos invita a pararnos, conocerle y alcanzar una triple armonía: con uno mismo, entre los cónyuges y con Dios. Esta armonía y la misericordia de Dios hacen del matrimonio y la familia el lugar idóneo para conocer el amor de Dios Padre, y nos da el impulso para superar nuestras debilidades y dificultades. Con Él se puede».

Éste es uno de los mensajes que cuatro matrimonios ofrecieron en la primera jornada de formación «Familia y Nueva Evangelización», celebrada en el Seminario de Pamplona. Gabriel y Silvia, Fernando y Ángela, Christian y Leticia, y Roberto y María forman parte de un equipo de matrimonios que se está formando y preparando para evangelizar a otras familias en las parroquias. Esta iniciativa de la Delegación Diocesana de Familia y Apostolado Seglar pretende ayudar a otros esposos en su vocación y a superar las dificultades en la vida conyugal y en la educación de los hijos.

Gabriel y Silvia nos hablaron de plan de Dios en el matrimonio. Citando el libro del Deuteronomio, el hombre se enfrenta a dos caminos, uno el de la vida y otro el de la muerte. Las parejas que deciden dar el paso al matrimonio, vivido con entrega, optan por el camino de la vida, aunque suponga morir al «yo». El amor matrimonial tiene cuatro características: es humano, es total, es fiel y exclusivo y es fecundo, es decir, está abierto a la vida.

Fernando y Ángela se conocieron en un curso sobre cooperación internacional hace cinco años. Ambos habían vivido experiencias «fuertes» en el Tercer Mundo y para nada pensaban iniciar una relación. Tenían la cabeza en otras cosas. Sin embargo, Dios tenía otros planes para ellos. Fernando admite que Ángela ha sido muy importante en su camino de conversión.

Christian y Leticia son de la República Dominicana. Se casaron en 2006 después de un noviazgo lleno de dificultades que pudieron mantener gracias a la oración y a que vieron claro que todo entraba en los planes de Dios. Christian tuvo que marchar a España cuando sólo llevaban tres semanas de novios. Gracias a Internet pudieron mantener el contacto y rezar juntos casi a diario. «Delante de Dios sentíamos que lo nuestro entraba en los planes de Dios. Lo cómodo hubiera sido distanciarse y romper la relación», explica Christian. Así estuvieron un año, hasta que Leticia pudo viajar a Pamplona para estudiar. «Entonces lo cómodo y barato hubiera sido que ella viniera a vivir a mi pisito para estar juntos, pero queríamos un noviazgo limpio, no queríamos vivir en pecado, así que Leticia se buscó otro piso», relata Christian. Se casaron en 2006 y ya tienen un hijo, Lucas.

Roberto y María son un matrimonio veterano. Nos hablaron del pecado y misericordia en el sacramento. Al hilo de la parábola de hijo pródigo, nos mostraron las consecuencias para el hombre de la ruptura con Dios: tristeza, desesperación, vacío interior, pobreza, muerte… Pero a la vez, Dios nos espera con los brazos abiertos, dispuesto a celebrar una gran fiesta por nuestra vuelta a casa. También nos explicaron las consecuencias del pecado en el matrimonio. Adán y Eva, tras ser engañados por la serpiente, pierden la armonía que mantenían entre ellos y con Dios. Su relación se deteriora, tienen miedo, sienten la desnudez, sus pasiones se desordenan, entra el egoísmo, la crítica, el desprecio.

Pero, frente al pecado, está la misericordia de Dios. En el Antiguo Testamento abundan los ejemplos de la ternura con la que Dios trata a su pueblo pese a sus infidelidades. «Te seduciré y te llevaré al desierto, donde hablaré a tu corazón», dice el profeta Oseas. Y también abundan los testimonios de matrimonios que se han mantenido unidos y entregados hasta la muerte. La próxima jornada de formación tendrá lugar el sábado 19 de enero, sobre los temas: «La gracia del sacramento» y «Paternidad responsable». Delegación diocesana de Familia

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