Misa funeral

Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio el pasado 3 de noviembre, en la Catedral de Santa María la Real de Pamplona, con motivo de la Misa celebrada por las víctimas de la Dana

 

Don Florencio pide a los fieles navarros que recen por los damnificados por la DANA y colaboren económicamente con sus necesidades. “Como Iglesia necesitan de nuestra oración, de nuestro recuerdo y cercanía, pero también de nuestra solidaridad, de nuestra ayuda y compromiso”, recordó el Arzobispo.

 

Queridos sacerdotes, presidenta comunidad foral, ministra, delegad del Gobierno, autoridades, fuerzas de seguridad, y de manera especial a la casa de Valencia en Navarra, al equipo de Osasuna, muy vinculado a Valencia a través de su entrenador. Bienvenidos todos a nuestra celebración:

Hermanos y amigos de Valencia en Navarra ¡Os queremos, estamos con vosotros y sufrimos con vosotros!.¡sois uno más de nosotros! Navarra está con vosotros. Como Iglesia no podemos ni queremos mirar hacia otro lado, como sociedad tampoco, sois de nuestro pueblo. Os miramos y os preguntamos ¿Cómo estáis? Valencianos, que habéis dejado vuestra tierra querida para construir un futuro entre nosotros, junto a nosotros, en Navarra, no os queremos dejar solos. Sentid nuestra cercanía, cariño y apoyo.

Quiero reiterar también mi pésame y solidaridad con mi hermano en el episcopado Mons. Enrique Benavent, Arzobispo de Valencia. Ya se lo manifesté en una carta  que le envié en los primeros días de la DANA, pero hoy lo reitero en esta Iglesia Catedral. Valoro y agradezco que la Iglesia de Valencia ha puesto a disposición de los afectados todos los edificios y recursos que la diócesis tiene para ayudar y socorrer a los afectados por el temporal.

Estoy en contacto con Valencia, veo las imágenes, escucho las noticias, hablo con gente cercana de la zona cero, y tengo el corazón encogido. He vivido la mitad de mi vida en la Comunidad Valenciana. Seis años en Valencia, nueve en Alicante, concretamente en Elche y quince en Castellón. Y sí, he hablado con algunos conocidos, amigos, casi hermanos, y lo han pasado y están pasándolo muy mal. Algunos de los que lo han sufrido las consecuencias de la DANA estuvieron el pasado 27 de enero, el día de mi ordenación episcopal, acompañándome, aquí, en esta Catedral de Pamplona. En sus palabras, cuando he hablado con ellos, hay rabia, pero sobre todo hay tristeza, monosílabos, muchos silencios al otro lado del teléfono. Con el párroco de Paiporta Gustavo, su Iglesia arrasada. También estuvo en esta Catedral el 27 de enero. Estos días lo están pasando mal, muy mal. Hoy quiero estar cerca de toda la Comunidad Valenciana, y cerca de muchos conocidos de Valencia, y con ellos la Iglesia de Navarra.

Las imágenes de la prensa, de la televisión y los testimonios que leemos y escuchamos nos encogen. Hay impotencia, surgen muchas preguntas que hacer, imagino que, como muchos de nosotros, muchas preguntas, dirigidas también a Dios, ¿por qué? Somos humanos y reclamamos en todas direcciones. Pero ahora no es el momento. Hoy es el tiempo de la comunión, de la fraternidad, de la solidaridad. Como Iglesia, unidos en oración, rezar por las víctimas, y también por la gente que queda, que como ya hemos dicho en nuestra convocatoria para esta celebración, lo han perdido todo. Pero también esa solidaridad nos debe llevar a enviar ayuda. Sé que desde Navarra, en estos días,  han partido ya varios convoys de ayuda humanitaria y varios grupos de protección civil, policía, bomberos y particulares para ayudar en la zona cero. Llevo poco tiempo en Navarra, pero estos gestos e iniciativas me hacen sentir orgulloso de esta tierra, ya mi tierra. Pero también pedimos solidaridad desde nuestras aportaciones económicas. Caritas Diocesana de Pamplona y Tudela tiene abiertas varias líneas de ayuda que hemos facilitado para colaborar. La colecta de esta celebración irá destinada a nuestros hermanos afectados por la DANA de Valencia.

Somos Iglesia, estamos en la Catedral de Pamplona y hoy pedimos que el “Señor, sea su fortaleza” que hemos rezado en el salmo responsorial. Queremos que sea la fortaleza de los que han quedado, para que no se vengan abajo. Muchos de los afectados, además de tener que empezar de cero y reconstruir su vida, tendrán que enterrar a sus seres queridos, algunos de estos todavía desaparecidos. Y en esta desgracia están todos, valencianos, inmigrantes, gente de cerca, gente de lejos, ricos, pobres, de un signo político y del contrario. Desgraciadamente, la DANA, nos iguala a todos. Aquí nadie es más que nadie, todos víctimas, porque el agua no hace distinciones Esto nos debe de llevar a reflexionar.

Hoy mis palabras quieren ser una oración por estos hermanos nuestros a los  que la DANA ha roto su vida y sus historias. Señor, te pido que seas su fortaleza, que no los abandones ahora que realmente te necesitan. Te pido que seas su pilar, su apoyo en estos momentos de debilidad, de flaqueza, pero también su refugio en la pena, en la tristeza y el dolor. Hará falta mucha fortaleza para encarar el futuro con esperanza. Hay impotencia, rabia, desolación. Te pido, como nos ha dicho el salmo, que seas su victoria, que con tu ayuda y la nuestra, salgan y superen esta situación. Soy consciente de que el consuelo es difícil, pero queremos que la Iglesia acompañe el dolor y la pena. Aunque solo podamos enjugar sus lágrimas, queremos estar ahí. Sabemos que el futuro no será igual que el pasado, pero que no se les prive de luchar, de intentarlo, y nosotros con ellos. Señor, ayúdales a construir nuevamente su vida, sus historias, sus ilusiones, ahora muertas, perdidas o muy ocultas. Que no se les prive de los sueños.

El Papa Francisco nos ha convocado para el año 2025 al Jubileo de la Esperanza. Señor, me pregunto ¿cómo van a poder vivir las personas afectadas por la DANA este año de esperanza? El mismo Papa Francisco dice en su mensaje “Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiese ofrecerles felicidad. Que el Jubileo sea para todos ocasión de reavivar la esperanza” (Spes non confundit 1). En estas palabras del Papa identifico a mucha gente afectada por la DANA, escucho sus declaraciones, sus impresiones y sentimientos, y uno concluye que no hay lugar para la esperanza. Pido a Dios en esta tarde, que nunca perdamos la esperanza. Que, entre todos, con nuestra solidaridad, con nuestra ayuda y colaboración devolvamos la esperanza de la que nos habla el Papa a tanta gente hundida, derrotada y sin esperanza.

El evangelio que hemos escuchado nos habla de que, para estar cerca de Dios, hay que “amar al prójimo como a uno mismo”. Hoy nuestro prójimo está en los pueblos de Valencia que han sufrido la DANA tan devastadora. Amar a Dios es amar a esos pueblos que lo han perdido todo, amar a Dios es rezar por las víctimas y por los que quedan, sin ilusión ni espíritu de levantarse. Amar a Dios es amar y ayudar a la reconstrucción de tantas vidas rotas y truncadas por la DANA. Amar a Dios es no olvidarnos ni apagar el foco informativo dentro de unos días, semanas o meses. Amar a Dios es evitar el sensacionalismo de estos días. Amar a Dios es mantener la ayuda y solidaridad, aunque no sean noticia, aunque no salgan en los medios de comunicación, porque Dios seguirá sufriendo en las víctimas de la DANA, seguirá sufriendo en las personas que han perdido seres queridos. Dios hoy tiene nombre y rostro en Valencia y en las otras zonas afectadas por la DANA.

Hoy nuestros hermanos de Valencia no quieren “sacrificios ni holocaustos”, que condenaba Jesús en el evangelio. Es decir, no quiere buenas palabras ni promesas incumplidas. Quiere hechos, quiere medios para limpiar y reconstruir. Tampoco quiere fotos para el recuerdo.  Lo que quiere y nos dice el evangelio es “Amar a Dios y al prójimo como a uno mismo“  Como Iglesia necesitan de nuestra oración, de nuestro recuerdo y cercanía, pero también de nuestra solidaridad, de nuestra ayuda y compromiso. Hoy Dios se encarna en ese prójimo devastado por la DANA, hoy Dios está presente en las calles de Paiporta, Massanassa, Benetússer, Sedaví, Aldaya, Turis, Chiva, Albal, Buñol, Utiel, Requena, Catarroja…. Hoy Dios sigue pidiendo ayuda en tanta gente que ha perdido todo, seres queridos y bienes materiales. Te pido Señor, que no pierdan la esperanza, que no pierdan la dignidad de luchar. Dales fuerza para levantarse, para mirar hacia adelante…y nosotros con ellos, y Navarra junto a ellos.

Valencianos de Navarra, contad con nosotros, con la Iglesia de Navarra. Gobierno de Navarra, que habéis participado de esta celebración, contad con la Iglesia para cualquier iniciativa que pueda devolver a Valencia la ilusión y la esperanza.

Con mi bendición.

 

+ Florencio Roselló Avellanas O de M

Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela

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