Los cursillistas celebran su retiro de Cuaresma

Los cursillistas de cristiandad celebraron un Retiro en las MM. Benedictinas de Alzuza, como preparación para vivir este tiempo de Cuaresma y como una preparación para la Pascua.

Tras el rezo de Laudes, hubo una primera meditación impartida por nuestro Consiliario, D. Cesar Magaña, en la que versó sobre las tres características propias de la Cuaresma, como son la oración, el ayuno y la caridad. D. Cesar nos hizo reflexionar así mismo sobre las dificultades que podemos encontrar, ante las cuales podemos sucumbir o salir fortalecidos. Nuestra conversión en este tiempo de Cuaresma debe llevarnos a vivir plenamente la Pascua, y nos hizo ver cómo convertirse es volver a Dios, y esto significa que tenemos que dejar muchas de las cosas que nos lastran. Nos dijo D. Cesar que meditáramos sobre la parábola del Hijo pródigo. Que pensáramos también que la palabra que nos cambia es la toca el corazón. Cambia tu corazón y cambiarán tus obras (S. Agustín), nos recordó. La segunda meditación versó sobre el primer Evangelio de la Cuaresma, donde se muestran las tentaciones a las que fue sometido Jesús. El espíritu empujó primero a Jesús al desierto, a la soledad; el espíritu es el soplo, la fuerza que empuja. Nos hizo ver cómo nosotros también necesitamos la soledad para ver nuestra propia fragilidad, y ver como Jesús que solo con el amor del Padre se puede salir adelante.

Tras la Eucaristía y la comida, José Ignacio Monreal, cursillista, nos dio otra meditación, a la que dio el título de “El poso”, que versó en parte en la Charla de Ideal que se imparte en el Cursillo, que trata de despertar en el hombre ansias de superación eterna; se trata de hacer ver a Dios sin hablar de Dios. José Ignacio nos recordó la Encíclica del Papa Juan Pablo II “RedemptorHominis” donde se plantea una solución a los problemas del hombre tanto en sui dimensión humana como en su relación con Cristo, y en la que nos dice que Dios se encarna para redimirnos y sólo en Dios vamos a encontrar la paz. Por lo tanto encontrémonos cuanto antes con Él. Nos citó a la Virgen como imagen y modelo de crecimiento personal y como ella misma dijo “Hijo mío y Dios mío”, haciéndose además de Madre discípula. Nos dijo así mismo que a lo largo de estos años hemos vivido épocas, etapas, acontecimientos, que han podido solidificar en algunas verdades. La Esperanza es el reposo, es el descanso que necesitamos; un reposo que es confianza. Este es un buen momento para orar, para ir encontrando donde percibimos la presencia de Dios. Todos tenemos un poso donde sabemos que estamos salvados, por lo tanto en nuestro reposo podemos estar confiados. Terminamos el Retiro no sin antes acordarnos de la Madre, modelo de fe, de entrega a Dios y modelo de discípulo, rezando el Santo Rosario.

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