La Diócesis de Pamplona y Tudela cuenta con tres nuevos diáconos

Unos minutos antes de las seis de la tarde de este domingo, 27 de junio, las campanas de la Catedral de Santa María la Real de Pamplona repicaban llamando a la celebración que acogería la ordenación diaconal de Pedro Luis Calvo Astrain, del Seminario Diocesano San Miguel de Pamplona y a Renato Nahuel Bettini y Jonatán Ruiz Rodríguez, pertenecientes al Seminario Misionero Redemptoris Mater de Pamplona. Además, se llevaría a cabo el rito de admisión de 2 jóvenes y se conferirá los ministerios de Acolitado y Lectorado de otro.

La celebración, que ha sido presidida por nuestro Arzobispo, Mons. Francisco Pérez, ha dado comienzo con la entrada de los sacerdotes concelebrantes, entre los que se encontraba el Obispo Auxiliar, Mons. Juan Antonio Aznárez, y los dos rectores de los Seminarios, Miguel Larrambebere y Jesús Dillana.

A la celebración, cuya parte musical ha corrido a cargo de la Capilla de Música, han asistido numerosos fieles que han guardado las distancia de seguridad y las medidas sanitarias establecidas.

Tras las lecturas, se acercó a don Francisco el seminarista que ha sido llamado a las sagradas ordenes de acolitado y lectores, Juan Terrés, del Seminario Diocesano San Miguel, seguido de los dos jóvenes que han realizado el rito de admisión a órdenes, Matteo Sciascia y Ken Beleña, ambos del Semanario Diocesano Misionero Redemptoris Mater de Pamplona.

Después ha sido el turno de los tres seminaristas que iban a ser ordenados diáconos: Pedro Luis natural de Pamplona, Jonatán de Barakaldo y Renato nacido en Argentina. Tras pedir que se les aceptara, Miguel Larrambeberé, rector del Seminario Diocesano de Pamplona, ha concluido que eran actos para la orden de los diáconos y don Francisco los ha admitido.

A continuación, don Francisco, tras saludar a todos los asistentes y a las personas que estaban siguiendo la celebración a través de las redes sociales, ha ofrecido una homilía en la que ha explicado las funciones del diácono. “El secreto en vuestra próxima experiencia de diáconos, que hoy vais a recibir, es ser un desvelo por todos. Y solamente se consigue cuando el corazón se afianza en Dios, que es misericordioso. La pobreza es desprendimiento de uno mismo para ser rico en caridad. Y ¿Cuáles han de ser los desprendimientos que hoy os pide el Señor? El primero de todos es dejarse llevar por la voluntad de Dios en cada momento desplazando todo atisbo de egoísmo. Hemos de ser pobres de espíritu dónde sólo habite Dios y no pordioseros que buscan el aplauso de las gentes, el afecto sensiblero, la paga a los propios méritos y el acomodo farisaico huyendo de todo dolor y sufrimiento”, les ha explicado don Francisco.

También les ha recordado que “hoy os vais a comprometer a la obediencia y al celibato. Son los consejos evangélicos y virtudes propias del ministerio que vais a recibir. Son muy importantes estas promesas puesto que con la obediencia y el celibato os vais a revestir más de Jesucristo”. “La entrega de vuestro ministerio significa daros sin medida a Dios y a los hermanos”. Y ha añadido: “No olvidéis que vuestro ministerio diaconal os será gratificante en muchos momentos, pero también os hará pasar “por cañadas oscuras” de tipo personal, de tipo afectivo, de tipo pastoral, de tipo social y cultural. Ahora bien, nunca dejéis de orar con insistencia y donde la palabra de Dios sea el centro y ella os orientará y os iluminará”. Ha concluido la homilía recordándoles que “hoy también os comprometéis a rezar la Liturgia de las Horas”. Y pidiéndoles que “la Eucaristía sea el alimento diario. Si Jesucristo está a vuestro lado y dentro de vuestros corazones no tengáis miedo. Os lo repito: ¡No tengáis miedo!”

