Consagración de Rusia y Ucrania al Corazón Inmaculado de María

Miles de fieles acudieron el pasado viernes, 25 de marzo, a la llamada del Arzobispo don Francisco al acto de consagrar Rusia y Ucrania al Corazón Inmaculado de María, uniéndose así a la petición hecha por el Santo Padre.
Miles de personas se congregaron, a las seis de la tarde, en la plaza de Santa María la Real de Pamplona, junto al Palacio Arzobispal, desde donde partía la procesión que recorrería la calle Compañía y Curia.
Unos minutos antes de dar comienzo a la procesión, un grupo de voluntarios repartió entre los asistentes unas 2.000 velas y oraciones para portar y rezar durante la consagración. La marcha partió desde el Palacio Arzobispal hasta la Catedral de Santa María la Real. Iniciaba la marcha la Cruz Arzobispal, acompañada por las banderas de Rusia, Ucrania y el Vaticano, un nutrido grupo de sacerdotes de las distintas zonas pastorales de Navarra, representados por las banderas de las zonas, seguidos de una imagen de la Virgen de Fátima, procedente del depósito de la Catedral, que fue portada por un grupo de seminaristas y que estuvo acompañada por 12 antorchas. Tras la imagen, el Cabildo Catedralicio, con el Arzobispo don Francisco a la cabeza.
Una vez en la Catedral, el acto de consagración se realizó en el presbiterio de la seo pamplonesa, con la imagen de la Virgen de Fátima presidiendo el acto. Mientras llegaban todos los fieles, la campana María anunciaba con sus repiques este importante acontecimiento. Cientos de fieles tuvieron que seguir el acto desde fuera, ya que la Catedral se quedó pequeña para acoger a las miles de personas que quisieron pedir a la Virgen el fin de la guerra.
Mons. Francisco Pérez, antes de realizar la Consagración pidió a la Virgen que cesaran las guerras y que transformara el corazón de los que dirigen los pueblos.
Siguiendo el formulario que empleó el Papa Francisco, realizó, en comunión con el Santo Padre, el acto de Consagración de Rusia y Ucrania al Corazón Inmaculado de María, mientras todos los fieles permanecían de rodillas y se unían a la oración. Durante la oración, se recordó que los hombres “hemos perdido la senda de la paz, hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de miles de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como comunidad de naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado enfurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común”. Además, se le pidió a la Virgen que su llanto conmueva “nuestros corazones endurecidos y que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudezca, que tu oración nos disponga la paz, que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas, que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida”.
El acto concluyó con la bendición papal, concedida al estar el templo catedralicio en el marco del Año Jubilar, y con el canto del Salve Regina.
La colecta realizada durante el acto de consagración irá destinada íntegramente a ayudar a los ucranianos afectados por la guerra, colecta que será gestionada por Cáritas Diocesana. ❏

 

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