«Los medios necesitan una buena noticia y nosotros tenemos la mejor»

El recién nombrado obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde Espinal, recibirá la ordenación episcopal e iniciará su ministerio al servicio de la Diócesis de Vitoria, en la eucaristía que se celebrará el sábado 12 de marzo, a las 12,00, en la Catedral Nueva de Vitoria.

¿Qué significa para usted ser obispo? ¿Cuál es su misión?

Gracias a Dios no tengo que inventarme nada: sucesor de los apóstoles en la presidencia de una diócesis o iglesia particular. Imagino que implicará tratar de ir por delante en la entrega, en la oración y en la marcha de la comunidad eclesial. Su misión es la predicación del evangelio, la celebración de los sacramentos y el gobierno de la iglesia particular con autoridad apostólica en comunión con los demás obispos y con el Papa.

¿El nombramiento de obispo lo ve como una bendición o como una carga?

Ha habido fases. Es tan fuerte el impacto que no puedes aceptarlo si no es como voluntad de Dios, elección del Señor y bendición suya, pero las consecuencias son tan reales y humanas que hay momentos en que pesa más la carga de la responsabilidad, el miedo a las equivocaciones o la propia limitación.

¿Por qué cree que el Papa Francisco ha pensado en usted para ser el Obispo de Vitoria?

El señor nuncio me debió ver un poco «escachado» y me dijo paternalmente: «No se preocupe, el Papa quiere que usted sea usted mismo, como ha sido en sus parroquias , con los universitarios o en Roncesvalles. Por eso ha pensado en usted. No tiene que hacer nada diferente». La verdad es que me dio mucha paz. Claro que me tocará hacer cosas diferentes pero desde lo que uno es.

¿Qué opina de las «críticas» que le han llovido desde que le han nombrado obispo?

Que te señalan aspectos que hay que cuidar, trabajar y tener en cuenta. Pero con libertad. La Iglesia no trabaja para la galería y las encuestas sino en conciencia y tras el seguimiento fiel del Señor.

¿Cómo afronta la nueva etapa que va a empezar como obispo de Vitoria?

He hecho Ejercicios, he descansado unos días y estoy dando algunas tandas de ejercicios con lo que puedes rezar con cierta tranquilidad, ordenar ideas y formular lo que sientes con más fuerza por dentro. Afronto esta etapa con mucho ánimo.

¿No le da pena dejar Pamplona? Aquí hay mucha gente que le quiere…

Claro, pero no la voy a dejar. Ante lo desconocido me da mucha seguridad el terreno firme de la gente que quieres. Ahí no cambia nada y es el trampolín mejor para los retos del futuro y para seguir cuidando la propia identidad.

¿Se van a quedar huérfanos muchos jóvenes a los que dirigía usted espiritualmente?

No, ahora prolongarán los Sanfermines con las Fiestas de la Blanca… No, en serio, estos jóvenes están viviendo la vida cristiana en sus parroquias, acompañados también por otros sacerdotes y laicos y comprometidos en sus grupos y actividades así que seguirán donde están. Y siempre podrán contar con mi amistad personal y un puntual consejo.

Usted ha trabajado mucho tiempo con jóvenes en pastoral universitaria, ¿cómo son los jóvenes de ahora? ¿qué necesitan? ¿Les suena a chino el evangelio?

Los jóvenes son como siempre, audaces, transparentes, generosos y un poco inconstantes y les salpica lo que a todos: individualismo, narcisismo, pero también deseo de excelencia y de plenitud. Necesitan referencias personales y de valores, respuestas auténticas a sus inquietudes teológicas, afectivas y laborales. No les suena a chino el evangelio. Sí nuestro lenguaje eclesiástico, nuestras comunidades de mantenimiento y la ausencia de proyectos con garra. ¿Cómo no les va a atraer el evangelio? Pero se encuentran con muchos puentes cortados hasta llegar a él y pocos caminos abiertos.

¿Cuál es la personalidad de Juan Carlos Elizalde?

Imagino que ser muy querido desde pequeño sobre todo en casa te da seguridad y optimismo para fiarte de las mediaciones que Dios usa contigo siempre. En una cena de despedida los universitarios pusieron en la tarjeta de invitación «Tú eres el hijo amado». Era también el estribillo de la canción que me dedicaron. Cuando les pregunté por qué esas palabras, me dijeron que porque era lo que más repetía y transmitía. Así que mi lema episcopal, que pensaba ir en la línea de la alegría de la misericordia, lo cambié por estas palabras que Jesús escuchó y que me gustaría que todos escucharan al encontrarse conmigo. Esta es la auténtica fuente de la alegría que yo siento que nadie me puede arrebatar.

