Pregunta: Hace poco le oí, en la Visita Pastoral a mi Parroquia, que el papa Benedicto XVI estaba muy preocupado por el relativismo con el que se mueve cierto pensamiento contemporáneo. ¿Podría explicarme esto un poco más?

 

       Respuesta: Me imagino que Ud. habrá estudiado filosofía o al menos sabe distinguir filológicamente lo que significa relativo, que es lo contrapuesto a absoluto. Lo relativo se acomoda a las circunstancias, a los tiempos y a las personas según su cultura o su forma de vida. En cambio lo absoluto se define como la verdad permanente, para siempre y para todos los tiempos y sirve para todas las culturas. Nunca cambia. Las verdades relativas cambian, las absolutas nunca. Las verdades objetivas son permanentes y universales, es decir, que valen para siempre y para todos los ambientes culturales y sociales a lo largo de la historia.

Hay un problema que preocupa mucho al papa actual como a Juan Pablo II y éste recuerdo me manifestó su preocupación en la Visita ad Límina que realicé hace unos años. En la comida, a la que fuimos invitados un grupo de obispos, nos comunicó el papa que había una situación que le causaba perplejidad y sufrimiento: el relativismo reinante en la sociedad contemporánea. Tal es así que estaba pensando  escribir una Encíclica de carácter filosófico-teológico a fin de mantener este diálogo entre fe y cultura para advertir de lo nocivo que es el relativismo tanto para el pensamiento como para la formación de la niñez y de la juventud.

El papa, Juan Pablo II, se había encontrado con un grupo de intelectuales laicos con el fin de manifestarles sus preocupaciones. Entre ellos había grandes pensadores, políticos, filósofos y sociólogos. Estuvo dos días con ellos, en intenso intercambio de ideas. Entre ellos estaba el sociólogo alemán Ralf Dahrendor, el filósofo alemán Robert Spaemann, el historiador francés Pierre Rosanvallon, el político ministro de Asuntos Exteriores de Polonia Bronislaw Geremek y otros más.

Después de una larga conversación, el político Zbigniew Brzezinski le dijo al papa que las democracias han de combatir en este nuevo siglo dos grandes males: el terrorismo y las manipulaciones genéticas. Y añadía: “la dinámica de las ciencias puede amenazar la base humanística de la democracia y el respeto a lo sagrado de la vida humana”.

El papa afirmó que siempre había considerado la búsqueda de la verdad de las cosas como una cualidad intrínsecamente humana. La Iglesia tiene un mensaje de salvación que difundir y que ha recibido de su Divino Fundador, pero debe transmitirlo a los pueblos de cada época necesitando ayuda para entender a cada una de ellas, cada período de la historia, con sus pretensiones, sus valores, sus expectativas y sus limitaciones y errores.

Importa que se adquiera mayor consistencia en un pensamiento fuerte frente a la debilidad del pensamiento débil del relativismo. La relativización que se hace, muchas veces, de los comportamientos humanos; la afirmación ya común y que se expresa sin sonrojo: “que cada uno haga lo que le apetezca o quiera”, son afirmaciones inconsistentes y vacías de sentido moral. Conviene una gran reflexión para saber conjugar la libertad con la verdad. Una aparente libertad sin el anclaje de la verdad se convierte en una esclavitud egoísta. De ahí que el relativismo sea perjudicial.

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