Peralta celebró la fiesta de su Patrón

El pasado 3 de febrero, los peralteses celebraron una vez más a su patrón San Blas. En esta ocasión, de forma muy distinta a como lo han hecho otros años, pues la situación debida a la pandemia obligó al Ayuntamiento a suspender las fiestas, así como se suspendió también la aurora y la multitudinaria procesión. Por tal motivo, únicamente se pudieron realizar, con las debidas precauciones sanitarias, los actos religiosos previstos en el interior del templo.

El martes 2, a las siete y media de la tarde, tuvo lugar el canto de las vísperas a cargo del Coro Parroquial, que culminó con la Salve de García, interpretada al órgano por Víctor Castillo, joven organista de la localidad. Dado el reducido aforo que permite la normativa, la celebración fue retransmitida en directo por la televisión local (30 TV), además de por Radio María y por el Facebook de la parroquia. A continuación siguió la misa vespertina, en la que se ofrecieron dos palomas blancas, en recuerdo de la presentación del niño Jesús en el templo.

Al día siguiente, la parroquia, hermosamente adornada para la ocasión, se dispuso a celebrar la Misa Solemne en honor a San Blas, a la que, así como a vísperas, acudieron los miembros de la Corporación Municipal, aunque a título personal por haberse suspendido el programa oficial. La Eucaristía, que dio comienzo a las doce del mediodía, fue concelebraba por don Javier Leoz, que también fue párroco de la localidad, y cantada por el Coro Parroquial, en esta ocasión acompañado por Jesús Mari Cirauqui, organista de la parroquia de Funes.

En la homilía, el párroco, Fermín Macías, destacó que “durante mucho, hemos pensado que la alegría consistía en festejar y celebrar, cuando en realidad, el festejo y la celebración para el cristiano, no son sino un medio para expresar la alegría que ha de habitar por Cristo en nuestro corazón: alegría del gozo agradecido a Dios por el don inestimable de la vida y de todo cuanto nos regala… Y así san Blas, sin ningún tipo de excesos, disfrutó más que nadie de la vida, porque al darle gracias a Dios por cada bien que de Él recibía, aprendió a vivir en el gozo del agradecimiento, y aunque estaba a punto de perder los bienes de la tierra, sabía que esa espada no le privaría de los del Cielo.” Tras las peticiones se bendijeron los alimentos, según costumbre, para pedir a Dios por intercesión de san Blas, la protección de las gargantas. Ante el altar mayor, acompañaron las reliquias del santo obispo de Sebaste.

Para que los más pequeños pudieran también honrar a su patrón, se celebró una segunda Misa, acompañada por el Coro Familiar, en la que se rifó, a modo de sorpresa, el rosco grande que en este día pende, según tradición, del brazo de la hermosa talla barroca del santo, que en 1695 trajeran de Madrid los peralteses.

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