Retiro en el monasterio de Iranzu

Una docena de personas, la mayor parte de la parroquia de San Pedro de la Rúa de Estella, nos hemos reunido con el deseo común de «desconectar», aunque sea unas pocas horas y reflexionar. Queremos escuchar SU palabra en calma, buscamos el poso que SU voz va dejando en nosotros, así que a media tarde del viernes, 5 de octubre, nos desplazamos al Monasterio de Iranzu.

La carretera que nos acerca, serpentea, penetrando el monte entre nogales. Pronto enmudecerá el motor de nuestros vehículos, pronto podremos escuchar la sinfonía que El Señor interpreta para nosotros a través de millones de hojas de árboles centenarios; aguas que fluyen cantarinas de arroyos y fuentes; piedras que, alineadas por los hombres, encierran tantas oraciones, tantos aleluyas…, para terminar encontrando entre sus muros, el silencio, sinfonía mayor de la que El Señor se sirve para hacerse oír en tu corazón.

Acompasa pues, corazón, tus latidos. No debes irrumpir, disonante, en medio de Su obra. Dios tiene, para ti, un mensaje personal. Te tiene reservado un lugar en su inmensa «orquesta» que debes descubrir. Así que nos disponemos a escuchar TU palabra en la voz del sacerdote que, con alegría, se ha brindado a acompañarnos. Dos reflexiones, dos meditaciones y la Eucaristía. Más tarde, tras la cena, caída ya la noche y bajo un cielo repleto de estrellas, con el tiempo detenido en el silencio, añadimos uno más a los miles de rosarios que desde el Claustro del Monasterio han subido raudos a oídos de la Santísima Virgen María. Nos retiramos a descansar hasta que, al despuntar el nuevo día, vuelve de nuevo Tu palabra y otra siempre nueva Eucaristía, esta vez en el altar mayor de la Iglesia.

Y más escucha, reflexión, meditación, para desembocar inevitablemente en la oración. Tú ya sabes de estas cosas, Iranzu. Has oído risas y llantos, cantos por miles; niños corriendo y jugando, tantísimas personas paseando… También por miles, nos has visto rezar y entre tus piedras ¿cuántas lágrimas, al descubrir Su amor, han ido quedando?

Volveremos pronto a ti, Iranzu. Tal vez sean otros los motivos que nos vuelvan a juntar, pero la sinfonía de tus hojas, mecidas por el viento, nos traerá el recuerdo… Sí, nos hará recordar que tenemos un sitio reservado en «esa orquesta» que tal vez pronto debamos ocupar y quizás nos encontremos cara a cara, con su Director que, expectante y alegre, dará entrada a nuestra voz en Su sinfonía y entonces… Entonces ¿podremos cantar?

Jesús María, en representación de varios parroquianos de San Pedro de la Rúa.

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