“El matrimonio no es una empresa”

matrimonioTreinta parejas participaron el pasado fin de semana en el Primer Curso de Reciclaje Matrimonial, organizado en el Seminario de Pamplona por la delegación diocesana de Familia y Apostolado Seglar.

Pamplona. El matrimonio no es una empresa donde los cónyuges se reparten las funciones y tareas, se fijan unas líneas rojas que cada uno debe respetar y se pacta un consenso en las cuestiones conflictivas, para que todo funcione bien.  No, en el matrimonio no hace falta firmar ningún contrato como garantía de éxito. La garantía de éxito de un matrimonio es la entrega mutua y su fundamentación en Cristo.

Ésta es una de las ideas que recibieron este fin de semana los 30 matrimonios que asistieron al primer curso de Reciclaje matrimonial organizado por la delegación diocesana de Familia y Apostolado Seglar en el Seminario de Pamplona. Ángela explicó gráficamente que cuando se casó con Fernando obtuvo un inmenso regalazo, un cheque en blanco. En su charla titulada El plan de Dios en el matrimonio, el sacerdote Santiago Arellano aseguró que a pesar de las dificultades personales y de la presión del mundo, ser fieles en el matrimonio hasta el fin de nuestros días no es una misión imposible, porque Dios es el más interesado en que las familias funcionen y sean felices. Por eso, la gracia del matrimonio cubre nuestras carencias e imperfecciones. “Este es el secreto de las parejas de abuelicos, que tras años de matrimonio guardan la frescura del amor, la alegría, la confianza y la ternura”. Porque el matrimonio, explicó Arellano, es reflejo del amor de Dios, y como insiste en Papa Francisco, Dios es todo ternura.

Durante los dos días del curso, los matrimonios pudieron escuchar el testimonio de varias parejas, algunos de ellos veteranos en esto del matrimonio: Juan Ramón y Elena, Juan y Tere, Enrique y Pili… De ellos escuchamos que el matrimonio es fecundo y está abierto a la vida (paternidad responsable), que el secreto para educar bien a los hijos está en el amor, la alegría y la piedad. Y que la familia no debe construir muros sino abrirse a la sociedad para transformarla y que para ello es muy importante que las familias hagan piña.

La jornada terminó el domingo con la Santa Misa, en la que los esposos, frente al altar y cogidos de la mano, renovaron su amor matrimonial, y las familias al completo se consagraron al Sagrado Corazón de Jesús. En su homilía, Santiago Arellano explicó a los niños presentes la suerte que tenían “porque vuestros padres se tienen un amor así de grande”, decía con los brazos en cruz.
Los matrimonios coincidían  en el gran bien que les ha hecho este curso, con ganas ya de repetirlo el próximo año.

Pedro Gómez Rodríguez

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