Santa ana

Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio Roselló, el pasado 26 de julio, en la Catedral de Tudela, con motivo de las fiestas de Santa Ana, patrona de la ciudad.

 

Queridos sacerdotes concelebrantes, autoridades que nos acompañáis, querida congregación de Santa Ana que cuidáis la devoción y preparáis este día, queridos hermanos y hermanas.

Tengo especial cariño, o querencia a esta catedral, como dicen en mi pueblo, Alcorisa, un pueblo de Teruel. En esta catedral de Santa Ana celebré mi primera misa como obispo. Sí, aquí me estrené como obispo después de mi ordenación episcopal. Mañana 27 de julio hará seis meses de mi ordenación como obispo, y mi primera eucaristía fue en esta Iglesia Catedral bajo el patrocinio de Santa Ana. Mis primeros pasos como obispo se estrenaron ante vosotros y con vosotros. Gracias por arroparme y por acompañarme en esos momentos de novedad, pero también de incertidumbre en mi nueva vida. Gracias por el recibimiento que me disteis entonces.

En esta mañana nos hemos reunido en esta catedral para celebrar una fiesta muy especial, para celebrar nuestra patrona Santa Ana. Sí, una mujer, humilde y sencilla que ha marcado nuestra vida de cristianos, y también nuestra vida de tudelanos y tudelanas.

Pero permitidme destacar primero la figura de Santa Ana como madre. A María la tenemos siempre como madre de Jesús y madre nuestra. Destacamos de ella la disponibilidad, la sencillez, su silencio en todo el proceso de Jesús. Destacamos la sensibilidad de María cuando visita a su prima Isabel, cuando se adelanta en las bodas de Caná y le dice a Jesús que se han quedado sin vino, cuando en silencio, pero sufriendo, está al pie de la cruz. Son gestos sencillos, casi imperceptibles, pero que se han dado.

Todas estas actitudes están muy bien, pero María debería tener algún modelo, ella seguía siendo humana. Todos hemos crecido viendo como referentes a nuestros padres. Por eso cuando estaba reflexionando estas palabras llegaba a la conclusión que María se fijó, aprendió de su madre Ana. Y por eso intuyo que Ana, nuestra patrona de Tudela, la mujer, la abuela, la madre, la esposa, debería ser igual, sensible, cercana, sabiendo estar en un segundo plano. ¿Os imagináis con quien comentaría la Virgen María cuando el ángel le dijo que iba a ser la madre de Jesús?, que no es cualquier tema, pues entiendo que con su madre Ana. A ella le pediría consejo, a ella le preguntaría qué hacer. Muchos de los comportamientos que tuvo María serían consecuencia de los diálogos de la Virgen María con Santa Ana, con nuestra patrona de Tudela.

La primera lectura nos invita a hacer “elogio de los hombres ilustres, de nuestros antepasados por generaciones. Su descendencia sigue fiel a la alianza”. El elogio y la alabanza de aquellos que se han mantenido fieles a la alianza. Y esto es lo que estamos haciendo en esta misa, elogio de Ana, madre de María, que con Joaquín su esposo, han sido fieles al plan de Dios. Y aunque sin muchos datos de ellos, viendo a María, la madre de Jesús podemos decir que fueron buenos padres, y por lo tanto es de justicia el hacer el elogio de sus vidas, de su trayectoria. A San Joaquín y Santa Ana les reconocemos más por sus frutos que por su propia vida. Y su gran fruto fue regalarnos a María, la madre de Jesús, nuestra Madre.

Pero también a Santa Ana le hacemos elogio y alabanza porque protegió a nuestra ciudad de Tudela de la peste que asolaba la ribera. Databa el año 1530 cuando los pueblos de la merindad estaban siendo asolados por la peste. La gente, ya desesperada se acogió y pidió amparo a Santa Ana.  Hicieron una misa llamada de la “Salud”, y posteriormente hicieron voto a la santa de celebrar perpetuamente su fiesta y llevarla en procesión si libraba a Tudela de la peste. Al ver escuchadas sus peticiones, el ayuntamiento de Tudela en 1531 pidió al virrey que nombrase a Santa Ana patrona de Tudela por haberlos librado de la peste. Este es el otro elogio del que nos habla la primera lectura.

El evangelio que hemos escuchado casi es una felicitación para todos nosotros, cuando Jesús dice “felices vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen”. Y nos preguntamos ¿qué estoy viendo hoy? ¿qué estoy oyendo hoy? Hoy estamos viendo la acción de Dios a través de Santa Ana, no todo el mundo comprende la figura de Santa Ana como madre de María. El estar esta mañana aquí supone aceptar la importancia de Santa Ana en nuestra vida, en la vida de nuestras familias, en mi vida de fe. Hoy damos gracias a Dios porque hemos comprendido lo importante que es Santa Ana para Tudela. Ella es nuestra protectora, nos salvó de la peste y estoy seguro que nos ha salvado de muchas situaciones difíciles en nuestras familias, en nuestra ciudad. Y no todo el mundo comprende esta importancia, por eso el evangelio felicita a los que tenemos ojos para ver y corazón para sentir.

Santa Ana para Tudela es nuestra madre, como lo fue de la Virgen. Es nuestra abuela, como lo fue de Jesús. Ella, desde el siglo XVI, desde que nos libró de la peste, camina por nuestras calles, por nuestras plazas para cuidarnos, acompañarnos y protegernos. Tenemos en el cielo una protectora especial, que nos cuida como cuido a su hija María, como cuido a su nieto Jesús.

A Santa Ana, junto con San Joaquín, los padres de la Virgen, siempre los hemos puesto como modelos de abuelos. De hecho, el Papa ha instituido el día 26 de julio, el día de los abuelos, o mejor dicho el día de los mayores. Una fecha que fue instituida en el año 2021, y por lo tanto este año 2024 celebramos la IV jornada de los mayores. Y hasta ahora he hablado de todo lo que significa Santa Ana para Tudela, pero también el Papa Francisco este año nos habla, quizás podríamos decir nos advierte, de lo que nosotros podemos hacer por nuestros mayores, por tantas personas como San Joaquín y Santa Ana, que cumpliendo años ya no los tratamos igual. Y el Papa Francisco nos advierte en su mensaje con un lema muy concreto, “En la vejez no me abandones” (Sal.71, 9). Nos dice que “Dios nunca abandona a sus hijos. Ni siquiera cuando la edad avanza y las fuerzas flaquean, cuando aparecen las canas y el estatus social decae, cuando la vida se vuelve menos productiva y corre el peligro de parecernos inútil”. (Mensaje del Papa Francisco 2024). Este peligro existe, se da. Es una llamada de atención para todos en este día de fiesta, ¿qué hacemos con nuestros mayores? ¿qué hacemos con tantos Joaquines y tantas santa Anas?, ¿cómo es nuestro trato y relación con ellos.

Me gustaría terminar mi reflexión con unas palabras que dije en mi toma de posesión el pasado 28 de enero, hace ya seis meses, “Hoy, y aquí comienza mi ministerio episcopal. Lo pongo bajo el patrocinio de Santa Ana, que supo cuidar y acompañar a la Madre de Dios, espero que también sepa cuidarme y acompañarme en este peregrinar que comienzo en esta Catedral de Tudela”. Y ¿sabéis una cosa?, Santa Ana me ha protegido y me ha acompañado en este caminar en Navarra. Santa Ana ha tenido mucho que ver.

Queridos hermanos, pidamos a Santa Ana que nos siga cuidando, que nos siga protegiendo como lo ha hecho hasta ahora.

 

+ Florencio Roselló Avellanas O. de M.

Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

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