Francisco: «Jesús camina delante de nosotros»

Nuevo CardenalAnte la presencia de Benedicto XVI en la basílica vaticana, en esta fiesta de la Cátedra de San Pedro, el papa Francisco ha presidido el primer consistorio ordinario público de su pontificado para la creación de 19 nuevos cardenales, entre ellos, Mons. Fernando Sebastián, obispo emérito de la Diócesis de Pamplona-Tudela (1993-2007). A él nos acercamos a través de quienes más le conocen.

En el primer consistorio de su pontificado, el Papa destacó que también en estos momentos Jesús camina delante de nosotros y recordó la primera misa con los purpurados, después de su elección pontifica, con las palabras del Señor: caminar, construir, confesar. Sin olvidar la importancia de que Jesús no vino a enseñar una filosofía o ideología, sino un camino -el de la cruz-, el obispo de Roma hizo hincapié en la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Aletando a dejarnos convocar por nuestro único maestro, el pontífice indicó lo que la Iglesia necesita: colaboración, comunión, valentía para anunciar el Evangelio, testimonio y oración. Y rogando e invitando a rogar por la paz, en particular en estos momentos de dolor y sufrimiento en tantos países del mundo, el Papa recordó a las comunidades eclesiales y a los cristianos que sufren persecución y discriminación.

CARDENAL SEBASTIÁN, CREYENTE DE CABEZA Y CORAZÓN

Tras el nombramiento de Mons. Sebastián como cardenal, nos acercamos a su persona de la mano de las personas que más lo conocen. «Detrás de esa grandeza se esconde un corazón de niño», con esas palabras expresa Francisco Sánchez, miembro del Máster de Familia del Pontificio Instituto Juan Pablo II, la admiración que profesa por D. Fernando Sebastián. Reconoce en él un hombre sabio que «hace asequible la Teología, se vacía al hablar de Dios.»

Inmaculada Román, Directora de la Casa Diocesana de Espiritualidad, Beato Manuel González, reconoce que la grandeza del recién elegido cardenal es que «cabeza y corazón van al unísono». Afirma que «es un siervo bueno de Dios, que vive desde la más absoluta normalidad, sirviendo a su Iglesia y siempre desde el amparo de la Virgen María.» Inmaculada intuye que «su corazón, si cabe, es aún más claro e importante que su cabeza».

EVANGELIZADOR INCANSABLE

El sacerdote diocesano José Antonio Sánchez lo conoció personalmente un día antes de su nombramiento como Administrador Apostólico de la Diócesis de Málaga. Recuerda que le recibió con sencillez, ternura y cariño. Ve en él un hombre al que «el Espíritu Santo le ha transformado en una persona con una capacidad enorme de anunciar la Buena Noticia».

El actual párroco de San Miguel en Pamplona, Luis Oroz, fue vicario suyo en la diócesis de Pamplona-Tudela, amigo personal suyo valora «la profundidad de su fe, su espíritu libre, su humanidad e inteligencia.» Reconoce que como buen aragonés, la lealtad y la nobleza le caracterizan. Reconoce que «adelantó la difusión del Evangelio con entusiasmo, eso a lo que todos los papas, y ahora el papa Francisco, urgen a la Iglesia».

Isabel Orellana, Misionera Idente, afirma que en él «se sintetizan maravillosamente religiosidad, humanidad y una proverbial fidelidad a Cristo y a su Iglesia, representada en el Santo Padre. A ello se añade una altura intelectual prodigiosa.»

UN HOMBRE CERCANO

Para el vicario de Pamplona, Javier Ecay, Mons. Sebastián es «un hombre austero, que sabe vivir en la pobreza, la sencillez y a su vez en la cercanía. Muy preocupado por los sacerdotes.»

Esta cercanía también la destaca el seminarista malagueño, Daniel Martín, lo reconoce como «maestro, padre y abuelo. Se le ve que es una persona que disfruta de la naturalidad, de las relaciones humanas.» Daniel confiesa que cuando en clase el teólogo de Calatayud cierra los ojos «más vale dejar a un lado las notas y disfrutar con él del misterio de Dios».

El arquitecto de la Catedral, Gabriel Ruiz, el que fuese Administrador Apostólico de Málaga es una persona auténtica y reconoce que «su naturalidad, su profundidad teológica y sabiduría demuestran una verdadera fe contagiosa, una fe profunda que te arrastra».

Visión que también comparten los trabajadores de la Casa Diocesana de Espiritualidad, lugar donde en la actualidad reside Mons. Sebastián. Para Antonio Rueda «tras una apariencia seria, se encuentra una persona cercana, humilde, sencilla y cariñosa. Nos sorprende a menudo porque nos lo encontramos jugando con nuestros hijos. Es atento con nosotros, nos alienta en las dificultades y con él compartimos nuestras alegrías. Es dulzura, ternura, compresión.»

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