Futuristic robot artificial intelligence huminoid AI programming coding technology development and machine learning concept. Robotic bionic science research for future of human life. 3D rendering.

Mucho se está escribiendo y hablando actualmente sobre la inteligencia artificial, es la denominada IA (Inteligencia Artificial). Una inteligencia que es ajena a la mente humana; tan solo una imitación de la capacidad intelectual del ser humano. Esta tecnología funciona por medio de un software (procesador de textos, hojas de cálculo, navegadores de internet, aplicaciones de diseño o videojuegos). En un periquete, traduce, aconseja, te da ánimos o te organiza una fiesta, un viaje, un cumpleaños… Ya está transformando la educación, desde los deberes escolares a una tesis doctoral. Y, en el mundo laboral, amenaza incluso los empleos creativos y los puestos directivos.
Estos dispositivos no tienen la facultad de pensar por sí mismos, sino que hacen uso de la inteligencia de la mente humana que los programó. Hay un gran peligro y es que IA se encuentra en proceso de desarrollo e intenta copiar absolutamente la psiquis humana. Si no se sabe utilizar provocará grandes problemas a la mente humana que la puede llegar a confundir y sustituir por este tecnicismo. La técnica ha crecido tanto que puede llegar un momento que supere lo más genuino del ser humano que es el sentido común y la capacidad de racionalidad. La razón humana no puede ser sustituida por nada y es más bien ella la que debe saber comportarse de tal forma que no sea manipulada por las desviaciones –aparentemente progresistas y acomodadas al socaire del tecnicismo- que rompan con su auténtica identidad.
La inteligencia es un regalo de Dios que no puede ser sustituida por una máquina que irrumpa en cualquier ámbito humano asumiendo la toma de decisiones, sin el sentido racional de la mente humana. Quedaría anulada y se convertiría en un robot sin resortes humanos. De ahí que con el sentido racional y espiritual salvemos lo humano y diferenciemos de los frutos técnicos que la inteligencia humana pueda producir. Si un niño desde su tierna infancia se aficiona al móvil y no lo deja ni de día ni de noche llegará un momento que se hastíe de sí mismo porque no sabe relacionarse normalmente con los demás. Y si para hacer una suma matemática recurre a su móvil y no la sabe resolver por sí mismo, en el momento que éste le falle, entrará en una angustia existencial. La técnica sí, pero con sabiduría e inteligencia. La ciencia nunca podrá superar a la inteligencia humana y menos a la fe en Dios que ilumina a la razón. Nos podremos servir de la ciencia –fruto de la razón e inteligencia humana- pero nunca dejar que sea la que domine sino la que sirve y para bien.
Desde la fe cristiana la inteligencia es un don del Espíritu Santo que tiene como finalidad saber discernir lo bueno de lo malo, el bien del mal. Entra en lo más hondo del conocimiento de la naturaleza y de la vida. Lee desde dentro y con conocimiento. No es lo mismo una persona inteligente que una persona intelectual puesto que por muchos datos que tenga la memoria intelectual no supera a la inteligencia que sabe poner sus dotes para regirse y saber conducir con criterio auténtico los caminos de la vida buscando la verdad y desechando la mentira. Es un reto que no puede venir atropellado por la inteligencia artificial (IA) y si esto sucediera las consecuencias serían muy atroces y conducirían al ser humano por caminos tortuosos y de grandes sinuosidades.
Concluyo con lo que siempre ha proclamado la Iglesia como Maestra de humanidad: La palabra inteligencia deriva del latín (intus-legere=leer desde dentro), penetrar y comprender a fondo lo que ocurre en la vida en todos sus ámbitos. La luz del Espíritu Santo, agudiza la inteligencia de las cosas divinas y hace también más límpida y penetrante la mirada sobre las cosas y realidades humanas. Gracias a este don del Espíritu (que es el don de inteligencia) se ven mucho mejor los signos de Dios que están inscritos en la creación. Se descubre la dimensión ya no sólo los acontecimientos que nos ocurren cada día, de los que está tejida la historia humana, sino nos previene que hay un futuro mucho mejor después de la muerte que es la vida eterna. Mediante este don el Espíritu Santo, comunica al creyente una chispa que le hace capaz de ir mucho más allá –la trascendencia- que le abre el corazón al gozo de saber que Dios tiene un designio de amor eterno. Con este sentido de la trascendencia la vida adquiere su auténtico sentido. ❏

Comparte este texto en las redes sociales
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad