El 7 de abril de 2006 se cumplirán los quinientos años del nacimiento de San Francisco Javier, quinto hijo de Juan de Jaso y María de Azpilicueta.

Con este motivo la Iglesia de Navarra ha declarado Año Jubilar desde el 3 de diciembre de 2005 hasta la misma fecha de 2006. El 7 de abril de 2006 celebraremos en Javier solemnemente una jornada de Acción de Gracias, por la vida y la obra del Gran Misionero, patrón y modelo de los católicos navarros.

Durante este tiempo, el Castillo, profundamente renovado y convertido en un verdadero santuario, la parroquia donde el santo fue bautizado, y la Catedral de Pamplona serán lugares de peregrinación. Cuantos quieran y puedan acudir encontrarán facilidades para orar, acercarse al Señor, alcanzar el perdón de sus pecados y fortalecer su vida cristiana.

Los fieles que visiten estos templos durante el Año Jubilar, desde el 3 de diciembre de 2005 al 3 de diciembre de 2006, podrán ganar indulgencia plenaria confesando, comulgando y orando por las intenciones del Santo Padre. Quienes, por alguna razón objetiva, no puedan hacerlo, podrán ganar la indulgencia del Año Jubilar confesando y comulgando en su propia parroquia y uniéndose espiritualmente a la celebración del Jubileo javeriano.

El ejemplo y la intercesión de S. Francisco de Javier pueden ser una gran ayuda para acercarnos más a Jesús y amarle más intensamente. Con la decisión y la pasión con que le amó Francisco de Javier.

Cuando estudiaba en París, Francisco era un buen cristiano, pero iba a sus cosas. Un día quedó deslumbrado por Jesús, del todo ganado por su amor. Su vida cambió totalmente. Aquí recibimos ya su primera lección: Todos podemos ser mejores. Todos podemos ser santos. Nadie debería conformarse con ser un cristiano a medias. Con Dios no hay componendas. Jesús merece todo nuestro amor y toda nuestra vida.

Desde el momento de su conversión, la vida de Francisco cambió radicalmente. La oración, la imitación efectiva de la vida de Jesús, el servicio a los necesitados, comenzaron a ser lo más importante de su vida, la verdadera pauta de su comportamiento. Jesús había muerto en la cruz para darle la vida verdadera. El se preguntaba sin descanso: ¿Qué he hecho yo por Jesucristo? Siguiendo su ejemplo todos deberíamos hacernos la misma pregunta. Jesús nos ama inmensamente. ¿Cómo estamos respondiendo a su amor?

Cuando S. Ignacio le invitó a ir a las Indias, Francisco comprendió que era la gran ocasión de su vida. Y se entregó con todo el ardor de su corazón. Respondiendo decididamente a la llamada del Señor encontró la verdad y la grandeza de su vida. También en esto la vida de San Francisco Javier puede ser aleccionadora para nosotros. Todos tenemos una vocación, el Señor tiene algo especial para cada uno de nosotros. Conocer y cumplir esta vocación es la única forma de encontrar la verdad y el valor de nuestra vida. Siempre estamos a tiempo.

Ahora su vida es conocida y admirada. Pero mientras vivía tuvo que aguantar y vencer muchas dificultades y soportar muchos sufrimientos sin ver los frutos, en soledad, a fuerza de fe y de amor, con una esperanza y una fortaleza admirables. Los cristianos de hoy tenemos que vivir y actuar de manera parecida. Tendremos que aprender a vivir y trabajar en minoría, respondiendo, con la confianza puesta en Dios, al gran desafío del Goliat de la cultura dominante. Nuestra fuerza está en amar mucho a Jesús, en vivir nuestra fe con entusiasmo y coherencia. Así podremos atraer a nuevas personas a la fe cristiana y aumentar la influencia del evangelio de Jesús en nuestra sociedad. Porque los hombres y las mujeres de hoy también lo esperan, también lo necesitan.

Con el ejemplo y la intercesión de S. Francisco Javier, este Año Jubilar puede ser un año importante en nuestra vida personal y en la vida de la Iglesia de Navarra. El es nuestro Patrón y estoy seguro de que nos ayudará. Recemos más, demos más importancia a nuestra vida cristiana, cumplamos mejor con nuestras obligaciones específicas en la Iglesia, en la parroquia, en nuestros grupos y comunidades, en nuestra propia casa, en la vida entera. Hagamos entre todos que nuestras parroquias sean más orantes, más elocuentes, más apostólicas. Respondamos con un gran amor al gran amor de Jesús. Hagamos nuestra la oración del joven Francisco: Señor ¿qué queréis de mí?

Que la respuesta no se quede en palabras vaporosas. Busquemos respuestas concretas. Podemos hacer un buen retiro o unos ejercicios espirituales para conocer la voluntad de Dios sobre nosotros, o bien inscribirnos en alguna asociación de piedad o de apostolado, con el fin de colaborar más y mejor en las tareas de la parroquia o de la Diócesis. Lo importante es que todos crezcamos en lo fundamental, en el amor a Jesús y a su Iglesia, en el amor a Dios y al prójimo. Este año tiene que ser un año de crecimiento en la piedad, en el apostolado y en las obras de misericordia, un año de renovación espiritual y apostólica de nuestras parroquias. Para mayor gloria de Dios y bien de todos.

 

+ Fernando Sebastián Aguilar,

Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

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