SIN TEMOR Y SIN RENCOR 09-11-2008
Aún estamos impresionados por el atentado que sufrió la Universidad de Navarra hace pocos días. A todos nos surge un rechazo tan fuerte que condenamos con energía esas atrocidades que están impulsadas por personas que no tienen la capacidad de respeto y de sentido humano. ¡Nunca son justificables el crimen y la violencia! El terrorismo se ha convertido en un fundamentalismo ideológico, que materializa su forma de pensar, poniendo bombas de forma indiscriminada y cobarde. Los terroristas nunca dan la cara y siempre lo hacen con premeditación, nocturnidad y alevosía. La realidad lo está demostrando desde hace décadas y todos deseamos que esta situación acabe cuánto antes. Pero no tendrá fin hasta que no se dé la premisa de la conversión personal y grupal.
La conversión no es un momento de puro voluntarismo sino un acto de amor sincero para con Dios y para con los demás. El amor es la esencia del cambio en el corazón. Y para amar se ha de sentir el remordimiento del pecado cometido y se ha de reconocer a quien se ha ofendido acercándose con la actitud de perdón. La ofrenda que agrada a Dios es un corazón humilde, contrito y noble. Mientras no se dé este paso es muy difícil que las bombas cesen. Ciertamente que en una sociedad democrática, ésta tiene el derecho de defenderse y buscar los medios necesarios para que no ocurran tales atrocidades y ha de usar los medios que marca la ley para penalizar a quienes los hayan propiciado. Pero la ley del amor hará posible el cambio que todos deseamos.
Me sentí muy confortado cuando el Sr. Rector de la Universidad de Navarra afirmó que en estos momentos de dolor y confusión se ha de actuar con cordura, “sin temor y sin rencor”. Ciertamente que es una respuesta clara y que no pierde de vista que al mal hay que condenarlo, pero al mismo tiempo admite que al que ha hecho el mal se le ha de dar la oportunidad de rectificar y cambiar de vida. No se ha de temer a los que viven del terror y a ellos se les ha de ofrecer la posibilidad de integrarse en una sociedad que está llamada a la fraternidad. El rencor lo único que llevaría es a ser lo mismo que aquellos que viven del odio. Desde el punto de vista del Evangelio se excluye el “ojo por ojo y diente por diente”. Pero el mensaje de Cristo llega mucho más y es el “de orar y amar a los enemigos”. Pues pidamos para que no haya más actos terroristas y que los que los cometen conviertan sus ideas y estilo de vida.