50 años de la Renovación Carismática en Navarra

Renovación carismática

Homilía pronunciada por Mons. Florencio Roselló, el pasado 23 de noviembre, en el Seminario de Pamplona, con motivo de las Bodas de Oro de la Renovación Carismática en Navarra.

 

Don Florencio felicitó los 50 años de vida de la Renovación Carismática Navarra, “50 años de camino, de recorrido y de esfuerzo por consolidar una forma de oración, por profundizar en que sea el Espíritu Santo quien nos ayude a comunicarnos con el Señor, que sea el Espíritu quien nos lleve a Dios, que sea el Espíritu Santo quien sostenga nuestra vida”.

 

Queridos hermanos y hermanas.

Mi primera palabra quiere ser FELICIDADES. Cuando se llegan a los 50 años, como es el caso de la Renovación Carismática en Navarra hay que reconocerle una trayectoria y una fidelidad a unos principios fundacionales. Es de justicia reconocer todo un camino, y por lo que me habéis comentado, un camino no exento de dificultades, pero estáis aquí, además celebrando y dando gracias a Dios.

Nace la Renovación Carismática en España en el año 1973, y en noviembre del año 1974 en Pamplona, siete años después de que naciera en febrero de 1967 en Estados Unidos, concretamente en la universidad del Espíritu Santo en Duquesne, en Pittsburgh (Pensilvania).

Hoy recordamos estos 50 años de camino, de recorrido y de esfuerzo por consolidar una forma de oración, por profundizar en que sea el Espíritu Santo quien nos ayude a comunicarnos con el Señor, que sea el Espíritu quien nos lleve a Dios, que sea el Espíritu Santo quien sostenga nuestra vida.

Un Espíritu que arranca en Pentecostés, como nos ha dicho la primera lectura. Fue el soplo del Espíritu quien ayudó al nacimiento de la Iglesia. Fue un fiarse de Dios, que nos envió su Espíritu para que saliésemos de nuestras fortalezas, que nos protegían de nuestros enemigos para ponernos en manos de Dios y salir a anunciar el evangelio. Fue el Espíritu quien nos hizo superar el miedo que nos tenía encerrados, nos sentíamos protegidos después de la Resurrección de Jesús.

Un Espíritu que nos trae la paz. Porque antes de recibir el Espíritu Santo, Jesús les regala la paz, cuando después de la resurrección se pone en medio de ellos y les dice “paz a vosotros”. No podemos recibir el Espíritu de Dios sino estamos en paz, sino tenemos paz interior. Difícilmente podré anunciar el evangelio si en mi vida, en mi interior, no tengo la paz, no estoy en paz. Y después de darles la paz, Jesús les envía y les dice “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados, y a quienes se los retengáis les quedan retenidos” (Jn. 20, 23)

Esta paz que me lleva a recibir el Espíritu Santo, me debe llevar a la comunión. Solo puedo anunciar el Espíritu si estoy en comunión. Porque la Iglesia es comunión, es comunidad, que viene representado en la Santísima Trinidad,  en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El Padre nos envía a su Hijo, y el Hijo después de la resurrección, nos envía su Espíritu Santo, que es la fuerza que me empuja a salir sin miedo ni temor a anunciar el evangelio, y anunciar que Jesús ha resucitado. Esa comunidad está en paz, y desde esa paz, anuncio el evangelio, anuncio la resurrección de Jesús. No hay Iglesia sin comunión, no hay anuncio sin comunión.

En la radiografía que me habéis hecho de la Renovación Carismática, percibo varios grupos diferentes de la Renovación Carismática en Navarra. Esta realidad que veo está lejos de lo que hoy nos anuncia la palabra de Dios. Hemos leído en la primera lectura que cada uno escuchaba el mensaje de los discípulos en su propia lengua, pero todos partían de lo mismo, habían recibido el mismo Espíritu. Había comunión en la diversidad, pero a veces percibo que en esa diversidad no hay comunión, sino diferencias, distancias, y eso me aleja del evangelio. Me gustaría que la celebración de hoy ayudase a acercar posturas, a profundizar en la comunión de la Renovación Carismática. Eso no supone anular los grupos, pero sí es una llamada, una invitación a tener más encuentros juntos, más momentos de comunión. Sería como volver nuevamente a la casa donde recibimos el Espíritu Santo, junto con María, la madre de Jesús.

Otro aspecto donde veo que nuestra diócesis debe de caminar en la comunión, es los movimientos que hay en nuestra iglesia local, en nuestra iglesia diocesana con el resto de la diócesis. En los casi diez meses que llevo en la diócesis como pastor, como arzobispo, percibo que a los movimientos les cuesta participar en actos y celebraciones diocesanas donde no son convocados por el propio movimiento. Ha habido encuentros diocesanos convocados por el arzobispo, donde parece que los movimientos, entre ellos la Renovación Carismática, no se sienten convocados y no participan. Suelen participar laicos de nuestros grupos parroquiales, pero no cristianos de los diferentes movimientos. Todos movimientos cuando vienen a hablar conmigo se presentan como Iglesia diocesana, donde quieren que el obispo presida sus celebraciones, como es el caso de hoy, pero en cambio nos cuesta participar, como un cristiano más de nuestra diócesis, sin estar convocados a una celebración propia del movimiento. Y nos cuesta asistir y participar, aunque las convoca el propio Espíritu.

Esta reflexión está muy bien expresada en la segunda lectura de San Pablo a los corintios cuando dice, “lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo” 1Cor, 12, 12). La Renovación Carismática, es un miembro más de nuestro cuerpo que es la diócesis, la Iglesia, porque hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, no cada movimiento ha recibido un Espíritu diferente, para formar un solo cuerpo que es la Iglesia diocesana.

Que vivamos con alegría la fuerza del Espíritu, tal como nos habla el evangelio, cuando recibieron el Espíritu Santo y cuando recibieron la visita del Jesús resucitado. Que estos 50 años que celebramos de la Renovación Carismática en Navarra nos ayude a profundizar en nuestro ser Iglesia y a vivir la comunión como Iglesia y con nuestra diócesis. Que anunciemos el espíritu, cada uno desde nuestros carismas, pero sin separarnos y viviendo la comunión de la que nos habla la primera lectura y pertenecientes al mismo cuerpo, que es la Iglesia, y que nos habla la segunda lectura de San Pablo a los Corintios.

Felicidades por vuestros 50 años de la Renovación en Navarra.

 

+ Florencio Roselló Avellanas O de M

Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela

Comparte este texto en las redes sociales
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad