Alimentando esperanza

En el año 2013, Cáritas Pamplona-Tudela abrió las puertas de un comedor social en Burlada, con el objetivo de atender las necesidades alimenticias de personas sin recursos. Desde entonces han sido miles los que han pasado por sus instalaciones para recibir comidas o cenas.

En el año 2013, como consecuencia de la crisis económica, que afectó a un gran número de personas en nuestra Comunidad, Cáritas Diocesana de Pamplona y Tudela decidió abrió al público un comedor social en Burlada. A día de hoy, el comedor sigue funcionando gracias a un grupo de voluntarios que amablemente atienden y organizan todo el sistema establecido en torno a este servicio.

39 voluntarios colaboran en el comedor para hacer que funcione cada día. Los voluntarios se ocupan de las labores de limpieza del local, de preparar las bolsas de comida, servir las comidas, recoger y fregar, etc.

Durante este año 1015, hasta el mes de junio, se atendieron a 149 personas diferentes, se han dado 5.848 comidas en el local y se han preparado para llevar 4.800 bolsas de alimentos. Todas las personas que acuden al comedor son personas derivadas desde algún servicio de Cáritas. Por este motivo, como explica Ángel Iriarte, delegado de Cáritas Diocesana, cada día se saben las comidas que se van a entregar.

En el año 2013, como consecuencia de la crisis, se decidió abrir este comedor. Así lo explica Ángel Iriarte: “Para nosotros, abrir el comedor fue un fracaso. Significa que han fracasado todas las políticas sociales, y por tanto, ha fracasado nuestra sociedad”. Se abrió en un momento en el que la crisis estaba en un momento muy fuerte, con el objetivo de atender a las personas que no tenía capacidad de llevar una alimentación correcta en otros sitios. “Siempre lo abrimos pensando que era un último recurso, porque desde Cáritas lo que se intenta es que la gente, si puede, coma en su entorno. Especialmente si son familias con niños”. “Abrimos el comedor con vocación de cerrarlo. Cáritas no quiere mantener comedores sociales, lo que quiere es solucionar los problemas que haya por otras vías más normalizadas” explica el delegado de Cáritas Diocesana.
Las personas que acuden al comedor son mayores de edad, ya que como explica un trabajador de Cáritas, no se quiere que ningún menor coma allí y se le preparan bolsas de alimentos para que coman en sus casas. El 66% de las personas que acuden son hombres, frente al 345 que son mujeres. La edad media ronda los 42 años. El 55% están solteros, el 22% divorciados o separados, el 12% casados y el 8% manifiesta tener pareja. En cuanto al origen, el mayor porcentaje son españoles, un 39%, seguidos de los africanos con un 38%, los americanos con un 15% y los del resto de Europa con un 8%.

Al no recibir dinero del Gobierno, ni de instituciones públicas, el comedor se mantiene gracias a los donativos de las personas, a las aportaciones de la gente, a las cuotas de los socios, etc. Pero con la crisis esas aportaciones han aumentado. “La gente es muy generosa” confirma Ángel Iriarte.

En líneas generales, en el último año y medio, la demanda ha bajado un poco, con respecto al periodo anterior, pero desde Cáritas están observando que se está creando en la sociedad una bolsa de pobreza que, si no se hace algo, se quedará permanentemente.

 

 

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