Celebración del Día de Todos los Santos en el cementerio de Pamplona

Un año más, el Cementerio de San José de Pamplona fue una muestra de lo ocurrido el 1 de noviembre, festividad de Todos los Santos, en el resto de cementerios. Durante todo el día miles de personas se acercaron hasta allí para llevar flores y rezar ante la tumba de sus seres queridos.

Con los zortzikos “Adiós Montañas Mías” y “Caprice Basque” interpretado por un cuarteto de cuerda, integrado por profesores de la Orquesta Sinfónica de Navarra, el Ayuntamiento de Pamplona recordó a las 12 del mediodía a su hijo predilecto Martín Melitón Sarasate, autor de dichas obras y fundador en 1879 de la citada orquesta, primero con el nombre de Orquesta Santa Cecilia y más tarde Orquesta Pablo Sarasate, la octava en España por orden de creación y más antigua en activo.

Tras la parte musical el alcalde Joseba Asirón, acompañado de los ediles de la Corporación Municipal, depositó una corona de flores ante su mausoleo con la leyenda “El Excmo. Ayto. de Pamplona a su hijo predilecto” para saludar después a la familia Trías que entronca con la del insigne violinista. Acto cultural al que sucedió el Responso que se celebra anualmente, y que fue oficiado por D. José Antonio Goñi, primer bonete de Pamplona, denominación con la que se conocía en tiempos pretéritos al párroco de San Cernin.

A las 12:30 horas, tuvo lugar la Eucaristía que cada año celebra la Hermanad de la Pasión del Señor, junto a la Capilla del Cementerio, por los Hermanos fallecidos. La Junta de Gobierno recordaba a sus miembros: “La solemnidad de Todos los Santos es una llamada a la alegría, a sentirnos bienaventurados por tantos hermanos que nos precedieron y que disfrutan de la presencia amorosa de Dios. Al mismo tiempo, es una fiesta que supone todo un reto, como es el de vivir desde las bienaventuranzas”. La Eucaristía que contó con una nutrida asistencia, fue presidida por su capellán don Alfredo Urzainqui, quien recordó que “la santidad es el designio que Dios ha preparado para nosotros”, y que lo alcanzaremos en la medida en que nos dejamos transformar por el amor de Dios. La celebración finalizó con la bendición propia del día.

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