Nuevos mártires beatos navarros en el Año de la Fe (I)

MARTIRESComenzamos la publicación de las vidas de los mártires navarros que serán beatificados el próximo 13 de octubre. Lo hacemos con la de las tres mujeres, Hijas de la Caridad. Sus respectivas biografías aparecen publicadas en la obra de José Antonio Marcellán y Santiago Cañardo “Mártires navarros del siglo XX” (Laoconte 2008).

Hijas de la Caridad

Las Hijas de la Caridad fue la congregación femenina con mayor número de mártires durante la persecución religiosa acontecida durante la II República: un total de 30, de las que 24 serán beatificadas en octubre. Entre ellas se encuentran tres navarras.

JOSEFA LABORRA GOYENECHE

Nacida en Sangüesa el 6 de febrero de 1864, hija de Francisco y Javiera, labradores. Ingresó en la congregación a los 17 años. Su primer destino fue el Hospicio de Cuenca, donde dió clases a las niñas durante diecinueve años. En 1900, con 37 años, fue nombrada responsable, “sirviente” en el lenguaje vicenciano, del asilo «Nuestra Señora del Carmen» de Bétera (Valencia), cuidando tanto a niños como a ancianos. En 1911 la destinan, con el mismo cargo, al Hospital de Murcia, pero debido a su delicado estado de salud, pronto vuelve a Bétera, donde permanece hasta su martirio. Ejemplar, humilde, caritativa, con gran igualdad de trato, y amante de los pobres. El Padre Jesús Taboada define así a su tía: “Las principales dotes de su alma se pueden resumir en estas tres palabras: comprensión, ternura, prudencia”.

Expulsadas de su casa de Bétera nada más iniciarse la guerra civil, las hermanas marcharon a Valencia el 21 de agosto de 1936, donde, denunciadas por un exalcalde del pueblo, acabaron encerradas a en la checa del seminario de Valencia, hasta el día de su martirio. A la una de la mañana, el 9 de diciembre de 1936, un grupo de militantes comunistas sacaron a las hermanas para matarlas. Josefa murió asesinada ese día con 72 años de edad y 55 de vocación.

ESTEFANÍA IRISARRI IRIGARAY

Compañera de martirio de Josefa Laborra, Estefanía había nacido en Peralta el 26 de diciembre de 1878, hija de Ildefonso y de Juana. Entró en las Hijas de la Caridad el 21 de noviembre de 1896. Su único destino fue el asilo de Bétera (Valencia). Era de gran abnegación, piadosa, humilde y amante de los pobres. ‘Parecía la más santa y la más mortificada. Tenía la cara de santa». Escogía siempre lo peor para ella, trabajos, comida… dicen los testigos. Cuidaba de los pequeños. Además era la sacristana, cuidaba del lavadero y del planchado. Como Josefa, murió asesinada en Valencia el 9 de diciembre de 1936, a los 58 años de edad y 40 de vocación.

Tres meses antes de su martirio, las cinco hermanas de Bétera escribieron, desde el Seminario donde estaban presas, una carta a una vecina del pueblo, en la que dan un precioso testimonio de su fe:

“Verdaderamente sólo con Jesús está el alma tranquila, aún en medio de la tribulación y desamparo que padecemos; pide a nuestro Divino Esposo, que ahora que nos ha puesto a prueba, con este desamparo y persecución contra la Iglesia, seamos fuertes para padecer y firmes para perseverar en su amor y servicio. Digamos, con San Francisco, mirando al Cielo, ya que no tenemos donde dirigir nuestra vista: Padre nuestro que estás en los cielos… ¿Qué será de nosotras? ¡Dios sólo lo sabe! ¡Bendito sea Dios!”

JOSEFA GIRONÉS ARTETA

Nació en Garísoain el 17 de marzo de 1907. Era la mayor de once hermanos, hijos de Manuel y Demetria. Uno de sus hermanos, Carmelo, fue sacerdote y canónigo de la catedral de Pamplona.

Entró en la Congregación de Hijas de la Caridad en 1930 y, para entonces, ya llevaba con mucho garbo el timón de su casa. Desde 1931 permaneció hasta su muerte en el hospital clínico de San Carlos de Madrid. Profesó el mismo día 19 de julio de 1936, y momentos después decía: «Ya le he dicho al Santo Padre que me dé fortaleza, si me llama al martirio. ¡Pero no tendré tanta dicha…!». Al día siguiente, en San Carlos, al oír el tiroteo del Cuartel de la Montaña, comentando la situación, dijo: «Yo ya lo he ofrecido todo. ¡Qué bien si Dios quisiera hacernos mártires!».

Cuentan que era de carácter fuerte, cuyo dominio le daba bastante quehacer, pero buena de veras. Tuvo que abandonar el hospital y deambular por distintas casas en Madrid, sufriendo numerosos insultos. El 17 de noviembre de 1936 salió con otra hermana, convencidas de que iban a cubrir unas plazas de enfermeras en Cruz Roja, una trampa que les llevaría seis días más tarde a ser fusiladas en un descampado de las Vistillas, el 22 de noviembre. Contaba con 29 años de edad. En la ficha de su fusilamiento se indica la causa del mismo: ser religiosa.

Santiago Cañardo Ramírez

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