Bajada de la Virgen del Olmo a la parroquia de Azagra
Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio, el pasado 7 de septiembre, en Azagra, con motivo de la Baja de la Virgen del Olmo a la parroquia.
Queridos sacerdotes, autoridades, queridos hermanos y hermanas.
¿Qué nos ha traído esta tarde aquí? ¿Nos convoca una tradición? ¿Nos reúne una costumbre? ¿Nos reúne una fecha?. No nos engañemos, nos reúne Nuestra Madre, nos reúne la Virgen del Olmo, que es la que no falla. Nos convoca la Madre. Este año celebramos los 220 años de la bajada de la Virgen del Olmo a la parroquia, ¡son muchos años! Ella siempre ha estado. Seguramente muchos de los que estamos aquí hemos venido muchos años, seguramente alguno hemos fallado, pero la que nunca falla es Nuestra Madre la Virgen del Olmo. Una Virgen del Olmo guapa, bonita, una talla mariana del siglo XIV considerada una de las más bellas de Navarra, de estilo vasco-navarro- riojano. Una Virgen que es el orgullo de Azagra, el orgullo de nuestras gentes y también orgullo de Navarra.
Una bajada con la que la parroquia, quiere acercar a la Virgen al pueblo. En los días más importantes del año para nuestro pueblo, la Virgen sale en procesión. Se eligen los días más importantes para procesionar, los de las fiestas grandes de Azagra. Queremos decir que la Virgen María, la Virgen del Olmo, es de nuestro pueblo, pertenece a nuestras familias. Queremos que llegue a mucha gente, a cada rincón de nuestro pueblo.
Las lecturas de hoy nos presentan a Jesús, su familia, su genealogía, sus antecesores, sus orígenes, y vemos que son humanos, que tuvo unos antepasados hasta hoy. Antepasados del pueblo de Israel, y por lo tanto de la Virgen María, pues ella también tuvo antecesores. María es humana, mujer, cercana y comprometida con su pueblo. Las lecturas que hemos escuchado humanizan a la Virgen. Y eso es positivo, porque presentar a la Virgen como mujer humana, cercana, hace que la queramos más, que nos acerquemos más y la consideramos de nuestra familia, de nuestro pueblo. Acercarla supone que la queremos imitar, que queremos ser como ella. Por eso le cantamos, la queremos portar, la procesionamos y la miramos.
Hoy felicitamos a la Virgen por todas las gracias y favores que Nuestra Madre la Virgen del Olmo ha hecho y sigue haciendo a nuestro pueblo. Porque Azagra no se entiende sin la Virgen. Imagino cuántas oraciones, cuántas peticiones, cuántas lágrimas hemos derramado ante esta imagen, en esta basílica. Ella es de nuestra familia, de nuestra casa. Ella es “la gloria, el orgullo y el honor” de nuestro pueblo, de Azagra y de todas sus gentes, de toda la zona y de Navarra que se acerca a visitar y celebrar su madre.
De tal manera forma parte de nuestro pueblo, que hace unos días, leía una entrevista al sr. Alcalde de Azagra que le hicieron el pasado año (es el mismo alcalde que este año) donde decía “La verdad es que poder vivir la Bajada de la Virgen como alcalde y cederle el bastón es de los mejores recuerdos que me llevaré cuando deje de ser alcalde”. Me fijo en el hecho de cederle el bastón, la vara de mando. Es lo mismo que decir que la Virgen del Olmo es nuestra alcaldesa, que nos fiamos de ella, que ponemos el destino de nuestro pueblo Azagra en sus manos. Que ella es la que tiene toda la confianza del pueblo.
Hoy nuestra celebración tiene una doble dimensión, por un lado, de acción de gracias por las obras y maravillas que Dios ha hecho por su pueblo a través de la Virgen del Olmo. Hoy, Dios sigue actuando entre nosotros y sus maravillas y gestos están en nuestro pueblo. Ella forma parte de la vida de nuestro pueblo, de sus problemas y también de sus alegrías. Pero por otro nuestra celebración es de petición. Y veo, y me imagino a muchos de los que estamos aquí pidiendo, suplicando a María, como lo lleva haciendo este pueblo 220 años, pidiendo su ayuda y fortaleza en nuestros problemas y necesidades. El hecho de venir a la procesión, a la bajada, significa que confiamos en ella, que estamos seguros que nos va a ayudar. La bajada de la Virgen del Olmo reúne a todo el pueblo de Azagra, a toda la comarca y a mucha parte de Navarra. Y hoy la Virgen del Olmo es Madre de todos, desde nuestras diferencias y también desde nuestras coincidencias.
Pero la liturgia, a través del evangelio nos habla de María como madre. Y hoy la Virgen del Olmo acoge a todos, es la madre que abre los brazos para abrazar a todos, especialmente a los más pobres y necesitados. María tiene un cántico muy bonito, que se llama el Magníficat (es el que realiza cuando visita a su prima Isabel), donde canta y agradece a Dios que se acuerde de los pobres, de los necesitados, de los hambrientos, de los inmigrantes. María fue inmigrante, y gracias a ello salvó su vida, la de José y de su hijo Jesús. Tuvo que huir a Egipto perseguida por Herodes. Dejarlo todo y buscar un lugar seguro. María vivió en sus propias carnes lo que es buscarse la vida fuera de Judea. Por eso María, la Virgen del Olmo acoge a todos: a los de Azagra, a los de los pueblos vecinos, a los de toda Navarra, a los de España, y a todos los que vienen de fuera. Ella como inmigrante entiende y comprende los que tienen que salir de su país, por salvar la vida huyendo de guerras y del hambre, y los que tienen que salir en busca de oportunidades. María es también madre de los inmigrantes, porque ella también lo fue.
Hoy el manto de la Virgen de Azagra es de muchos colores, porque muchas razas están cobijadas y protegidas por María. Estas dan color a ese manto maternal. Hoy el manto de la Virgen del Olmo es muy grande, porque son muchos hombres y mujeres, de aquí y de fuera, que se están protegiendo con la madre. Que se cobijan en él. Hoy la Virgen del Olmo está en Azagra, pero acoge a todo el que se acerca.
La bajada de la Virgen del Olmo a la parroquia manifiesta el amor de la Madre a su pueblo de Azagra. Quiere estar estos días más cerca de su pueblo. Bajar de la basílica es encarnarse más cerca de sus hijos de Azagra. Es procesionarla por nuestras calles, es exponerla con orgullo ante paisanos y visitantes y diciendo, ¡mirad, es Nuestra Madre!.
+ Florencio Roselló Avellanas O. de M.
Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela