«La religión católica da a la gente una alegría que no encuentra en otros sitios»

Aprovechando su visita a Pamplona, hemos charlado con el padre Alfredo Marzo Remírez, un misionero, natural de Lodosa, perteneciente a la congregación de los Salesianos, que lleva 66 años evangelizando en la India.

A sus 83 años se considera la persona más feliz de la tierra, ya que para él poder ayudar a los pobres e implantar la Iglesia en la India es “una cosa que da una alegría que no se puede expresar con palabras”. El padre Marzo vive con entrega, generosidad y alegría su misión de llevar el Evangelio a las personas del estado de Meghalaya.

¿Cuéntenos dónde ejerce su ministerio?
Estoy en la India, en el estado de Meghalaya, donde hay tres tribus: los los khasis, los jaintias y los garos. Es un estado mayormente cristiano, con un 64,4%. Hay algún protestante, porque estuvieron 50 años antes que la Iglesia Católica, pero ahora la mayoría de sus habitantes son católicos. El catolicismo va aumentando y además, los seminarios están llenos. La iglesia está en auge. A mí me gusta comparar la iglesia de allí con la iglesia del primer siglo. Cuando vamos a aldeas en las que la gente aun es pagana y les preguntan qué religión querrían tener muchos dicen: “La religión del Padre Marzo”. Soy transmisor y testigo de Cristo y eso me llena de orgullo.

Así que las tribus han aceptado muy bien el Evangelio, ¿no?
Sí, lo han aceptado muy bien ya que ellos son animistas. No son ni hindúes ni musulmanes. Aceptan el Evangelio porque su creencia base es en un Dios que es remunerador, es decir un Dios que premiará a los buenos y castigará a los malos. Los salesianos hemos trabajado mucho allí y nuestro provincial es un miembro de la tribu Garo. De la otra provincia es uno de la tribu Khasi. Para nosotros es una gran alegría que nuestros superiores sean gente con la que hemos empezamos a trabajar hace 80 años. La religión católica da a la gente una alegría que no encuentra en otros sitios.

¿Cuál es su labor pastoral allí?
Nuestra labor fundamental es predicar el Evangelio y bautizar en la parroquia de Shallang. Trabajamos mucho en el tema de la educación. En nuestra parroquia tenemos más de 30 escuelas de Primaria, 14 de educación media y 3 de Bachillerato. Son casi 50 aldeas en toda nuestra región.
Tenemos también un centro médico, que lo llevan dos monjas de la parroquia. Además de los milagros que hizo Jesús creo firmemente en los milagros que hacen estas dos monjitas. Lo primero que hacen, antes de ponerse a tratar a un enfermo, es realizar la señal de la Cruz y, ya luego, empiezan a repartir medicinar y a cuidar a los enfermos. La malaria es la enfermedad más extendida en la zona y la que más tratamos. Después de un día en el dispensario, el paciente sale a su casa a pie. Para mí eso es un milagro. Dios actúa cuando existe el amor.
Además hemos hecho 8 puentes colgantes para que la gente pueda ir al mercado y para que los chicos puedan ir a la secundaria en otras aldeas.
En la comunidad estamos 3 religiosos. Pero son casi 50 aldeas las que hay que visitar. En la época de las lluvias vamos a casi todas las aldeas a pie porque los caminos de tierra se vuelven peligrosos. Desde septiembre hasta marzo vamos en todoterreno.

A sus 83 años ¿aun tiene energía y ganar de volver a la misión?
Tengo muchas ganas y mucho ánimo para volver y ponerme a trabajar. Tengo la inmensa suerte de que el Señor me ha dado salud y todos los años que me queden, mientras pueda, se los entregaré a Él. Además, cuando me vine a España vinieron a despedirme más de 2.000 personas y no hacían otra cosa que decirme que volviera pronto.

¿Cómo vive la gente de allí los sacramentos?
La penitencia más grande que tenemos son las confesiones que tenemos que oír por horas enteras. Además, hay tres lenguas diferentes y nos cuesta un poco. Para ellos la Eucaristía es un gozo tremendo. Para nosotros ver a esa gente sencilla es una lección. Nuestros católicos son una lección para nosotros. La fe que tienen es inmensa. Antes de recibir la Eucaristía quieren confesarse.
El domingo es el día del Señor y lo viven intensamente. Para ellos que la Eucaristía dure dos o tres horas no les supone nada más que alegría. Las eucaristías hay que decirlas en tres idiomas diferentes porque hay tres tribus, y todos quieren oír la homilía en su lengua. El sentido de religiosidad y devoción entre ellos es fantástico. Sus respectivos saludos son alabanzas a Dios.

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