Esa confianza vital creo que es el núcleo de mi manera de ser y tiene sus ventajas e inconvenientes. Ventajas: confianza y creencia en la valía de cada persona y sus posibilidades, facilidad para rehacerme en las dificultades y convertirlas en oportunidad y poder acompañar contagiando ánimo y alegría. Inconvenientes: impaciencia, malestar y hasta enfado cuando los demás no perciben como yo las cosas, tendencia insana a la improvisación y faltas de caridad por la exigencia en trabajos de equipo.

Evangelización y medios de comunicación: ¿cómo se combinan?

Estupendamente. Lo que los medios de comunicación necesitan es tener una Buena Noticia y nosotros tenemos la mejor. ¿Cómo no especializarse en los medios o no usarlos de la mejor manera posible? ¿Hay algún comunicador mejor que Jesús? ¿Hay alguien que infunda más ganas de comunicar que Él?

¿Cuál es el papel de la Iglesia en la sociedad actual?

Ser alma, como en el documento de los orígenes del cristianismo, la Carta a Diogneto: «Lo que es el alma al cuerpo, eso son los cristianos en el mundo». La Iglesia debe ser conciencia, esperanza, razón para seguir caminando, casa, hospital de campaña, fuente y cuidado de la vida.

En nuestra sociedad, ¿tenemos una crisis de fe o una crisis de acción cristiana?

Crisis de fe me parece muy fuerte pero si hay crisis de acción cristiana – y eso es claro- es porque nos fiamos poco, creemos poco y en definitiva programamos desde nuestras fuerzas raquíticas vaciadas de las inmensas posibilidades de Dios.

¿Tiene solución el problema de la falta de vocaciones sacerdotales y a la vida religiosa?

Un jesuita en unos Ejercicios a sacerdotes nos dijo: «¿Qué pinta tendremos cuando nos siguen tan pocos?» Es verdad que tienen que seguir a Jesús pero nosotros tenemos al menos que no estorbar. Es verdad que una vocación religiosa o sacerdotal hoy es más contracultural que nunca pero quizás nunca ha sido tan luminosa. Yo creo que las vocaciones existentes hoy están vinculadas a la vivencia sana y no problematizada de la vida cristiana, a las comunidades evangelizadoras y no de mantenimiento, a la alegre experiencia de la fraternidad, a la oración profunda y eucarística combinada con iniciativas sociales y al acompañamiento y confesión sacramental.

Usted es una persona muy espiritual. ¿Sirve para algo la oración? ¿Siente usted que Dios le escucha? ¿Cómo actúa Dios en el mundo?

La oración es donde percibimos a Dios: lo que nos dice, lo que quiere, como actúa, hacia dónde nos empuja, lo que nos reprocha y desenmascara. Vivir sin oración es como vivir sin Dios, a solas con nuestras pequeñas posibilidades, a oscuras, con un alegría que puede desaparecer, abandonados a nuestra propia suerte. La oración no es una tarea ni un peso, es una manera de plantarse ante la vida. El catecismo habla de respirar, de apagar la sed, de descansar, de una mirada. Desde ahí la providencia de Dios somos nosotros, somos sus manos, su rostro. Si Dios es la fuerza de nuestra fuerza ¿qué tememos? La espiritualidad no es algo etéreo sino lo más concreto , material y comprometido de la vida.

¿Qué cree que hay que hacer con el problema de los refugiados?

Pues no lo sé exactamente. Pero sé que los pobres -y el refugiado lo es en grado límite- son prioridad en Jesús y su misión, en la Iglesia de todos los tiempos y en la del Papa Francisco. Me estoy planteando la posibilidad de elegir precisamente esa Comisión de la Conferencia Episcopal por la urgencia del tema y su prioridad en la Iglesia. Pero todos tenemos que hacer algo concreto y material aquí y ahora. Si no se refleja en el bolsillo por ejemplo, no puedes encender la televisión.

¿Es un pecado la tristeza para un cristiano?

Es desde luego desagradecimiento a la vida, a las personas que nos quieren y a Dios así que en un cristiano hay mayor responsabilidad. A veces la tristeza es una señal de que algo pasa, de que nos estamos equivocando, de que estamos planteando mal la vida. Dios nos puede estar queriendo decir algo con nuestra tristeza. Pero existe también una tristeza patológica de mucha gente buena y agradecida. ¿Qué más quisieran ellos que estar alegres? Lo viven como una prueba o una enfermedad y cuentan con la cercanía y el cariño de la Iglesia que consuela y anima para salir fortalecidos de ese trance.

Al acabar esta entrevista reitero mi agradecimiento a toda la Diócesis de Pamplona tal como lo expresé en la nota del día de mi nombramiento. Igualmente a este Semanario de La Verdad que me ha permitido asomarme tantas veces y con tanta deferencia. Eskerrik Asko!!!

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