Tras la homilía ha tenido lugar el ministerio de acolito y lector a Juan Terrés, con la entrega del libro de la Sagradas Escrituras y del cáliz. A continuación, ha tenido lugar el rito de admisión a órdenes de los jóvenes Matteo Sciascia y Ken Beleña.

Seguidamente se ha llevado a cabo la ordenación de los tres diáconos. Don Francisco les ha preguntado si querían desempeñar el ministerio de diáconos, vivir el ministerio de la fe y si prometían guardar el celibato. A continuación, uno a uno ha ido acercándose al Arzobispo, el cual les ha preguntado si prometían respeto y obediencia a él y a sus seguidores.

Se han entonado las letanías cantadas, para orar por el fiel ministerio de los nuevos diáconos, que postrados han mostrado su firme voluntad de servicio a la iglesia de Cristo. Seguidamente, han recibido la imposición de manos sobre la cabeza y ya revestidos con la dalmática, han recibido el evangelio para proclamarlo por el mundo. El acto de ordenación ha concluido con el abrazo a don Francisco.

Tras la comunión y antes de concluir la celebración, el nuevo diácono, Pedro Luis, ha ofrecido unas palabras de agradecimiento en nombre de sus otros compañeros. «Queridos hermanos, no cabe hacer una mayor acción de gracias a Dios que la eucaristía que hemos celebrado. No obstante, no podemos dejar los tres se seguir alabando a Dios por los derroches de gracia y amor que ha tenido con cada uno de nosotros. Si de algo podemos ser testigos hoy es del hecho de que Jesucristo no se ha reservado nada con nosotros: nuestra vida, nuestra vocación, estos años de seminario han sido una gracia, tras gracia, tras gracia. Al igual que la mujer del Evangelio que hemos escuchado que perdía sin control la sangre, la vida, y no encontraba solución a su sufrimiento también nosotros hemos experimentado la fuerza sanadora que brota de Jesucristo. También a nosotros nos ha permitido el Señor tocar su mando dentro de la Iglesia y no contento con eso se ha dignado a llamarnos y ponernos a su servicio, al servicio de la humanidad entera. Gracias don Francisco por el amor que siempre ha mostrado a los dos seminarios de la Diócesis. Gracias también a don Juan por su cercanía y su consejo. También a los rectores y formadores de los seminarios, que con su paciencia y su celo nos han preparado y nos preparan enseñándonos que es el servicio. Gracias también a nuestra familias, especialmente a nuestros padres que nos han transmitido la fe, siendo los que empezaron en nosotros la formación de ser cristianos. Debemos hacer una especial mención a nuestros familiares difuntos: a los padres de Matteo, al padre de Ken y a mi madre, que aun con pena de no poderlos tener hoy aquí esperamos que lo hayan celebrado desde un lugar más privilegiado y donde la alegría es aun mayor. Y un saludo especial tiene que ir a la Argentina, para la familia y la comunidad de Renato, que nos acompañan desde la distancia. También saludo a María, la hermana de Jonatán, que hoy nos acompaña especialmente con la oración, junto con toda la comunidad de clarisas de Medina de pomar en Burgos. Y a todas las personas que nos han seguido y han participado en la celebración a través del canal de YouTube. También queremos agradecer al Cabildo de la Catedral, al Deán don Carlos por la acogida que siempre nos brinda en esta Santa Iglesia y a la Capilla de Música por embellecer la liturgia con el canto. Queremos también saludar a nuestros compañeros del Seminario, junto con quienes hemos recorrido una parte importante de nuestra formación. Y también a los profesores y trabajadores del CSET y de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra que con tanto cariño nos han cuidado y formado para nuestra posterior misión eclesial. Por último, pero por ello no menos importante, no podemos olvidarnos de las parroquias del Corazón de Jesús, de Santa Vicenta María, San Nicolás y Santa Teresa, junto con sus párrocos y feligreses, por la acogida que siempre hemos encontrado en ellas. Y también a las Comunidades Neocatecumenales donde Renato y Jonatán caminan, junto con los hermanos de la Comunidad de Barakaldo».

 

 

 

 

 

 

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