Acólito y Lector, dos ministerios de servicio

Acólito y lector

Homilía pronunciada pro el Arzobispo don Florencio, el pasado15 de diciembre, en la capilla del Seminario de Pamplona, con motivo de la celebración en la que Iván, Eloy y Beñat, recibieron los ministerios de Lector y Acólito.

 

Queridos sacerdotes, queridos Eloy, Iván, Beñat y familias, hermanos todos.

Estamos alegres, primero porque la liturgia en el domingo Gaudete, así nos invita, pero también por estar junto a vosotros en esta celebración. Nuestra vida es un camino, unas veces más largo, otras más corto, pero siempre es bueno que haya etapas, momentos, pasos. Y hoy, vosotros tres dais un paso más hacia el diaconado permanente, os acercáis a recibir los ministerios de lector y acólito.

Y lo hacéis en este tiempo de adviento, donde todo nos sabe, nos habla de esperanza, que es algo de lo que vosotros sabéis bien, pues lleváis mucho tiempo en este caminar hacia el diaconado permanente y que va siendo tiempo de ir concluyéndolo. Y sí, hoy es un día, un domingo,o para estar alegres con vosotros por este paso que estáis dando.

¿Y por qué esta alegría?, porque tanto en la primera lectura del profeta Sofonías, como del apóstol S. Pablo a los Filipenses, porque en ambos casos la presencia de Dios garantiza alegría y seguridad, “¡no temas!” dice la primera lectura. Lo mismo que San Pablo dice al pueblo de Filipo “El Señor está cerca” alégrate. La alegría viene porque Dios está con nosotros.

Esta tarde también el Señor está cerca de vosotros, y no solo os protege y cuida sino que además os llama, pide vuestra colaboración, y os dice Eloy, Iván, Beñat, os necesito un poco más, necesito vuestra colaboración, necesito que deis un paso más al frente, os necesito como lectores y acólitos. Este paso, esta llamada, es motivo de alegría, porque el Señor quiere contar con vosotros, os llama para colaborar en su viña.

Os llama a ser lectores, a ser acólitos en esta iglesia que camina en Navarra. Y esto también supone una actitud dinámica por vuestra parte, una responsabilidad. Vais a recibir los dos ministerios para el servicio de la Iglesia, por lo tanto, debéis responder a la confianza que se os concede.

Como lectores estáis llamados a leer la palabra de Dios en la asamblea litúrgica, sea en la eucaristía o en las celebraciones de la palabra. Y pensaréis, pero ¡eso ya lo hacen muchos laicos! ¡no hace falta tanto! Pero aquí recibís una función o responsabilidad delegada, ya no es, como ocurre en muchos casos, por necesidad, sino que la iglesia os concede y os envía a leer la palabra de Dios. Eso supone que debéis de prepararla antes, leerla, sabed lo que vais a decir, darle la entonación necesaria, porque de vuestra lectura depende que la asamblea reciba el auténtico mensaje que Dios quiere transmitir a su pueblo. La iglesia os considera dignos de proclamar la palabra de Dios para el pueblo. Repasadla antes, no improviséis, no deis nada por sabido. El mensaje que llegue al pueblo, a la asamblea, el mensaje dependerá de vuestra preparación.

Como acólitos se os confiere este ministerio para ayudar al diácono y prestar su servicio al sacerdote. Es propio del Acólito cuidar el servicio del altar, ayudar al diácono y al sacerdote en la celebración de la misa, además, distribuir como miembro extraordinario, la Sagrada Comunión. Se os podrá pedir que expongáis públicamente la adoración a los fieles del Sacramento de la Sagrada Eucaristía, y después hacer la reserva (no hacer la bendición). Se os pedirá también llevar la comunión a los enfermos.

Queridos Eloy, Iván y Beñat, somos triunfadores, llevamos lo mejor, a Jesús resucitado hecho eucaristía para todos. Y lo mejor a los que más lo necesitan a los enfermos. Siempre me ha impresionado cómo reciben la comunión los enfermos. Creo que algunos reciben la comunión con más fe que la propia medicación. Confían más en el cuerpo de Cristo que en la medicación, o en el propio médico. O cómo dar la comunión a los pobres. Algunos la reciben como lo más importante, sin comprender mucho la dimensión que tiene, pero impresionados que Jesús entre en sus vidas.

Cuando distribuyáis la Sagrada Comunión mira a la cara a quien se la repartes. Miradle a los ojos, también establecéis una comunión con quien recibe a Cristo. Piensa en la persona que tienes delante, imagínate lo que puede estar pensando. ¿Cómo pasa? ¿Cómo se sitúa ante ti? ¿Cómo recibe a Jesús?

Cuando te dirijas a la persona que le distribuyes la comunión, di alto y con voz clara, “el cuerpo de Cristo”, que la otra persona sepa lo que le distribuyes, lo que le regalas. Que sienta la fuerza de tus palabras en su corazón.

Cuando distribuyas la comunión que estés en paz con Dios, intenta transmitir paz, serenidad. Intenta estar en gracia de Dios. Que tu rostro refleje felicidad y serenidad. También estamos dando de comulgar con el rostro, con el cuerpo. Un rostro amable, una cara amable, reparte un Cristo más amable.

Y no olvidéis una cosa, estos dos ministerios son servicios. El evangelio nos ha planteado una pregunta que le hacen a Juan, ¿qué debemos hacer? Y Juan contesta de manera sencilla pero contundente «El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». (Lc. 3, 11). En otras palabras, servicio, entrega y generosidad. Vais a estar visibles, la gente os va a ver, pero no para mandar, sino para servir.

Eloy, Iván y Beñat. No viváis estos dos ministerios como una cuenta atrás, ni como una cuota de poder. Ser Lector y Acólito es un servicio muy bonito. Vais a leer lo mejor, la palabra de Dios, y vas a distribuir lo más preciado, el mismo cuerpo de Cristo. No te acostumbres, no lo hagas de forma automática. Dios es sorprendente, es novedad, no es rutina. Para vivir en profundidad vuestro diaconado permanente antes habéis de haber vivido y disfrutado del servicio de Lector y Acólito y haberlo vivido con alegría generosidad.

Os digo más, como arzobispo os necesito, y necesito que seáis modelo y referente para que surjan nuevas vocaciones al diaconado permanente. Que quienes os vean, quisieran ser como vosotros. Muchas veces las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa se han movido por modelos de identificación.

Disfrutad del momento, del día y de Jesús, que se hace palabra en vuestra palabra, y se pone en vuestras manos para hacerlo vida en los otros.

Cuento con vosotros.

 

+ Florencio Roselló Avellanas O de M

Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela

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