bautismo

…en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Estas son mis señas de bautismo, mis señas de identidad, el fundamento de mi ser cristiano. En una sociedad en que ocultamos nuestra identidad, nuestra fe, quiero decir en voz alta, al mundo entero, que soy cristiano, que estoy bautizado. Estas manifestaciones de fe quiero comunicarlas al mundo, porque nos sentimos orgullosos de ellas, y porque no tengo nada que esconder ni ocultar. Es algo de lo que me siento contento y feliz de ser cristiano, de estar bautizado.

El bautismo llama a nuestra responsabilidad en dos dimensiones, una hacia dentro de la iglesia y otra hacia fuera:

“Ad intra”, hacia dentro de la Iglesia, el Vaticano II, a través de la constitución Lumen Gentium destaca el aspecto eclesial del bautismo. Este supone la incorporación a la iglesia, donde todos somos iguales ante Dios. El mismo sínodo de la sinodalidad ha puesto el acento en el bautismo como papel fundamental de los laicos en la iglesia, donde deben asumir responsabilidades. La sinodalidad enfatiza la igualdad de todos los miembros de la Iglesia por su bautismo, es decir, que no hay jerarquía en la dignidad que confiere el bautismo. Todos los bautizados son igualmente llamados a participar en la vida y misión de la Iglesia, lo que también se relaciona con la promoción de una mayor participación laical y la construcción de una Iglesia más sinodal.

“Ad extra”, el bautismo nos empuja también a salir de las cuatro paredes de la iglesia y a comprometernos en la sociedad que nos toca vivir. Los participantes del sínodo han afirmado que el bautismo no solo nos integra a la comunidad, sino que nos envía a vivir y anunciar el Evangelio en el mundo. Todos los bautizados tienen la misión de evangelizar, y la sinodalidad está estrechamente vinculada con salir de nuestra zona de confort y anunciar el evangelio a la sociedad. Es decir, el proceso de sinodalidad implica que los bautizados caminen juntos en la misión de la Iglesia. Y esta misión supone manifestar ante el mundo la esencia de nuestra fe, la profundidad del evangelio.

Los participantes del sínodo han afirmado que el bautismo no solo nos integra a la comunidad, sino que nos envía a vivir y anunciar el Evangelio en el mundo. Todos los bautizados tienen la misión de evangelizar, y la sinodalidad está estrechamente vinculada a este llamado misionero. El sínodo de la sinodalidad, el Jubileo de la Esperanza, nos empuja, nos eleva, nos compromete a dar testimonio de nuestra fe recibida en el bautismo, a dar razón de nuestra esperanza. En la sociedad actual consiste en ir contra corriente, porque ser cristiano supone chocar contra modelos y estilos de vida que la sociedad nos presenta como perfectos. Ser bautizado supone ser otro Cristo, vivir, actuar y hablar según lo haría Jesús en la actualidad. Ser bautizado consiste en tomar opciones, desde mi fe, ante situaciones conflictivas y polémicas. Ser bautizado me lleva a posicionarme junto al Papa Francisco, ante situaciones que recientemente ha defendido con vehemencia:

  • Defender la vida desde su concepción, ante alternativas del aborto.
  • Defender la vida hasta su muerte de forma natural ante alternativas de eutanasia.
  • Defender la vida ante la pena de muerte.
  • Defender la familia como iglesia doméstica.
  • Defender los sueños de los migrantes y extranjeros
  • Defender oportunidades para los pobres, presos y marginados.
  • Defender la humanización de las víctimas de trata.
  • Defender las oportunidades para un acceso a la vivienda justa y accesible, especialmente para los jóvenes.
  • Asumir, como laico, responsabilidades en la iglesia, participando en la vida y funcionamiento de la comunidad eclesial.

Ser bautizado es presentar ante el mundo un estilo de vida evangélico, fundado en las bienaventuranzas y comprometido con la sociedad. Recibo el bautismo dentro de la iglesia que me empuja a ser misionero comprometido por un mundo más justo y más humano. El bautismo me lleva a la comunión que alcanza su plenitud en la misión.

 

+ Florencio Roselló Avellanas O de M

Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela

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