Ameno y profundo diálogo con el Papa Francisco

5Del 24 de febrero al 8 de marzo de 2014, los obispos españoles realizaron la Visita Ad Limina. El arzobispo de Pamplona, Mons. Pérez, narra en este texto las impresiones de este importante encuentro con el Papa.

El día 24 de febrero las Provincias Eclesiásticas de Burgos y de Pamplona –diez obispos en total- tuvimos la tan ansiada visita al Papa Francisco. Eran las 10’45 cuando nos recibió en su despacho-librería del Palacio Apostólico. Nos fue saludando uno a uno. De nuestra diócesis estábamos Mons. Juan Antonio Aznárez y yo. También saludaba a los secretarios y al agente de preces. Cada uno le comunicaba aquello que llevaba en su corazón. Yo le transmití el saludo y cariño de todos los navarros y me respondió que os saludara a todos, tierra que él ya conocía desde hace unos años atrás.

A las 11’00 horas comenzamos los diez obispos la sesión amena y profunda. Fueron dos horas de auténtica comunión y fraternidad. A las 13’00 horas concluimos con una oración y bendición por parte del Papa Francisco. Los temas que salieron fueron muchos. Comenzó diciéndonos: “La pelota están medio del campo… ¿quién comienza?” Un ambiente desde el comienzo distendido y amigable. El tema sobre la familia que se hablará en los Sínodos, decía el Papa, ha sido cosa del Espíritu Santo quien nos sugirió la importancia de lo que son los padres e hijos que conforman la familia. Dentro de este ambiente, en un momento determinado, salió el tema del aborto a lo que el Papa subrayó: “¡Es una locura que se pagará cara! Va contra Dios y contra el hombre”.

Como era de suponer salió el tema de la espiritualidad sacerdotal y del ejercicio del ministerio. Nos dijo que es muy importante la atención a todos los feligreses y salir a las ‘periferias’ para atraer a los que no quieren saber nada de la Iglesia. Que sean los sacerdotes ‘hombres de oración’ y “Procuren confesar y tener la luz del confesionario encendida… Procuren confesar en las peregrinaciones… Yo me confieso cada quince días con un franciscano”. Nos comentaba que esta última frase salió en muchos periódicos y que le había sorprendido como si fuera una novedad en él ahora como Papa pues siempre lo había hecho así. “En tiempos de los abuelos era suficiente recurrir al confesor. Con el tiempo se ha pasado a recurrir al siquiatra o sicólogo. Ahora se ha comenzado a recurrir a los tarotistas”. Ofrecer el sacramento del perdón, a los fieles, es de suma actualidad.

A la pregunta de cómo animar y alentar a los jóvenes para promover las vocaciones al sacerdocio, nos dijo: “¡Cuiden y trabajen con los monaguillos!” Le impresionó que algunas congregaciones religiosas actuales tengan tantas vocaciones. Se interesaba por su forma de vida y por su entrega. Nos invitaba para que a la hora del discernimiento vocacional lo hagamos con calma y analizando bien las motivaciones que empujan a los jóvenes a vivir este estilo de vida.

Hablando del laicado nos decía que hemos de cuidar que no se caiga en el clericalismo: “El laicado ideologizado es peligroso. He comprobado que este laicado ideologizado y que pone en tela de juicio el sacerdocio es un laicado enfermo… La armonía entre los laicos y el párroco es importante. Es conveniente educar a los seglares que están en los consejos de pastoral que den su opinión y que entiendan que la decisión última debe tomarla el párroco. Ciertamente que un consejo de pastoral no es una democracia. Es consultivo, no decisivo”. Nos invitó para que estuviéramos muy cercanos y que nuestro servicio de pastores fuera lo más amigable y caritativo posible. “La actitud pastoral es vivirla al estilo de Jesucristo que se encarnó y buscar el estilo de la vida pública de Jesús que conversaba con la samaritana, se dejaba apretujar, comía con los pecadores… no es cuestión de sensibilidades sino de una amor concreto y de propuesta evangélica”.

Concluyó la reunión diciéndonos: “Tengan coraje y ánimo, porque bien sabemos la situación difícil de la sociedad”. Ante la dificultad que padece la gente nos animaba a estar muy cercanos y que ayudemos con todas nuestras fuerzas a los más necesitados. Que salgamos a las ‘periferias’ donde se sufre: la familia, la educación, la universidad, los pobres… y llévenles la mano amiga de Cristo. Con su bendición, después de dos horas de gozo y alegría, nos despedimos del Papa Francisco que nos volvió a recordar que saludáramos a todos los diocesanos.

Mons. Francisco Pérez González
Arzobispo de Pamplona-Tudela

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