Nuevos mártires beatos navarros en el Año de la Fe (IX)

Los navarros, Hermanos de San Juan de Dios, Juan José Orayen Aizcorbe y Luis Beltrán Sola serán beatificados en Tarragona el próximo 13 de octubre.

Entre los numerosos mártires de los Hermanos de San Juan de Dios durante la persecución religiosa en la II República, 71 ya fueron beatificados en 1992 por Juan Pablo II, entre ellos doce nacidos en Navarra. En la beatificación de Tarragona del próximo 13 de octubre hay otros dos Hospitalarios nacidos en Navarra.

JUAN JOSÉ ORAYEN AIZCORBE

Nació en Osácar (valle de Juslapeña), el 11 de marzo de 1899; fue bautizado al día siguiente con el nombre de Juan. Sus padres, Juan Bautista Orayen Esáin y Martina Aizcorbe Sangüesa, tuvieron seis hijos, todos varones, uno de ellos religioso Capuchino. Era una familia profundamente religiosa y muy ligada a la parroquia. Recibió el sacramento de la confirmación en 1902, en la parroquia de S. Martín de Nuin, donde también fue a la escuela.

Al finalizar el servicio militar, que lo cumplió en África, ingresó en la Orden Hospitalaria el 5 de octubre de 1926 en la casa de Ciempozuelos. Allí vivió la primera experiencia hospitalaria con gran satisfacción. Tomó el hábito en 1927. Realizó el noviciado en la casa de Carabanchel Alto y emitió los votos solemnes en 1931.

De temperamento pacífico y bondadoso, se mostró siempre amante y servidor sacrificado de los enfermos.

Al iniciarse la persecución religiosa en 1936, estaba en el hospital infantil de la Malvarrosa, en la zona costera del Grao, junto a Valencia, en el que se atendía a los niños poliomielíticos de la región levantina. El hospital fue incautado por los milicianos comunistas el 23 de julio de 1936. Los religiosos permanecieron bajo sus órdenes y fueron asesinados en dos grupos, el 7 de agosto y el 4 de octubre de 1936.

Aunque Juan José Orayen, por su entrega y disponibilidad, gozaba de cierta simpatía entre los mismos milicianos y algunos de ellos intentaron librarle de la muerte, el 4 de octubre, domingo, después de haber dedicado todo el día a sus menesteres hospitalarios, en horas ya que se había retirado para descansar, fue levantado de la cama, al igual que los demás miembros de la comunidad y, fue asesinado junto a la Acequia Vera, en las arenas del mar de la playa de la Malvarrosa, mientras gritaba ¡Viva Cristo Rey! Tenía 37 años de edad y 8 de religioso profeso.

LUIS BELTRÁN SOLA JIMÉNEZ

Nació en Amunarizqueta (Valdorba) el 20 de abril de 1899, hijo de Florencio Sola Zaraiegui y Perpetua Jiménez Iriarte, labradores, católicos de costumbres y conducta ejemplares. Tuvieron siete hijos, de los cuales él fue el tercero. Bautizado en la parroquia de Artariain, recibió el nombre de Serviliano. La Confirmación la recibió el 18 de abril de 1902.

Su educación se basó en los buenos ejemplos del hogar y la instrucción escolar recibida en la escuela de Iracheta, pueblo vecino, llevando una conducta de vida ejemplar. Frecuentaba la iglesia y los sacramentos y estaba afiliado a la cofradía de la Virgen de Ujué, cuya devoción siempre tuvo viva. A los 14 años, pasó a Tafalla.

Desde los 16 años sentía deseos de hacerse religioso, pero no llegó a ingresar en la Orden Hospitalaria hasta el 16 de febrero de 1918, incorporándose en Ciempozuelos, para iniciar el postulantado. De allí pasó a Carabanchel Alto, donde tomó el hábito el 15 de septiembre del mismo año, cambiando su nombre por Fray Luis Beltrán. Emitió los votos solemnes el 15 de octubre de 1925.
La mayor parte de su existencia la pasó en las casas de Cataluña, dedicado a la limosna y al acompañamiento de los enfermos en servicio nocturno, hasta que su salud se resintió, ocupando después puestos sencillos. Su talante humano era el de una persona discreta, humilde y prudente, siguiendo con sumisión las orientaciones de su director espiritual.

Al producirse la persecución religiosa, formaba parte de la comunidad del hospital de S. Juan de Dios de Manresa. La alcaldía de Manresa se incautó del hospital el 5 de agosto de 1936. Al diseminarse los Hermanos, el Hermano Luis Beltrán, junto con el Hermano Mauricio Iñiguez de Heredia, se refugiaron en Barcelona, permaneciendo siempre unidos, y juntos fueron martirizados. En Barcelona visitaron a algunos bienhechores, como Severino Pérez de Viñaspre y Rafael Rosell, sin poder ser acogidos en sus casas, aunque con alguna frecuencia pasaban a verles, recibiendo ayuda. Los dos se hospedaron en una pensión de la calle Tallers, donde seguían una vida de recogimiento, haciendo sus rezos ordinarios con normalidad. El 27 de agosto fueron detenidos en dicha pensión, siendo a continuación asesinados. Tenía 37 años de edad y 18 de vida religiosa.

Santiago Cañardo Ramírez

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