Fiesta de Santo Tomás de Aquino

Un año más, el Centro Superior de Estudios Teológicos “San Miguel Arcángel” de Pamplona celebró la fiesta de su patrón, Santo Tomás de Aquino, el pasado 28 de enero.

La fiesta comenzó con la celebración de la Santa Misa, en la capilla mayor del Seminario Conciliar de Pamplona. Nuestro Arzobispo, Mons. Francisco Pérez, fue el encargado de presidirla la Eucaristía, acompañado por el Obispo Auxiliar, Mons. Juan Antonio Aznárez, y numerosos sacerdotes.

En su homilía habló a los asistentes, entre ellos los seminaristas, profesores y personal del instituto, sobre el carisma especial que tuvo Santo Tomás de Aquino de “Asimilar la Sagrada Escritura y llevarla, con sus estudios, a saborearla con inteligencia y sabiduría”. Además, explicó que “el buen teólogo se realiza como tal cuando vive humildemente lo que ha aprendido y no convierte su saber en un ídolo oculto”. Y señaló que debemos compartir la fe y la razón, que poseemos por gracia de Dios en nuestra naturaleza. “La auténtica pastoral se basa en lo que hemos escuchado en el profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido”, y me ha ungido para mostrar como mensajero, a semejanza del legado real en tiempos de guerra, el traer buenas noticias: anunciar la redención a los cautivos y la libertad a los prisioneros”. Y advirtió que no podemos olvidar que “la Iglesia se presenta en el mundo como servidora de la verdad que ha encontrado en una persona real y muy concreta de nuestra historia: Jesucristo”. “Desde la razón y acompañados por la luz de la fe todo adquiere su justo y auténtico lugar. Tenemos la responsabilidad de acompañar y evangelizar sin miedos y con la sencillez de saber que nuestro Maestro es el Buen Pastor”, concluyó don Francisco.

Durante las peticiones se pidió de modo especial por Mons. Juan del Río, fallecido media hora antes de comenzar la Santa Misa.

A continuación, en el salón de actos, se ofreció una conferencia sobre el tema “¿Estudiar la Biblia?”, a cargo del jesuita y doctor en Sagrada Escritura, Jesús María Ábrego de Lacy.

En su ponencia afirmó qué la Sagrada Escritura no fue hecha para ser estudiada, sino para alimentar nuestra fe. “Ciertamente fue escrita para ser leída y proclamada. A pesar de la remodelación que se llevó a cabo con el Concilio Vaticano II, aun hoy sufrimos un notable retraso que solo se podrá superar en decenios o siglos en el conocimiento de la escritura”.

Quiso elogiar la figura de San Jerónimo, traductor de la Biblia al latín, señalando que “de este santo podemos aprender a amar la palabra de Dios en la Sagrada Escritura, por lo que sería necesario que todo cristiano viva en contacto y en diálogo personal con la Palabra de Dios que se nos entrega en la escritura”. San Jerónimo nos dice que ignorar las escrituras es ignorar a Cristo y “yo tengo la sensación de que en la tradición católica nos preocupa más la doctrina que el relato bíblico”, explicó.

Y añadió que “leer la Sagrada Escritura es el punto esencial al acercamiento a la Sagrada Escritura. La Biblia no se acercó para ser estudiada, sino para acercar vida”. Con todo, su propuesta fue subrayar la necesidad también de un acercamiento científico y para ello hay que comenzar por conocerla, por leerla y por asimilarla. “La Sagrada Escritura debe servir como alimento en la vida de la Iglesia, en la oración, en la predicación o en la reflexión teológica, incluso”, explicó.

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