Profesión de fe y juramento de don Francisco Pérez como Administrador Apostólico de la Diócesis de San Sebastián

El pasado 16 de febrero, el Arzobispo don Francisco Pérez viajó a San Sebastián para realizar la profesión de fe y el juramento como  Administrador Apostólico de la Diócesis de San Sebastián, al haber quedado vacante la Sede Episcopal por el traslado de don José Ignacio Munilla Aguirre a la Diócesis de Orihuela-Alicante. El acto tuvo lugar a las doce del mediodía en la capilla mayor del Seminario Obispado de San Sebastián.

Antes de realizar la profesión de fe y el juramento como  Administrador Apostólico, tuvo lugar un acto de oración y fraternidad en el que don Francisco se presentó y dio las gracias a todos los diocesanos.

“Quiero dar gracias a Dios, al que conocí en una familia muy humilde, de un pueblecito cerquita de Burgos. Mis padres vivían en Amurrio, en Álava, donde nació mi primera hermana. A los 6 años tuvieron que salir porque perdieron el trabajo y se encaminaron a un pueblecito llamado Frandovínez para buscarse la vida y seguir formando una familia. Cuando el alcalde les vio tan perdidos, se echó a llorar y llamó al pastor y le dijo: “Trae la mejor oveja para esta niña, para que su madre le de leche”. Y luego, a las afueras del pueblo, cerquita de la Iglesia, encontraron una casa que tuvieron que arreglar. Y así empezamos. Después nació otra hermana y después yo.

Mi hermana mayor se encuentra muy enferma de alzhéimer y mi otra hermana es Hija de la Caridad en Valladolid. Os cuento todo esto porque yo aprendí a amar a Dios en un ambiente muy sencillo. Y es todo para mí, y no quiero otra cosa que la santidad. Lo demás pasa.

En el pueblo se sorprendieron mucho cuando me nombraron Obispo. Yo nunca me lo hubiera imaginado y menos a los 45 años. Y se han ido sorprendiendo cada vez que me nombraban Arzobispo Castrense, Arzobispo de Pamplona Obispo de Tudela… y ahora nombramiento en San Sebastián. Pero ya les he explicado que voy a hacer de puente entre el que se ha ido y el que va a venir.

Quiero entregar toda mi alma a vuestra disposición. Cuando esta mañana he celebrado la Eucaristía, he puesto en el centro de Cristo vuestras vidas, vuestras preocupaciones, vuestros gozos, vuestras alegrías, etc.

Quiero dar las gracias a Juan Mari Olaetxea, que ha estado muy atento desde el primer momento en el que me han nombrado Administrador Apostólico, a los Vicarios, al Colegio de Consultores y a cada uno de vosotros. Os quiero decir que lo único que me interesa es vivir en esta armonía. Sé que no tengo tanta disposición como otros, pero el único que debe reinar es Cristo.

A mis 75 años, uno no solo aumento en edad, sino que también lo hace en sabiduría, y entonces se bajan los humos y se da cuenta de que las cosas no son como uno las pretende y sabe que tiene que estar afincado en Cristo.

El Papa San Juan Pablo II, que me ordenó hace 26 años en la basílica de San Pedro, un día me regaló esta cruz, este pectoral y me dijo algo que me hizo mucho bien: “Cuando le venga la Cruz, abrácela, pero no vacía sino llena de Cristo”. Siempre lo tengo muy presente, porque lo que uno tiene que hacer es hacer caso a Jesucristo.

Yo todos los días hago este pacto ante Jesús Eucaristía. “Señor, tu eres Dios, yo soy un hombre pecador, tú conoces a todos los donostiarras, yo no. Entra en sus corazones. Tú conoces a todos los navarricos, yo no. Entra en sus corazones”. Yo solo soy un servidor inútil para que el reino de Dios crezca y crezca en medio de nosotros.

Os saludo de corazón en mi nombre y os saludo en nombre del Papa, que me pide que recéis por él.

Le pido a la Virgen de Aránzazu, que cuide de los más necesitados, de los más pobres, de los que están sin ilusión, de los que se encuentran atenazados por tantas cosas que destruyen el corazón. Que ella, como madre, nos ayude y nos diga: Haced caso a mi hijo.”

Tras estas palabras, cumpliendo el Derecho Canónico, el nuevo Administrador Apostólico realizó su profesión de fe y prestó juramento de fidelidad ante el consejo de consultores presentes.

En el mismo acto tuvo lugar la lectura, por parte del Canciller Secretario, del decreto por el que nombra sus delegados a los hasta ahora Vicario General y Vicarios Episcopales. Todos los demás cargos y oficios que permanecen en sede vacante quedan inalterados y confirmados.

El acto terminó con aplausos hacia don Francisco y con un canto a la Virgen de Aránzazu. ❏

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