Octubre misionero en Larraga

En este bendecido tiempo del DOMUND volvemos a leer con unción aquellas palabras de fuego que nos dio Pablo VI en su «Evangelii Nuntiandi»:

“… La Iglesia lo sabe. Ella tiene viva conciencia de que las palabras del Salvador: «Es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades», se aplican con toda verdad a ella misma. Y por su parte ella añade de buen grado, siguiendo a San Pablo: «Porque, si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. ¡Ay de mí, si no evangelizara!». Con gran gozo y consuelo hemos escuchado Nos, al final de la Asamblea de octubre de 1974, estas palabras luminosas: «Nosotros queremos confirmar una vez más que la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia»; una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del Don de la Gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el Sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa.” EN14. (Los subrayados son míos)
Pablo VI proclamó con potente parresía aquélla bellísima sentencia, que ha pasado a ser depósito común del Pueblo de Dios: “La Iglesia existe para evangelizar”. Y no como una moda, lujo u ocurrencia; sino que forma parte de su ser y misión más profundo y primigenio. No existe término medio: O una iglesia misionera – evangelizadora, o un fósil de museo arcaico cuaternario. Así profetiza Cristo Vivo al Ángel de la Iglesia de Sardes en el Apocalipsis: “Conozco tu conducta; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto.» Ap3.

Cada año con ocasión del DOMUND numerosas parroquias reavivan su fuego misionero. En Larraga resulta en verdad un auténtico acontecimiento a todos los niveles: celebración de la fe misionera, oración por nuestros misioneros, colecta en favor de las misiones, catequesis. En este sentido cabe destacar las charlas y testimonios misioneros. Este año fue la catequista Yosune Villanueva la encargada de ofrecernos su testimonio misionero. Así como los chavales de catequesis escriben cartas a los numerosos misioneros del pueblo. Muchos son familiares suyos. Y para todos ellos es un gozo y un orgullo. Rezamos y damos gracias por los misioneros fallecidos. Recordamos las javieradas y a San Francisco de Javier como algo vivo. Un pueblo en pie. Un pueblo en camino. Pueblo misionero.
Como apunte pastoral es cierto que quizás otro tipo de mensajes más teóricos y abstractos no calan en numerosas porciones del pueblo de Dios. Pero, sin embargo, el tradicional “Octubre misionero”, con todo lo que conlleva, tiene un impulso enorme en muchos lugares y parroquias. La fuerza operativa del bien. El bien concreto. Más allá del “postureo” cara a la galería. El impulso del Espíritu incontenible para salir de nuestro confort egoísta y vacío al encuentro de Dios y del hermano.

Diego D. Jiménez Salinas, párroco Larraga y Miranda de Arga

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