Púrpura, color de mártir

Fernando Sebastián(Félix García de Eulate. Director de La Verdad)

El día 22 de febrero hubo un consistorio en Roma en el que el papa nombró nuevos cardenales. Tenemos la alegría de que uno de los elegidos fue nuestro Arzobispo Emérito de Pamplona y Tudela Mons. Fernando Sebastián. ¿Qué refleja el color púrpura de los signos cardenalicios? Lo recordará el papa cuando le imponga el birrete o bonete: es el “signo de la dignidad del oficio de cardenal y significa que estás preparado para actuar con fortaleza hasta el punto de derramar tu sangre por el crecimiento de la fe cristiana, por la paz y la armonía entre el pueblo de Dios, por la libertad y extensión de la santa Iglesia Católica Romana”. El color púrpura recuerda, pues,  la sangre del martirio.

Los cardenales reciben del papa un reconocimiento a su servicio humilde y entrega generosa a la Iglesia. Se han distinguido por sus trabajos y sacrificios por el Evangelio. Se han curtido en mil batallas por la defensa, el bien de los fieles y el crecimiento del Reino de Dios. Todas estas tareas son de fuerte testimonio martirial.

En la carta que les ha escrito Francisco dice: “El cardenalato no significa una promoción, ni un honor, ni una condecoración; es simplemente un servicio que exige ampliar la vista y agrandar el corazón. Y, aunque parezca una paradoja, este poder observar más lejos y amar más universalmente con mayor intensidad, se pueden obtener sólo siguiendo el camino del Señor: el camino de la humildad, convirtiéndose en siervo” (cfr Fil 2,5 – 8).

Unión con el papa, fidelidad a la Iglesia, disposición al martirio por defender al pueblo  cristiano son las características de los cardenales. Conocemos el martirio silencioso de muchos y el de algunos más famosos que han sufrido persecuciones, cárcel y torturas. Muchos nombres vienen a la memoria, pero baste un botón de muestra: el cardenal vietnamita Francois-Xavier Van Thuan, encarcelado durante trece años, que se encuentra actualmente en proceso de beatificación.

Felicitamos de todo corazón a nuestro flamante cardenal. Es nuestro, porque entre nosotros dio, durante catorce años, un testimonio valiente y ejemplar del seguidor auténtico del Señor. Rezamos agradecidos por él, para que reciba el consuelo, la paz y la alegría. Intelectual, teólogo, pastor, amigo fiel, excelente cabeza, de fácil pluma, misionero claretiano, sacerdote, obispo y sobre todo digno portador del color púrpura, color de mártir. ¡Enhorabuena!

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