Reviviendo el carisma vicenciano

Con motivo este año del 400º Aniversario del Carisma Vicenciano, del 23 de abril al de 1 de mayo, se realizó una peregrinación tras las huellas de St. Vicente de Paúl y Sta. Luisa de Marillac. Dicha peregrinación fue organizada por A.I.C., la Asociación de la Medalla Milagrosa y contó con la colaboración del Servicio Religioso del Complejo Hospitalario de Navarra.

Se hizo un recorrido, compaginando el Carisma Vicenciano, con la cultura e historia de las poblaciones que se visitaban. Asimismo se trató de disfrutar al máximo del compañerismo y fraternización de los participantes en la peregrinación, en el que ha habido variedad de edades.

Visitaron Ranquines cerca de Dax, donde nació St. Vicente, así como Richelieu un lugar medieval donde se entrevistó con el Cardenal Rochelee y donde fundó la congregación. Visitaron también la majestuosa Catedral de Charres, donde Sta. Luisa de Marcilla ofreció las Hijas de la Caridad a la Virgen. Cinco días en París, les permitió visitar los lugares más importantes de la vida de estos santos, visitar la ciudad, subir al Sacre Coeur, el Arco del Triunfo, realizar un crucero con almuerzo por el rio Sena y como no, recorrer las calles y avenidas del centro, así como el Barrio Latino.

Ya de regreso visitamos Vezelay, lugar donde se encuentra la Basílica de Santa María Magdalena, que acoge los restos de la santa y es puntos principal del Camino de Santiago, así como partida de la segunda y tercera Cruzada. Visitaron Fai des Motiers, donde nació Catalana Laboure, a la cual se le apareció la Virgen y le dicto como debía ser la “Medalla milagrosa”. Continuaron hacia Chatillon des Chalaronne, donde St. Vicente de Paúl comenzó su gran labor y Ars, donde todos mostraron su simpatías por el “Santo cura de Ars”.

Y aunque saliéndonos del contexto de la peregrinación, los peregrinos pernoctamos en Toulouse, lugar donde se encuentran los restos de San Saturnino, patrón de Pamplona. El cierre y broche de la peregrinación se realizó en el Santuario de Lourdes.

En el aspecto espiritual fue atendida por el padre Javier Martínez, terciario capuchino del Colegio Luis Amigo y por el Señor Arzobispo, Mons. Francisco Pérez. Todos los asistentes les dan las gracias por su dedicación y su compañía.

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