Un camino largo comienza por un primer paso

Admisión a órdenes

Homilía pronunciada por don Florencio Roselló, el pasado 24 de noviembre, en la capilla del Seminario de Pamplona, con motivo de la celebración del rito de admisión a órdenes de nueve seminaristas.

 

Don Florencio recordó a los 9 seminaristas que se preparan para lago muy grande, para servir a Dios en el sacerdocio. También les recordó que esa admisión significa que quieren seguir creciendo en la fe, en el amor a Dios, pero también en vuestra formación humana. Finalmente les advirtió que iban a iniciar un camino diferente, “un camino que no se entiende con los ojos del mundo sino con los ojos de la fe”.

 

Queridos seminaristas, formadores, familias, hermanos todos.

Hace bastantes años, cuando estaba destinado en Elche y prisión de Alicante, tenía una persona mayor, cerca de mí, que me ayudaba, y tenía mucha experiencia de vida. Él me veía joven y con mucha fuerza, corriendo de un lado para otro, y siempre me decía “un camino largo, comienza por un primer paso”. Esta persona ya falleció, pero ¡cuánta razón tenía”, y el otro día, preparando esta celebración, me vino a la mente esta reflexión. Porque vosotros os preparáis para algo muy grande, para servir a Dios en el sacerdocio. Alguna persona que asiste a la celebración dirá, y eso de la ¿“admisión de órdenes qué significa” ?, pues es ese primer paso de un camino largo y bonito para ser sacerdote. Sin esta celebración no hay diaconado, no hay sacerdocio. Hasta llegar al sacerdocio hay muchos pasos, es un camino largo, y un primer paso es esta celebración. Esta admisión a órdenes es el primer paso, sencillo, pero muy importante para vuestro futuro.

Queridos seminaristas, vais a ser admitidos a órdenes. Os voy a decir que sí que estáis preparados para recibir el diaconado y el sacerdocio. Los dos rectores, me han presentado vuestros expedientes, unos más gordos que otros, pero ven que estáis preparados para iniciar ese camino, que es vuestra entrega a Dios y a la Iglesia a través del diaconado y del presbiterado. Me fío de lo que me han dicho los rectores. Queridos seminaristas, os felicito y me felicito por ello. Sois alegría para la diócesis, para la Iglesia y para vuestras familias.

Admitiros a las órdenes es aceptaros como sois, en la actualidad, con vuestra singularidad. Os decimos que vuestro camino, vuestra trayectoria nos convence y puede enriquecer a la iglesia que peregrina en Navarra. Admitiros a órdenes es abriros la puerta de nuestra casa, que es nuestra vida, nuestro ministerio. Es aceptar que podéis vivir con nosotros, que cada día sois más nuestros hermanos. Esta celebración tiene estas dos dimensiones, la humana, que os vemos preparados para dar este paso y la espiritual y teológica, todavía sin concluir, pero que os vemos llamados al diaconado y presbiterado.

Como podéis imaginar vuestra admisión no significa que ya está, que habéis acabado vuestra formación, nada más lejos de la realidad. Querer seguir vuestro camino con nosotros, significa que queréis seguir creciendo en la fe, en el amor a Dios, pero también en vuestra formación humana. Y que os queréis dejar guiar y modelar, para que vuestra formación cada vez sea más completa, más auténtica. Seguís en proceso de formación, necesitáis seguir creciendo y modelando vuestra vida.

Dais vuestro sí, y nosotros os acogemos, en la fiesta de Cristo Rey, la gran fiesta para nuestra Iglesia.  Hoy proclamamos y celebramos que Jesús es Rey de todo el universo, tal y como Jesús le ha contestado a Pilato: “Tú lo dices: soy rey” (Jn, 18, 37). Y luego aquí viene la clave de esa grandeza, cuando dice el evangelio, a él se le ha dado “pleno poder, honor y reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron” (Dn. 7, 14), tal y como nos ha dicho el profeta Daniel. Vosotros queréis consagraros a este Cristo que es Rey del universo.

Dar este paso, aceptaros a recibir las órdenes me lleva también a avisaros, a prepararos. Desde fuera nuestra situación o posición de sacerdotes, a veces lleva al engaño, porque se ve lo visual, nuestro protagonismo. Pero si hoy os admito a órdenes, debo de ser honrado con vosotros y deciros la verdad. Vais a iniciar un camino diferente al de mucha gente. Un camino que no se entiende con los ojos del mundo sino con los ojos de la fe. El mismo Jesús dice, “mi reino no es de este mundo” (Jn. 18, 36), por lo tanto, yo no os invito a ser los más grandes, los más importantes, los más ricos, no. Os invito a ser diferentes, y muchas veces no se entiende con los ojos de este mundo. Os invito a ser pequeños, a veces invisibles para que os otros se vean. Vosotros tenéis que menguar para que otros crezcan. Os admito para que os entreguéis, para que os hagáis pequeños, para que los pobres, los que están a vuestro lado se hagan grande gracias a vosotros. Iniciáis un camino que con ojos del mundo no tiene mucho sentido, pero con los ojos de la fe, estáis llamados a la felicidad.

Un camino donde la cruz se hará presente en vuestra vida, una cruz pesada, difícil de llevar. Pero no olvidemos que la cruz también da felicidad. Y sino mirad el Cristo de Javier. Desde que llegué a Pamplona esa cruz me impactó. Jesús está en la cruz y sonríe, está en la cruz y no se queja, manifiesta gozo. Es la entrega plena que da la felicidad. A esto os invito yo, a coger la cruz para ser felices como el Cristo de Javier. No os admito a las órdenes para que seáis el centro de la vida, ni los más importantes de vuestra comunidad eclesial. Os admito para servir, para que os entreguéis. No quiero engañaros. Siempre me ha gustado la honestidad. Ahora bien, todo esto que os digo me ha hecho feliz, y esto mucho antes de ser obispo. Y como yo, estoy conociendo sacerdotes que son felices entregándose a los demás.

Queridos seminaristas, vais a seguir vuestra formación en el seminario, y quiero recordar una frase que os dijo el Papa Francisco en la Audiencia que tuvimos el pasado sábado 16 de noviembre en Roma “el seminario es un lugar donde aprender que un sacerdote es un redentor; porque un sacerdote no puede ser otra cosa que una imagen vida de Jesús el Redentor con mayúsculas”. Estáis en camino, en proceso, y es tiempo de miraros en el mejor espejo que tenemos, que es Jesús. Os estáis preparando, como nos ha dicho el Papa, para ser imagen de Jesús para servir al pueblo, porque como nos dijo también el Papa Francisco “No olviden que son hijos del Pueblo”. Que vuestra vida, ya de seminaristas, sea testimonio e imagen de Jesús.

 

+ Florencio Roselló Avellanas O de M

Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela

 

 

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