La mesa de los misioneros navarros es grande, alargada y tiene muchas sillas

El arzobispo Florencio Roselló agradece su generosidad a los misioneros y misioneras navarras “que lo han dejado todo para irse lejos de su patria a llevar la Buena Noticia”
Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio Roselló, el pasado 20 de octubre, en la parroquia de Milagro, con motivo de la celebración del DOMUND y del 70 aniversario del nacimiento de la congregación de las Esclavas Misioneras de Jesús.
Queridos sacerdotes, queridas Esclavas misioneras de Jesús, hermanos y hermanas.
Hoy, en el domingo del DOMUND nos reunimos en Milagro, ¿por qué aquí?, porque en este pueblo, en Milagro, hace 70 años, en el año 1954, nació la Congregación de “Esclavas Misioneras de Jesús”. Este acontecimiento merece mi felicitación como Arzobispo. Una congregación misionera, que nació bajo la protección de la Santísima Virgen María, San Francisco Javier y Santa Teresa de Jesús, patronos de las misiones. Y fundada por un sacerdote navarro de nuestra diócesis, D. Quintín Huarte Mugueta y por Mª Teresa Azpíroz Castellnou. Sois una bendición para nuestra diócesis.
En este día del Domund, el evangelio nos confronta con nuestra vida. Nos presenta el diálogo de los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, con Jesús. Le piden “concédenos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda” (Mc. 10, 37), le piden los primeros puestos. Jesús les pone un precio muy alto y difícil de dar. “¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo que yo me voy a bautizar?” (Mc. 10, 38). Contestan que sí, pero en la primera prueba, la de la cruz, fallan.
Sin darnos cuenta, y mucho menos sin reconocerlo, hagámonos esta pregunta ¿Qué es lo que buscamos en la vida con tanta ansia y desesperación? A todo el mundo nos gusta progresar, que se nos reconozca, que se nos valore. Esta situación crea un conflicto entre los apóstoles, pues como nos dice el texto “los otros diez al oír a Santiago y Juan se indignaron” (Mc. 10, 41), pero lo hacían porque ellos también querían estar en los primeros puestos. Luchas, rivalidades, envidias. Huimos del esfuerzo, del sacrificio, de la lucha, que son fruto de la honradez y la dignidad de una persona. No queremos “sufrir”, cargar con nuestras cruces y nuestras limitaciones, y menos aún, soportar las debilidades y cruces de los demás.
Como respuesta a esta ansia de poder y prestigio, la Iglesia nos presenta hoy la Jornada Mundial de las Misiones, el DOMUND. Con el lema “Id e invitad a todos al banquete” (Mt. 22, 9), la propuesta es contraria a la petición que Santiago y Juan hacen a Jesús. El planteamiento de los apóstoles es excluyente, ellos quieren ser los primeros, olvidándose y dejando a un lado a los demás. En cambio, el planteamiento de Jesús es inclusivo. Es “invitad a todos”, y en este todos están principalmente los pobres, los que nadie invita, los que no cuentan para nadie.
La misión es un incansable ir hacia toda la humanidad para invitarla al encuentro y a la comunión con Dios. ¡Incansable! No quiere que nadie se quede fuera, para Dios todos tienen un sitio especial en la mesa, en el banquete del Padre. Dios, grande en el amor y rico en misericordia, está siempre en salida al encuentro de todo hombre para llamarlo a la felicidad de su Reino, a pesar de la indiferencia o el rechazo. Si alguien no tiene problemas de invitados al banquete son los misioneros. El banquete de los misioneros tiene unas mesas muy grandes, alargadas. Ahí todo el mundo tiene un sitio, una silla. Tiene una comida muy sugerente, la palabra de Dios y la eucaristía que alimenta y libera. A ese banquete estamos todos invitados.
¡Qué diferencia de Santiago y Juan del evangelio, con la de los misioneros, y la de nuestras hermanas “Esclavas misioneras de Jesús”, ellos y ellas, ¡sí que han bebido el cáliz que bebió Jesús! ¡Qué diferentes aspiraciones de cada uno! Y hoy quiero hablar de manera especial con orgullo de los misioneros navarros. Agradecer su entrega y solidaridad. Lo mismo que a la Iglesia y sociedad navarra que con su generosidad hace posible la misión. Quiero traer a mi mente los 459 misioneros/as en activo, que están actualmente en misión, en primera línea. También recordar con cariño a los 362 misioneros que ya han regresado a casa y se han quedado en Navarra, bien por edad o por enfermedad, y han tenido que dejar la misión. Son la vanguardia de la Iglesia, son la imagen más amable de una Iglesia comprometida y encarnada en la misión. Navarra es la segunda diócesis con más misioneros de España. En la actualidad hay 377 misioneros en América Latina, 32 en África, 19 en Asia y 31 en Europa. Estamos en todo el mundo. El pasado año se recaudaron 747.952€, especialmente de la colecta de la Jornada Mundial de las Misiones. Navarra sigue siendo una iglesia generosa.
En mi mente todavía está vivo el encuentro que tuve en Javier el 23 de julio de este año. Fue un encuentro entrañable, tierno. En bastantes de los misioneros se veían, arrugas, dificultades para caminar, secuelas de la vida de misión, pero en todos su rosto irradiaba fe, alegría y compromiso. Hablaban de la misión con orgullo y pasión. Era un testimonio que impresionaba. Muchos, a pesar de sus limitaciones, con deseos de volver a la misión. Estos misioneros y misioneras hacían realidad el mandato que nos ha propuesto el Papa Francisco para esta Jornada de 2024 “Id e invitad a todos al banquete”. La mesa de los misioneros navarros es grande, no hace distinciones, caben todos.
Quiero hacer mías las palabras del Papa Francisco, a los misioneros, en su mensaje para esta jornada “Aprovecho la ocasión para agradecer a los misioneros y misioneras que, respondiendo a la llamada de Cristo, han dejado todo para ir lejos de su patria y llevar la Buena Noticia allí donde la gente todavía no la ha recibido o la ha acogido recientemente”.
Y hoy de manera especial quiero agradecer a las Esclavas misioneras de Jesús su presencia en nuestra diócesis. Casi me atrevo a decir que estamos en tierra sagrada, pues aquí, en Milagro, se ha fundado una Congregación religiosa, no todos los pueblos pueden decir lo mismo. ¡Aquí ha actuado el Señor! Gracias por vuestro compromiso y carisma misionero, por todo lo que ayudáis en el campo de las misiones en la diócesis. Vuestra presencia aquí es acercar la misión, es vivir la misión en la distancia y eso ayuda a la Iglesia. Gracias por vuestra presencia en Milagro, en la parroquia San Francisco de Asís, y en el centro misionero de Javier.
Hermanos/as, ¿qué buscamos en la vida? Hoy os invito a que miremos a la misión, que descubramos a los misioneros, muchos mayores, desgastados, pero todos alegres y contentos. Que miremos a las Esclavas Misioneras de Jesús, porque hacen realidad el mandato de Jesús “Id por todo el mundo y anunciad el evangelio” (Mc. 16, 15). Las hermanas, los misioneros, no necesitan los primeros puestos para ser felices, ¿Y tú, necesitas prestigio, poder para ser feliz?
+ Florencio Roselló Avellanas O de M
Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela