Vigilia Diocesana de la Adoración Nocturna

Adoración Nocturna

Homilía pronunciada por el Arzobispo don Florencio Roselló en la madrugada del 23 de noviembre, en el Seminario de Pamplona, con motivo de la Vigilia Diocesana organizada por la Adoración Nocturna femenina y masculina de Pamplona y Tudela.

 

Don Florencio explicó a los adoradores que su oración, en la quietud de la noche, es una oración muy auténtica, pero que esa Adoración al Santísimo les debe llevar al compromiso en sus vidas diarias, a la solidaridad.

 

Queridos hermanos y hermanas de la Adoración Nocturna Española.

Vuestra oración posiblemente sea de las oraciones más auténticas que tiene la Iglesia. No necesitáis inventar mucho, no hace falta ser muy originales, porque vuestro centro está en Jesús eucaristía. Es manifestar una devoción a Cristo como Sacramento del Altar. Esta forma de dirigirme a Dios me sugiere ponerme ante el Santísimo y hablar con Él, mirarle a Él, fijarme en Él. Rezar a Jesús eucaristía en tener a Jesús como el centro de mi vida. Imagino como todos los que estamos aquí. Es tener a Cristo que se entrega por nosotros. Eucaristía es acción de gracias, pero ¿sobre qué doy gracias?, es por la muerte y resurrección de Jesús.

Cuando hablo de Adoración, la mente se me transporta a la soledad, a la tranquilidad, a la quietud de la noche. Para encontrarme con Jesús necesito tranquilidad, silencio, recogimiento e interiorización. Me viene a la mente cuando Jesús invita a sus discípulos a orar en soledad «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco» (Mc. 6, 31-33).  Retirarse a un sitio tranquilo y solo, es retirarse a orar, a encontrase con el Señor. Esta noche también nos hemos retirado, nos hemos alejado del ruido de Pamplona para encontrarnos con el Señor, así nos los recuerda el evangelio “Él, por su parte, solía retirarse a despoblado y se entregaba a la oración”. (Lc. 5, 16).

El modelo de Adoración Nocturna que siempre me ha impresionado es la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos. Era de noche, todo se volvía negro, difuso. Era un momento duro, difícil, delicado. 36Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y dijo a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar». (Lc. 26, 36). En el momento más fuerte, más transcendental, Jesús busca la noche para orar, para encontrarse con el Señor. En la noche mi palabra llega a Dios, mi espíritu llega al Señor. No todos pueden aguantar, mantener este ritmo. Los propios discípulos, no pueden, se duermen 40Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro: «¿No habéis podido velar una hora conmigo? (Lc. 26, 40).

No quiere decir que los adoradores estén hechos de una pasta especial, pero sí es verdad, que, para encontrarse con el Señor, para ponerse delante de Él, en la noche hace falta una profundidad y espiritualidad especial, sino, uno se duerme. Durante varias veces Jesús buscó la noche para encontrarse con el Señor, “Muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar”. (Mc. 1, 35). En la noche no hay nada que se interponga en mi camino, mi oración va directa a Dios, no hay ruido, no hay luz que deslumbre, solo “el Señor y yo”.

La oración es garantía, seguridad de no caer en la tentación, de no pecar, de no apartarme de Dios. Cuando Jesús encuentra a sus discípulos dormidos en el huerto de los Olivos les dice . “Dijo a Pedro: «¿No habéis podido velar una hora conmigo? 41Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil». Mc. 6, 40-41). La oración me guarda de todo lo malo, también del pecado.

Una adoración que me lleva a cultivar la oración al Santísimo, la oración ante la custodia, ante Cristo que se entrega por nosotros. Una adoración que me lleva a cuidar la oración, la celebración, con delicadeza, con esmero, que el centro sea Jesús eucaristía, no sea yo. Que mi mirada sea a la custodia, al santísimo, como centro de mi vida y de mi fe.

Pero esta adoración al Santísimo me debe de llevar al compromiso en mi vida diaria, a la solidaridad. ¿Qué es la muerte de Jesús en la cruz, sino la entrega, la donación generosa de su vida por nuestra libertad? Si mi vida no me lleva al compromiso no hay sinceridad en mi oración, no hay autenticidad en mi adoración, podrá ser algo más estético que profundo. No hay adoración sin compromiso, no hay cercanía con Jesús sino hay cercanía con los pobres. No hay mirada sincera a la custodia, sino hay mirada solidaria con los pobres.

¿Qué sentido tiene que esté toda la noche en adoración y luego en mi vida sea un “déspota”?  En la custodia, en el santísimo veo a la gente que conozco y necesita mi ayuda, veo a los pobres que están llamando a la puerta de la Iglesia. De lo contrario mis ojos verán la belleza de la custodia, pero no verán la profundidad ni el sentido de la custodia en mi vida. La adoración se completará cuando salga de ver la custodia de adorar al santísimo y vea esa custodia en los pobres, en la gente necesitada que vive cerca de mí.

Celebramos nuestra eucaristía, esta fiesta de la Adoración Nocturna Española, en la fiesta de Cristo Rey. Una fiesta que nos lleva al evangelio, a escuchar a Jesús. Un Jesús que se enfrenta con Pilato y con el que discute que su reino no es de este mundo. El reino de Jesús es el reino de la Adoración Nocturna Española, el de la oración que me lleva a Jesús. Pero un Jesús que dice que su reino es diferente al que vivimos nosotros. Inclusive un reino que no le gusta a Jesús, pues él quiere un reino de justicia, de solidaridad, donde no haya exclusión, donde no haya diferencias. Un reino de igualdad, un reino de las oportunidades, un reino de amor.

Quisiera terminar mis palabras con el lema de la Adoración Nocturna Española, un lema que me ha llamado la atención, porque coincide con lo que ha sido mi vida hasta ahora: “Adoradores de noche, testigos de día. Como adoradores de noche, en la soledad y en el silencio de la noche adorando al Santísimo en unas horas de reflexión, con lecturas y salmos propios para el momento, celebrando la Eucaristía y pidiendo por todo el mundo. Como testigos de día, muchos de sus miembros están comprometidos en labores sociales con los marginados, los desposeídos, trabajando en parroquias…”

La Iglesia os necesita, necesita la Adoración Nocturna Española, para rezar, adorar y meditar de noche y comprometeros de día, especialmente comprometerse con los pobres.

 

+ Florencio Roselló Avellanas O de M

Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela

 

 

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